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Saioa Amescua, Alberto Frías, Esther Pérez, Aitor Balda e Igor Uriarte Miembros de Eguzki y Elkartzen

¡A parar el urbanismo salvaje!

Muchos son los pueblos que están sufriendo este urbanismo salvaje que destroza nuestro medioambiente, que no satisface la necesidad de acceso a primera vivienda, que está suponiendo el paso de Euskal Herria a la Euskal Hiria, pero que llena los bolsillos de élites políticas y económicas

El de la construcción sigue siendo para algunos un negocio redondo. Y eso que segu- ramente no sea necesario construir más, porque en Euskal Herria existen 255.263 viviendas que no son usadas de forma habitual, un parque de vivienda más que suficiente para satisfacer la necesidad de primera vivienda de la población. De todas maneras, no es de extrañar esta cifra, ya que si tenemos en cuenta la evolución en Euskal Herria del parque de vivienda por un lado, y el de la población por otro, para el periodo 1981-2001 (última fecha para la que tenemos datos unificados para Euskal Herria) observamos lo siguiente: que mientras el número de viviendas aumentó de 1.012.477 a 1.287.127, un 27%, la población creció de 2.881.384 a 2.903.263, no llega a un 1%. Esta tendencia se ha seguido sucediendo en los últimos años, por lo que no es de extrañar que tengamos este inmenso parque de vivienda vacía. Y es que si el parque de vivienda aumenta un 27% frente al 0,75% que crece la población, es normal que existan todas estas viviendas vacías.

Si bien es cierto que la evolución del tamaño familiar (el aumento de las familias unipersonales) ha podido incidir, este factor por sí solo, no justifica este crecimiento del parque de vivienda. Este argumento del cambio de modalidad del núcleo convivencial, así como la inmigra- ción, son dos de los mitos que se utilizan desde las élites económicas y políticas para justificar la construcción masiva, el urbanismo salvaje. Sin embargo, no son más que eso: mitos, ya que la nueva edificación no se corresponde en precios y tipología a lo que demandan estos segmentos sociales. Tampoco responden a la necesidad de las personas jóvenes de acceder a primera vivienda en muchos pueblos de nuestra geografía, de manera que la juventud de esos pueblos tiene que permanecer en casa de sus progenitores o marcharse a otros lugares.

En muchas ocasiones, esos pueblos se convierten en el lugar apropiado, mejor dicho, escogido, para construir complejos residenciales a modo de segunda residencia -en ocasiones con campos de golf incluidos- para ofertar a las rentas medias-altas, en compra y con financiación. La única explicación a este aumento tan desigual del parque de vivienda frente al de población es la ocasión perfecta que ofrece, para la acumulación de beneficios, el negocio inmobiliario del que algunos actores están beneficiándose. Y es que el lobby de la construcción -bancos, cajas de ahorros, instituciones, propietarios de suelo, promotoras, constructoras...- siguen amasando inmensas fortunas. Especialmente alarmante es el caso de las entidades financieras -bancos y cajas-, que han anunciado durante el año 2006 beneficios astronómicos, muchos de ellos obtenidos a través de operaciones inmobiliarias. Como ejemplo podemos decir que el BBVA anunció en los primeros nueve meses del 2006 4.736 millones de euros de beneficios, casi un 25% más que el año 2005.

Además de no facilitar el acceso a vivienda, este urbanismo salvaje está suponiendo una fuerte agresión a nuestro medioambiente. Y si no, que se lo pregunten al vecindario de Lezo o al de Pasaia o al de Artziniega o al de Bastida o al de Bakio o al de Andra Mari de Getxo o al de Lezama o... Muchos son los pueblos que están sufriendo este urbanismo salvaje que destroza nuestro medioambiente, que no satisface la necesidad de acceso a primera vivienda, que está suponiendo el paso de Euskal Herria a la Euskal Hiria, pero que llena los bolsillos de élites políticas y económicas. Esta tendencia a la construcción masiva llega al extremo de inventarse nuevas ciudades, como es, el caso de Gendulain, la futurible segunda ciudad más grande de Nafarroa Garaia.

Este negocio del ladrillo, del cemento y de la hormigonera ha sido amparado por todas las fuerza políticas.

Mañana hay elecciones municipales en Hego Euskal Herria. Desde las diferentes instituciones y desde los partidos nos invitan a ejercer el derecho al voto, ensalzando el valor de la democracia, aunque al mismo tiempo no han sido capaces de adquirir los compromisos mínimos para que toda la población pueda elegir a sus representantes,¡Qué grande es vuestra democracia!

Claro está que esos mismos demócratas son quienes en los últimos años han gestionado los ayuntamientos a su antojo, torpedeando cualquier posibilidad de democracia participativa, marginando a las asociaciones de vecinos, a los movimientos sociales, y a plataformas electorales... Esta actitud se extiende a instituciones de rango superior como las diputaciones, y los gobiernos de Lakua y de Iruñea. Estos entes se han dedicado a legislar a favor de los intereses de las élites económicas: Bajada del impuesto de sociedades, modificación del IRPF, subida de las tasas e impuestos directos, Ley del Suelo... Es curioso observar en estas fechas el lema de los diferentes partidos ofreciendo la posibilidad de opción a la población: «Tú tienes el mando», «el cambio está en tu mano»... Sin embargo, después de la campaña electoral y del 27M, esa posibilidad de elección volverá a ser una ilusión, ya que la tónica dominante de estas instituciones está siendo la imposición por encima de la voluntad popular: Tren de Alta Velocidad, Planes Territoriales, Planes de Rehabilitación, autopistas, superpuertos, urbanizaciones y campos de golf... El resultado de esta actuación es un recorte de derechos de la población a golpe de ley y de reforma y un déficit democrático que permite a las élites económicas y políticas de Euskal Herria mantener unos privilegios a costa de la precarización de las condiciones vitales de una parte importante de la sociedad. Por eso, para nosotros y nosotras, el lema de este 27-M debe ser: «tú tienes el mando, apaga el urbanismo salvaje, cambia al canal de los derechos sociales y de ama lurra».

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