La celebración, hoy, del primer centenario del nacimiento de John Wayne sirve pare recordar a una de las figuras más legendarias de Hollywood.

Se trata de una fecha memorable en la industria, con celebraciones desde Hollywood a Cannes pasando por Winterset, Iowa, donde hace cien años nació el llamado «Duke», o incluso en Newport Beach, California, donde pasó sus últimos años hasta que murió el 11 de junio de 1979.

El Festival de Cannes reestrenó el restaurado de dos clásicos de este actor, cuya carrera condensa el género del oeste. Se trata de «Río Bravo», el filme que protagonizó en 1959 bajo la dirección de Howard Hawks, y «Hondo», una cita prácticamente desconocida y que Wayne consideraba entre sus mejores trabajos.

Los estudios Warner también han vuelto a sacar a la venta, ahora en DVD, algunas de sus películas más populares, y a la restauración el pasado año de «The Searchers» (1956) se une ahora la de «Río Bravo» y «The Cowboys» (1972).

Una de las claves por las que Wayne se convirtió en un icono para gran parte de la sociedad estadounidense reside en su éxito en un género tan americano como el western y en su condición de estrella del cine bélico durante los años de la Segunda Guerra Mundial.

No obstante, Wayne no luchó en el frente. «Era algo que siempre quiso hacer, pero sus obligaciones familiares y su inminente despegue artístico se lo impidieron», señala Juan Tejero, que acaba de publicar una biografía de Wayne. Esto le causó frustración, pero le benefició como actor, ya que él era en el cine lo que sus compañeros de profesión -como James Stewart y Clark Gable- estaban siendo en la vida real de una forma más anónima. «Esto -argumenta Juan Tejero- provocó que su postura patriótica fuera aún más reaccionaria y, para apaciguar su conciencia, John Wayne terminara apoyando al senador McCarthy en su caza de brujas».