GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

Elecciones en Euskal Herria

El voto nulo de hace cuatro años fue la llave de arranque del proceso

Los más de 165.000 votos -la mayor parte de ellos anulados- que logró la izquierda abertzale hace cuatro años, en las primeras elecciones tras su ilegalización, resultaron ser el motor de arranque de un proceso hoy renqueante. Para Batasuna supusieron una inyección de ánimo y confianza para emprender el inicio del camino hacia Anoeta. El PSOE, todavía en la oposición, empezó a ver que la izquierda abertzale tenía una base sólida y difícilmente reductible.

Iñaki IRIONDO |

Impedir que la izquierda abertzale pudiera estar presente en las elecciones municipales y forales de hace cuatro años fue una de las razones por las que PP y PSOE forzaron una sesión extraordinaria del Congreso de los Diputados en pleno mes de agosto de 2002 con la que dar inicio al proceso de ilegalización de Batasuna. Los primeros trámites -decisión del Consejo de Ministros, demandas de la Abogacía del Estado y de la Fiscalía- se dieron casi de inmediato.

El Tribunal Supremo dictó sentencia el 27 de marzo de 2003. Las elecciones estaban convocadas para el 25 de mayo. No quedaban ni dos meses. Las perspectivas para la izquierda abertzale no eran nada halagüeñas. Los últimos comicios a los que se había presentado eran las autonómicas de la CAV de 2001, en las que la representación de Euskal Herritarrok cayó de 14 a 7 parlamentarios. Aquella campaña se había polarizado por la existencia de una «amenaza real» de que Jaime Mayor Oreja llegara a Ajuria Enea y, además, la ciudadanía vasca culpaba a la izquierda abertzale de la ruptura del Acuerdo de Lizarra. El PNV había sabido jugar muy bien sus bazas.

Para colmo de males de Batasuna, Aralar consumó su escisión y se presentaba legalmente a los comicios con la intención confesada de tratar de aglutinar el voto de la izquierda abertzale.

La creación de agrupaciones electorales pueblo a pueblo y de AuB para el Parlamento Foral y las juntas generales chocó nuevamente con los tribunales españoles que dejaron fuera del juego legal nada menos que a 211 candidaturas.

165.000 votos

En ese contexto tan desfavorable la izquierda abertzale consiguió llevar a las urnas más de 165.000 papeletas. Casi todas fueron declaradas nulas -algunas candidaturas habían conseguido pasar el cedazo de los tribunales españoles-, aunque después se conoció que habían tenido un valor inmenso.

En el libro «Mañana Euskal Herria», Arnaldo Otegi reconoce que desde los resultados de 2001 la izquierda abertzale pasaba «por un momento de cierta crisis». A lo que se suma la ilegalización, «que nadie sabía cómo íbamos a ser capaces de aguantar y poder superar».

Las elecciones municipales y forales de 2003 estaban siendo presentadas como «el principio del fin de la izquierda abertzale». Baste recordar que, como ahora, el PNV insistía en que le hubiera gustado que Batasuna se pudiera presentar legalmente para que todo el mundo pudiera constatar su fracaso electoral.

Arnaldo Otegi señalaba que «aquellas municipales fueron claves. A toro pasado, todo el mundo entiende que fue una apuesta magnífica, pero entonces nos jugamos el pellejo».

En el libro desvelaba que barajaron tres opciones: «El boicot, la abstención diciendo que no hay condiciones democráticas y que por lo tanto no nos presentamos, con lo cual tu posición política siempre iba a ser debatida y cuestionada sobre cuál era la parte real de la abstención que nos representaba, y la opción más arriesgada, la de contarnos».

Según Otegi, ésta última era «la más radical». La de la abstención, «la más fácil». La decisión fue un «claro que nos vamos a medir porque vamos a salir bien». El dirigente abertzale recordaba que «aquellas elecciones fueron clave y curiosamente fueron las que menos celebramos. Todavía no éramos conscientes de lo que habíamos hecho. ¡Éramos ilegales y nos votaron casi 170.000 personas!».

Tanto Arnaldo Otegi como Joseba Permach han destacado que aquel resultado, «el comprobar que había casi 170.000 personas dispuestas a votar a una opción ilegal, nos vuelve a dar toda la confianza del mundo para pensar que podemos retomar la iniciativa política». Fruto de esa reflexión es el inicio del camino hacia la declaración de Anoeta. Algo podía intuirse ya cuando en diciembre de 2003, en una entrevista con Joseba Permach, se destacaba que la fortaleza mostrada en aquellos comicios había demostrado a la izquierda abertzale que tenía un suelo sólido y ésta había llegado a la conclusión de que era «el momento de dar un nuevo paso en el proceso abierto en el 98 y vamos a arriesgar».

Lectura en Madrid

Semejante marea de votos anulados también tuvo una lectura en Madrid, probablemente muy distinta en el PP, entonces en el Gobierno, que en el PSOE, todavía en la oposición. Y al tiempo se comprobó que aquello no era flor de un día. Basta ver los 120.000 votos por la autodeterminación, también nulos, en las elecciones al Congreso de los Diputados, y los otros tantos de los comicios al Parlamento Europeo, en medio de una enorme abstención general.

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, confesó a representantes institucionales vascos que la demostración de fortaleza electoral de la izquierda abertzale no le había pasado desapercibida.

Como señaló uno de sus dirigentes a este diario, en el PSOE cundió la idea de que la vía del Partido Popular no llevaba a la resolución del conflicto.

arriesgar

La comprobación de la fortaleza de su suelo electoral llevó hace cuatro años a la izquierda abertzale a la conclusión de que era «el momento de dar un nuevo paso en el proceso abierto en el 98» y tomó la decisión «de arriesgar».

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo