Maite SOROA
Ahora la Ley de Partidos, al PSOE...
No sé si será para bien o preludio de un cataclismo, pero las cosas en la política española están alcanzando un grado de deterioro impensable hace algún tiempo. Ayer en «Libertad Digital» la emprendían a mandobles con el Fiscal General del Estadoy su correspondiente ministro. Les acusa- ban de connivencia, si no colaboración, con banda armada o como quieran llamarle a ETA.
Decían que «aunque Conde Pumpido también parafraseara en su día a Arnaldo Otegi al mostrar su rechazo a la sentencia del Supremo en el caso de Henri Parot alegando que `iba a traer problemas', lo relevante ahora no es la originalidad de las expresiones, sino la denuncia del surrealista e infame grado de alineamiento entre la Fiscalía y ETA, que ya se ha producido en otras muchas ocasiones en sede judicial». ¡Jesús, María eta José!
Y subía un peldaño en la acusación: «Asimismo cabe señalar que, tras la detención de ayer de un candidato de ANV por irrumpir violentamente en un programa de la televisión autonómica ETB, no han sido los proetarras los que han tenido la desfachatez de alegar que `no están haciendo nada en campaña muy distinto a los demás'. Quien ha dicho literalmente eso, estando además completamente sobrio, es el mismísimo ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo». Lo que le duele en realidad es que el de Justicia, Bermejo, en días pasados, «venía también a insinuar que Aznar estaba ebrio cuando, el martes, criticó en Calatayud la política `anti-terrorista' del Gobierno». O sea, que le da al frasco. ¡Ya me parecía a mí...!
Y es que, según el editorialista, cuando Aznar dijo aquello de que el ambiente era similar a los previos del Alzamiento del 36, «lo que vino a constatar Aznar en Calatayud no fue más que una dramática realidad, como es que la presencia de ANV supone una vuelta de ETA a las instituciones y que, al día de hoy, el único partido que se ha comprometido con la ilegalización de este reactivado disfraz de los proetarras es el Partido Popular. Constatar esto no es síntoma ni de embriaguez; ni siquiera de exageración». Es síntoma, sin más, del grado de histeria que les embarga. ¿Adónde vamos con esta gente?