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«En mi vida ha habido más decepciones que éxitos»

FRASNCISCO GONZÁLEZ LEDESMA
Escritor. Autor de «La ciudad sin tiempo»

Representante, junto con Vázquez Montalbán, de la novela negra de corte social catalana, Francisco González Ledesma ha cambiado de registro en «La ciudad sin tiempo», un libro que lleva camino de convertirse en best-seller, publicado con el seudónimo de Enrique Moriel, y en el que el autor bucea en la historia de Barcelona a través de una trama de intriga con elementos fantásticos.

Karolina ALMAGIA | BILBO

A sus 81 años, Francisco González Ledesma rezuma una energía envidiable. Llegó a Bilbo sin haber dormido, horas después de trasladarse a Glasgow donde animó a su equipo del alma, el Espanyol, y se sometió a un apretado programa de entrevistas sin perder el sentido del humor ni el entusiasmo. Este hombre que estudió leyes y se enamoró del periodismo ha hecho de todo en literatura: desde escribir novelas del Oeste bajo el seudónimo de Silver Kane hasta ganar el Planeta con una de sus series negras sobre el policía proletario Méndez. Su última novela, «La ciudad sin tiempo», está arrasando.

Por qué decidió publicar esta novela con el seudónimo de En rique Moriel?

Cuando yo era un crío de 18 años quise hacer la novela de mi vida. ¡Qué cómico pensar que con con esa edad estás formado para escribir una novela! Y no me fue tan mal, porque me dieron el Premio Internacional José Janés. Aquella novela, que titulé «Sombras viejas», fue censurada y prohibida por el franquismo. Fue el fracaso de mi vida. El protagonista se llamaba Enrique Moriel y quise recuperarlo cuando el editor me sugirió que utilizara un seudónimo para esta nueva novela. Me lo sugirió porque, como yo he alcanzado fama por mis novelas policiacas, pensó que la gente iba a creer que esta novela es de intriga, cuando es histórica.

Es histórica hasta el punto que usted la ha definido como «un reportaje sobre Barcelona».

Bueno, es que uno no puede evitar el haber sido periodista muchos años. Esta novela está escrita hace treinta años, aunque la gente no me cree. Es un reportaje en el sentido de que encierra todo lo que ha aprendido un periodista que está enamorado de Barcelona, que se ha pateado las calles de la ciudad y que se ha pasado la vida leyendo sobre su historia, hasta llegar a conocerla muy bien. Te diré que todo lo que sale en la novela es rigurosamente histórico: las manías de Gaudí, su detención, las ejecuciones públicas, los prostíbulos de la Edad Media... todo, excepto el atentado contra Gaudí, que no lo he podido comprobar.

¿Por qué ha decidido sacar ahora una novela que escribió hace tanto tiempo?

Siempre lo intentas de nuevo. Después de haberla reescrito dos veces, con la tercera me quedé satisfecho y se la entregué al editor. Me lancé a la aventura sin saber cómo iba a reaccionar el público ante un libro de autor desconocido. Y el público ha reaccionado fabulosamente: en la Feria de Sant Jordi se agotó rápidamente, me volví loco firmando y a tres meses vamos por la cuarta edición.

¿Por qué cree que ha tenido tanto éxito?

Bueno, el autor nunca se entera de lo que vende; el editor, sí, ja, ja. En este momento, la novela histórica de grandes ciudades está de moda, por eso ha sido bien acogida. Pero yo no he intentado aprovecharme de esa moda, ojo.

¿En qué se diferencia su novela de otras de este tipo que han triunfado en el mercado?

La mía es completamente distinta a las que se han publicado en los últimos años sobre Barcelona. Primero porque tiene una trama muy original, segundo porque los hechos son históricos e irrebatibles y tercero porque tiene planteado un problema religioso.

También tiene un elemento fantástico y eso sí es novedoso en su obra.

El protagonista tenía que ser un personaje que no muriese nunca, para que pudiese recorrer la historia de Barcelona. Entonces se me ocurrió la idea del vampiro, que es inmortal, puede entrar en todas partes y descubrir todos los secretos. Él es el narrador. Ese es el único elemento fantástico, todo lo demás es muy real.

¿Y la trama religiosa?

El vampiro se pregunta, como nos preguntamos todos, si este mundo es el que realmente Dios quiso crear o, si en esa lucha entre Dios y el Diablo de la que hablan las Sagradas Escrituras, ganó Dios o ganó el Diablo. Esta duda metafísica está en todas las páginas de la novela.

¿Echa de menos el periodismo?

¡Mucho, por Dios! Como cuento en mis memorias, cuando con 66 años atravesé por última vez la puerta giratoria de la vieja Vanguardia me entraron ganas de llorar. El periodismo lo llevo dentro del corazón, no da dinero pero da la satisfacción de que es un trabajo que te hace vivir la vida. Yo sería periodista ahora sin cobrar.

¿Qué faceta del periodismo prefería?

Yo he hecho de todo. Empecé en la calle, me gustaba muchísimo, y luego durante treinta años fui redactor jefe y editorialista, sin moverme de la mesa. Al final de mi vida periodista pedí volver a la calle, y así lo hice: disfrutaba como loco, era de los que salía a las cuatro de la mañana.

¿El periodismo le llevó a la literatura?

No, no, no. La literatura me llevó al periodismo. Yo he escrito desde los catorce años y dejé de ser un abogado que ganaba dinero para entrar a una redacción, donde podía ganarme la vida escribiendo y, encima, me reía con los compañeros, parecía que no trabajabas. Me han dicho que ese periodismo tan alegre ya ha muerto.

¿Le cambiará la vida este éxito editorial?

No, no. Ya soy demasiado mayor para que me cambie la vida. En mi vida ha habido más decepciones que éxitos. El hijo de un barrio obrero siempre esperará que le pasen cosas malas. Mis orígenes forman parte de mi vida y estoy muy orgulloso de haber salido de las calles proletarias y aún así haber podido conocer la ciudad rica y haber podido ser su intérprete.

¿Por eso es del Espanyol?

Sí, porque soy un hombre de minorías. Ya sabes que en Barcelona hay un sentimiento popular hacia el Barça, que es la fuerza poderosa, la que tiene el dinero; y luego hay un sentimiento de minorías, de la gente que piensa y no sigue a las masas, y ése es el Espanyol. Soy socio desde niño. Estuve en la Final de Glasgow y fue un encuentro espléndido. La afición espanyolista es ejemplar; supo aceptar la derrota con mucha dignidad.

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«Soy un hombre de minorías. El Espanyol es el equipo de la gente que piensa y no sigue a las masas. Soy socio desde niño y estuve en Glasgow»

seudónimo

«Me lancé a la aventura sin saber cómo iba a reaccionar el público ante una novela de un autor desconocido. Y ha reaccionado fabulosamente»

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