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Sabino Cuadra Lasarte Abogado

La sombra del PNV es alargada

El PNV ha marcado decisivamente la conformación y evolución de Na-Bai desde sus comienzos: impuso la exclusión de Batasuna y ha marcado las coordenadas del actuar de Na-Bai en el Congreso madrileño...

Resulta curioso que mientras el discurso de Na-Bai se ha centrado en remarcar una y otra vez la necesidad del cambio de Gobierno en Nafarroa, el PNV, por boca de Imaz, ha afirmado estar dispuesto a llegar a acuerdos con el PP según sean los resultados de las elecciones estatales de 2008. Porque, si esto es así, sea cual sea la fórmula de Gobierno que resulte ¿qué repercusiones podría tener para Nafarroa y para Na-Bai?

Nadie debiera tomar a broma lo afirmado por Imaz porque no sería la primera vez en la que el PNV ha jugado así. Lo hizo en la Transición con UCD, cuando renunció a defender un marco común para los cuatro herrialdes, a cambio del plato de lentejas de su gestión vascongada; lo hizo con Nafarroa, cambiando cromos con UCD y cediendo aquélla a cambio de las alcaldías de las capitales de la CAV; lo hizo votando a favor del primer gobierno del PP y ahora en Iparralde donde, tras intentar una y otra vez romper Euskal Herria Bai (EA, Batasuna, AB), no ha tenido ningún reparo en llegar a acuerdos y pedir el voto para MoDem (ex UDF: Unión en Defensa de la República, partido de derechas y centralista). ¡Al loro, pues!

El PNV ha marcado decisivamente la conformación y evolución de Na-Bai desde sus comienzos. La exclusión inicial y la negativa al diálogo con Batasuna fue, en esencia, una imposición del PNV. En fin, algo parecido al órdago dado en Iparralde a Euskal Herria Bai, sólo que allí EA y AB no lo aceptaron, y el PNV se fue, mientras que aquí, en Nafarroa, Aralar, Batzarre y EA cedieron ante sus exigencias, y ello, a pesar del contexto de ilegalización y persecución de la izquierda abertzale.

El PNV ha marcado las coordenadas políticas del actuar de Na-Bai en el Congreso madrileño en relación a los temas principales allí debatidos. Su postura ante los presupuestos neoliberales del Gobierno, el apoyo al envío de tropas al Líbano, la reivindicación apasionada del TAV, su silencio ante el referéndum sobre el proyecto de Constitución Europea, el papel desempeñado ante el 11-M, etc... han sido los principales pilares de una actuación acomodada a los presupuestos políticos, económicos y sociales de una fuerza de derechas, como es el PNV, que desde su interior ha condicionado la actuación de Na-Bai en Madrid.

La propuesta «Político-Institucional» elaborada por Na-Bai camina por derroteros similares. Distante años luz de proyectos como el Plan Ibarretxe o de planteamientos como el del Estatuto Catalán, Na-Bai fija como objetivo conseguir «un nuevo Pacto Político que sustituya, innovándolo, al formalizado en 1982». O sea, el actual Amejoramiento fue un «pacto» político que hoy precisa ser «innovado». Aquel acuerdo marrullero, condicionado jurídica y políticamente por un pacto previo entre Amadeo Marco y Martín Villa («Democratización de las instituciones Forales», llamaron a aquello), negociado en secreto, que excluyó a un tercio de la representación parlamentaria y no fue refrendado, es hoy un buen punto de partida ante el que se plantean, eso sí, «innovaciones y reformas».

La institucionalización que propone Na-Bai para Nafarroa pasa por Madrid y desemboca en la Unión Europea, en la cual, por cierto, también se nos metió sin consultarnos nada. No pasa por Euskal Herria, pues éste es un proyecto que se supedita a los otros dos. La expresión de la voluntad de Nafarroa y Euskal Herria no son un previo democrático imprescindible de cara a la institucionalización política de nuestro pueblo, sino un a posteriori que podrá ejercitarse -o no- una vez aceptados los marcos estatales y europeos impuestos. En definitiva, el mismo proyecto autonomista -ahora navarrista-, no soberanista y de gestión por el que apuesta el PNV de Imaz.

Y descendiendo de los abstractos terrenos de la institucionalización política a los ya más mundanos de la política diaria, quien quiera seguir la huella de este partido en las propuestas electorales de Na-Bai, lo tiene fácil. Así, por ejemplo, en éstas se puede leer como las multinacionales, al margen de algún pecadillo, aportan muchas cosas positivas, y que atarlas en corto de cara a posibles deslocalizaciones futuras es contraproducente; o la aceptación de la agricultura transgénica y el impulso de los agro-combustibles; o la reinvindicación del TAV para Nafarroa y la aceptación de Itoiz, discutiendo únicamente sus niveles de llenado, etc... En resumen, se trata de un modelo de desarrollo para Nafarroa asentado, en el fondo, en parámetros neoliberales, desarrollistas y antiecológicos, supeditados todos ellos a los intereses del capital, el cemento y Madrid. O sea, algo sacado del mismo molde con el que se elabora la política de ese PNV que apoyó Lemoiz y que apuesta por las incineradoras y el TAV; que impulsó las reconversiones y se postra ante Iberdrola y el BBVA; que defendió la entrada en la OTAN y apoyó el golpe de Estado contra Chávez; que se opuso a la legalización del aborto...

Recuerdo el gran debate de la izquierda, en 1983, cuando el PSOE hizo bandera del «cambio» frente a UCD. Fueron muchas las personas que entonces sacrificaron sus convicciones ante el altar del «voto útil». Pero entonces, tras el PSOE, actuaban los mismos poderes fácticos de siempre -militares, Banca, Iglesia-, a quienes finalmente se sometió. Y así, frente a la promesa de crear 800.000 puestos de trabajo, se impulsaron todo tipo de reconversiones y el paro creció en millón y medio más; frente a su «OTAN, de entrada NO», se terminó manteniendo una firme postura atlantista; frente a su prédica democrática antifranquista, acabaron dominando las más bellas artes de la guerra sucia y crearon el GAL. Y mientras todo esto ocurría, en la CAV, PNV y el PSE gobernaban compartiendo mesa, cubiertos y carta.

Quedé vacunado contra propuestas de cambio en las que éste es principio y fin de todas las cosas. Y si, como ahora, el PNV anda por medio acotando alianzas y marcando las reglas de juego, ¿qué te diría yo?

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