Final de la liga de campeones
Su oficio y la eficacia instalan al Milan y a Maldini en el Olimpo
Al más puro estilo italiano, a base de oficio y eficacia, el Milan consumó ayer su vendetta ante el Liverpool por la final de Estambul y volvió a ocupar su sitio en el Olimpo futbolístico al sumar su séptima Copa de Europa en Atenas, donde ya ganaron al Barcelona en 1994.
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Jon ORMAZABAL | GASTEIZ
El Milan demostró ayer que la veteranía y el oficio siguen teniendo su hueco en un fútbol cada vez más físico y, con una generación de futbolistas que posiblemente se encontraba ante su última oportunidad, puso el broche de oro a su probablemente temporada más complicada, al hacerse con su séptima Copa de Europa después de haber necesitado de un indulto de la UEFA para no quedarse fuera de la mejor competición continental de clubes por el escándalo de los apaños del año pasado.
En una final muy táctica y reñida, pero sin muchas oportunidades, los protagonistas fueron dos veteranos especialistas no siempre suficientemente valorados en estos tiempos de «tiqui-taca». Inzaghi fue el héroe de la noche con dos goles de refinado oportunista -uno de puro rebote-, pero fue con Maldini, el capitán milanista en su octava final a sus 39 años, con el que los Dioses del Olimpo quisieron congraciarse, por la injusticia de que nunca haya tenido el galardón individual que tanto ha merecido durante su carrera. El capitán milanista sumó ayer su quinto título -1989, 1990, 1994, 2003 y 2007- de Champions en otra demostración de su profesionalidad.
De inicio no se pareció en nada la final de ayer a la de Estambul. Y es que Rafa Benítez tenía muy clara la forma de evitar que el Milan pudiera realizar su juego y apostó de inicio por fortalecer el centro del campo, con Mascherano y Xabi Alonso de pivotes, Pennant y Zenden algo abiertos y Gerrard un poco más adelantado.
El Milan no encontraba la forma de quitarse de encima la presión de los red y la acumulación de hombres en la medular le dio la iniciativa al Liverpool. Sin embargo, al equipo inglés le faltó algo más de mordiente -recuperaba el balón demasiado atrás y Gattuso y Ambrosini se replegaban muy rápido- para hacer patente esa superioridad en el juego. Un remate desde fuera del área de Xabi Alonso en el minuto 26 que trató de buscar el palo derecho de Dida fue la mejor oportunidad del Liverpool en la primera mitad.
Con Kaká -apenas un disparo lejano-, Pirlo y Seedorf bien secados, el Milan se pasó 44 minutos completamente desconectado, pero un rechace le bastó para ponerse por delante en un momento muy delicado. Xabi Alonso tiró al suelo al brasileño en una situación muy comprometida, Pirlo botó la peligrosa falta e Inzaghi, sin quererlo, hizo gala de su oportunismo desviando el balón y haciendo inútil la estirada de Reina, que se vio sorprendido por el rebote.
Obligados a otra remontada
Con un desarrollo muy distinto y un resultado mucho más asumible, pero el Liverpool se retiró al descanso obligado a otra remontada, mucho menos espectacular pero igual de complicada. La siempre fiel afición de Anfield mantenía la fe y los cánticos, pero su equipo perdió el control cuando se vio obligado a dar un paso adelante. Dos despistes defensivos pudieron costarles caros, pero los milanista no supieron sacarles provecho.
Obligado a poner en marcha un plan B, Rafa Benítez trató de abrir el campo y de buscar mayor profundidad por bandas con la entrada de Harry Kewell por Zenden. El cambio fue beneficioso, el equipo inglés se estiró pero echaba en falta un rematador para poder culminar las entradas por banda. Así, Gerrard, que no pudo sacar partido de un error de Gattuso en un pase, y que mandó desviado por poco un pase involuntario del árbitro con la chepa, tuvo las mejores opciones para los reds.
A falta de un cuarto de hora, el técnico español del Liverpool se la jugó dando entrada a Peter Crouch, esa referencia que tanto se echaba en falta, pero su equipo acusó el esfuerzo realizado y le faltó el físico.
Con el Liverpool volcado y sin carburante suficiente para recuperar sus posiciones, Kaká tuvo todo el espacio que no dispuso en la primera mitad y puso un gran pase a Inzaghi que, esta vez sí, buscó bien la trayectoria del balón y batió a Reina magníficamente tras evitar el fuera de juego que tiró una defensa incapaz de recular.
Pese al enorme golpe recibido, el Liverpool fue fiel a su historia incluso en la adversidad y capaz de volver a poner el nudo en la garganta milanista, al reducir la diferencia seis minutos después, en un corner peinado en el primer palo que Kuyt envió a la red de cabeza.
Pese a que el depósito estaba ya en reserva desde hacía muchos minutos, con el gran empuje de su afición, los reds buscaron otra remontada que todavía hubiera sido más increíble que la de Estambul. Sin embargo, al margen de acierto y fuerzas, al Liverpool le faltó tiempo, quizá algo más de ese medio minuto que el árbitro se comió en el descuento.
El centrocampista vasco del Liverpool, Xabi Alonso, reconoció que estaba viviendo «momentos complicados que hay que saber digerir» a la finalización del choque contra el Milan en una final que estuvo controlada por la escuadra inglesa «hasta el primer gol que cambió del todo el partido».
«Controlamos bien el juego del Milan y especialmente a Kaká en la primera parte. Sin embargo, el gol al filo del descanso fue una desgracia y cambió, lamentablemente, el partido. Fue mala suerte», reconoció el jugador.
Alonso afrontó, sin embargo, la derrota con serenidad: «Son momentos complicados, pero hay que saber digerirlos. Hemos hecho un buen torneo, hace dos años estábamos celebrando este título y ahora no ha podido ser», indicó.
El futbolista vasco reconoció que en la segunda parte la situación fue más complicada para su equipo. «Con el 1-0 el Milan se ha cerrado muy bien, ha dejado menos huecos y ha esperado su momento, que ha llegado con Kaká. Después, nuestro tanto llegó demasiado tarde para reaccionar», concluyó.
Su compañero de equipo, Steven Gerrard, calificó de «decepción enorme» la derrota sufrida, pero también aseguró que «hay que tomarla como viene y seguir con la cabeza alta. Tenemos que mirar hacia delante y tratar de superar este revés». El capitán del Liverpool amplió que el encuentro tuvo «un buen aspecto al principio, comenzamos bien y tuvimos el control del partido, pero sólo nos faltó el gol».
Uno de los principales protagonistas de la final fue el veteranísimo Paolo Maldini, que cosechó así su quinto máximo entorchado del fútbol europeo. A sus 39 años, el futbolista transalpino anunció que «jugaré otra Liga de Campeones, otro campeonato italiano y otra Copa Intercontinental. Cerrar así una carrera es fantástico».
«Es la quinta Champions en mi trayectoria deportiva, pero siempre se trata de un momento bellísimo», destacó Maldini, que aseguró «tener la fortuna de jugar en un gran equipo» que le ha dado la oportunidad de lograr todos esos títulos.
Como suele ser habitual en él, el dueño de los campeones, el siempre polémico Silvio Berlusconi, se mostró eufórico por el triunfo de su equipo, lo que le llevó a asegurar que «somos los más fuertes de los últimos veinte años».
Berlusconi, que bajó al terreno de juego del Estadio Olímpico de Atenas para festejar el triunfo junto a sus jugadores, recordó que «el Milan ha vencido por sí mismo y por toda Italia. Con esta victoria hemos equilibrado la derrota de Estambul, que pesaba mucho».