Blair encara el desastre de Irak por última vez como primer ministro
Tony Blair, se presentó ayer en Bagdad por «sorpresa» para completar la octava y, probablemente, última visita al ocupado Irak como primer ministro. El mandatario británico se reunió en la llamada «zona verde» con el presidente y primer ministro iraquí títeres antes de dirigirse a Basora, al sur del país. Blair habló de «claros signos de progreso y cambio», sin que nadie supiera a qué se refería. La matanza diaria, entretanto, continúa.
BAGDAG
La cadena pública británica BBC preguntó ayer al ex presidente estadounidense James Carter sobre cómo juzgaría el apoyo de Tony Blair a George W. Bush en la invasión Irak. «Abominable, leal, ciego, servil», respondió Carter, que añadió que «considero que el apoyo de Gran Bretaña a las enfermizas políticas del presidente Bush en Irak han sido una grave tragedia para el mundo».
El mismo Blair inició ayer su última visita, al menos como primer ministro, al país que tanto ayudó a destruir. Una visita que los analistas interpretaron como un acto más en la despedida política del mandatario desde que anunció su marcha del cargo el pasado día 10 -será sustituido por Gordon Brown-, y continuación de la obligada y primera parada en Washington.
Irak, sin embargo, perseguirá a Blair hasta su muerte. Precisamente la decisión de apoyar a Bush supuso su el fin de su popularidad y el inició de un calvario que continúa.
Blair se reunió ayer con el primer ministro y presidente iraquíes, Nuri al-Maliki y Jalal Talabani, respectivamente, con quienes habló en la llamada «zona verde» poco después de que la ultraprotegida área fuera atacada con morteros.
El jefe del Gobierno británico repitió que no se arrepiente «en absoluto» de haber derrocado al ex presidente iraquí Saddam Hussein, e insistió en que, pese a la violencia, Irak ha hecho muchos progresos. «La situación de seguridad continúa siendo difícil, pero, por otra parte, hay claros signos de progreso y cambio», aseguró. Nadie supo a qué tipo de progresos se refería el primer ministro. Quizá sólo fueron simples patrañas. Quizá nadie le ha dicho que son cientos de miles los iraquíes muertos por sus soldados y los estadounidenses o millones los iraquíes que han huido o han tenido que abandonar sus hogares para escapar del horror.
Blair sí se refirió al ataque a la «zona verde» previo a su llegada. Descartó que fuera dirigido contra él, y recordó que «hay ataques con mortero y atentados terroristas cada día» en el país. «La cuestión es ¿qué vamos a hacer frente a estos ataques?», se preguntó en la rueda de prensa. Y el mismo respondió: «No debemos ceder. El propósito de estos ataques, los atentados suicidas, los morteros, es que ustedes (la prensa) no informen de nada más que eso, y no hablen del progreso que se está produciendo», volvía a insultar de nuevo Blair a los iraquíes.
Horas después de llegar a Bagdad, el primer ministro se dirigía a la sureña ciudad de Basora, principal centro de operaciones de los ocupantes británicos.
Al igual que en Bagdad, los cuarteles británicos también fueron atacados con morteros. Nada personal. Blair se irá tras su octava visita a Irak desde 2003, pero los británicos siguen.
Poco antes de la llegada del primer ministro, Tony Blair, a la llamada «zona verde» era atacada la ultraprotegida área, y lo mismo ocurrió en los cuarteles de los ocupantes británicos en Basora horas después.
Cinco soldados estadounidenses murieron y y otros cinco resultaron heridos entre el viernes y ayer, en combates y atentado en Irak, con lo que ya son diez los ocupantes de EEUU muertos desde el jueves, además de otros catorce militares heridos.
Además, al menos veinte personas resultaron muertas ayer en el país árabe, entre ellas quince kurdos chiítas, abatidos en un ataque de hombre vestidos con uniformes de las fuerzas de seguridad en el este del país, según fuentes del Ejército iraquí y del partido de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK).
Según el general iraquí Nazim Sherif, los asaltantes entraron en el pueblo de Qara Lus, cerca de la frontera con Irán, y forzaron a las familias a abandonar sus hogares. A continuación, separaron a las mujeres y a los niños y, tras reunir a los hombres del pueblo en una fila, procedieron a su ejecución. Sherif acusó a Al Qaeda.
Por otro lado, según publicó ayer la edición digital del diario estadounidense «The New York Times», que cita datos del departamento de Trabajo, Al menos 146 mercenarios perdieron la vida en Irak durante los primeros tres meses de 2007, la mayor cifra desde el inicio de la invasión. Oficiales de Washington y de Bagdad admitieron que ninguna oficina del Pentágono reconoce a estas víctimas.