GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

Análisis

Lecturas de antemano

ANV tiene, por tanto, el reto de responder como lo hizo AuB en el 2003, con el suelo puesto en las cifras de 2004. Si se acercara a las cotas de EHAK sería, sin duda, un gran resultado.

Iñaki Altuna

En la noche electoral, los candidatos y líderes políticos ofrecerán sus primeras valoraciones al calor de los resultados. Con los datos en la mano, cambiarán o modularán sus expectativas iniciales, y así convertirán lo que hoy sería malo en regular; lo que sería regular, en excelente, y lo que sería simplemente bueno, en extraordinario, sin tener en cuenta ni la evolución electoral ni la situación política.

Antes de la vorágine de la noche electoral, conviene analizar sobre qué márgenes se mueven las diferentes fuerzas, en función de la evolución electoral de los últimos años y de la situación política, marcada por unas elecciones nada democráticas.

Las ya cada vez más habituales circunstancias en las que concurre la izquierda abertzale y su respuesta en las urnas a esta situación serán elementos de primer orden. Qué duda cabe que, si el proceso político hubiese evolucionado favorablemente y esta cita electoral fuese acorde a tal avance, sus expectativas serían diferentes, ya que estaría en disposición de irrumpir con fuerza en todas las instituciones.

Con la mirada puesta en hacer frente a esa injusticia, ANV tendrá sobre sí la responsabilidad de cosechar un número de votos suficiente para poner de manifiesto la necesidad de un proceso político que resuelva realmente el conflicto y evitar que quienes quieren desvirtuarlo salgan reforzados de esta cita.

La primera referencia para la izquierda abertzale en las actuales coordenadas está en 2003, con los 150.000 votos cosechados por AuB. Aquellos sufragios sirvieron de plataforma para hacer frente al PP y lograr abrir posibilidades a una vía de resolución. Así, en las estatales de marzo de 2004 y en las europeas de junio de ese mismo año, las papeletas anuladas rozaron los 120.000 votos, aunque en la segunda cita con un nivel muy alto de abstención.

Otra referencia se encuentra en las autonómicas de la CAV de 2005, las últimas elecciones celebradas en el sur de Euskal Herria, aunque sin Nafarroa. El factor de contar con una marca legal (EHAK) y los primeros visos de que se podía abrir una nueva situación permitieron que en poco tiempo la inédita candidatura alcanzase unos muy buenos resultados: 150.644 votos y 9 escaños.

ANV tiene, por tanto, el reto de responder como lo hizo AuB en el 2003, con el suelo puesto en las cifras de 2004. Si se acercara a las cotas de EHAK sería, sin duda, un gran resultado.

El final de la coalición entre PNV y EA encierra numerosas incógnitas a despejar: la primera, si la formación de Begoña Errazti sigue contando con un mínimo de base para su proyecto; y la segunda, cómo influirán los resultados en el devenir político del partido de Imaz, que tiene la vista puesta en acaparar el máximo poder institucional, también gracias a las ilegalizaciones.

Al margen de las estatales y europeas de 2004, el punto de comparación para EA en solitario hay que buscarlo muy atrás, en las autonómicas de 1998. Entonces obtuvo 108.635 votos. En la década de los 90, EA se situaba entre los 105.000 y los 135.000 sufragios. De hecho, sus mejores resultados los cosechó en los comicios forales del 91 y el 95. Parece difícil que pueda alcanzar esos números, pero si se acercara, demostraría que, pese al periodo de maridaje, constituye un partido socialmente consolidado.

Para EA, tan importante o más que el número de sufragios resultará el número de escaños o asientos municipales que pueda lograr. Hasta ahora, desde el mundo jelkide se le ha reprochado contar con una representación institucional inmerecida, lograda sólo gracias a la unión con el PNV. Una pérdida notable de los electos con los que cuenta actualmente sería un duro varapalo, agravado si se queda fuera de instituciones importantes. En ese caso, la tensión interna parece asegurada.

Tras quedarse sin pareja de baile, el PNV tiene que confirmar su liderazgo, al menos, en la CAV. Si quieren hablar de un buen número de votos, los jelkides tendrían que superar de calle los 400.000, pues en 2003, junto con EA, logró más de 535.000 sufragios y es de suponer que los de Errazti entonces no aportaron mucho más de cien mil. Su última cita significativa en solitario se produjo en las generales de 2004, en las que las candidaturas jeltzales casi llegaron a los 420.000 sufragios.

Bajar de esas cifras sería un dato preocupante, aunque no impensable, pues ya en las últimas autonómicas, que Ibarretxe convocó a toda prisa después del «no» del Congreso español a su plan, la coalición PNV-EA se quedó en 468.117 votos. Si se seccionasen, el número de la bolsa del PNV comenzaría con el dígito 3, algo que no gusta en Sabin Etxea.

Como la mayoría de los partidos, el PNV, además de al apoyo explícito de los ciudadanos, mirará al poder institucional que pueda acumular. La referencia de 2003 será difícil de igualar. Sin embargo, pese a que las urnas no le sean tan favorables, puede querer sacarse alguna espina, como en Araba, aunque sea a base de pactos que pongan en solfa la centralidad del tripartito como eje proclamada por Ibarretxe.

Las bajadas o subidas del PNV tendrán una lectura específica según los territorios, hasta el punto de que se puedan producir paradojas: si Imaz se viera cuestionado por unos resultados discretos, aún podría tener el consuelo de que les haya ido peor a sus adversarios internos, en caso de que el escándalo de la Hacienda les pasara factura al PNV en Gipuzkoa.

PNV y EA sí irán en coalición en Nafarroa, junto a Aralar y Batzarre. Las expectativas de Nafarroa Bai son a priori grandes, según han remarcado distintas encuestas. El enorme eco mediático de esta operación puede crear cierta confusión sobre qué podría considerarse un buen resultado. Lógicamente, han de obtener notablemente más que la suma de Aralar, EA-PNV y Batzarre hace cuatro años, cuando alcanzaron los 55.000 votos. La presentación en sociedad de Nafarroa Bai se produjo en las generales de 2004, con más de 60.000 papeletas, en una campaña fuertemente polarizada por la pugna PP-PSOE (elemento negativo para la nueva coalición) y con una alta participación (elemento positivo para quien se presentaba como una fórmula de éxito).

Los escaños que obtenga Nafarroa Bai se mirarán, por lo tanto, con especial atención toda vez que las encuestas le han augurado hasta 12 ó 13 escaños. Sería muy buen resultado. De ahí para abajo, ya no sería tan de extrañar. En 1999, entre todas las candidaturas que se proclamaban abertzales lograron 11 (8 EH y 3 EA-PNV). Si aún obtuviese menos, el anunciado éxito de la coalición sería menor, pues hace cuatro años los partidos por su lado ya sacaron 8, sin que, además, los casi 8.000 votos de Batzarre contasen a efectos de escaños.

De la coalición de Nafarroa a otra coalición de nuevo cuño en los otros tres territorios: EB-IU y Aralar. El peso del segundo componente es difícil de calificar, pues su salida hace cuatro años fue más débil en estos tres territorios que en Nafarroa y los resultados en sus sucesivos concursos electorales han sido realmente escasos, muy por debajo siempre de los 40.000 votos. IU cuenta ya con una bolsa de apoyo que, con altibajos, ofrece a la coalición una cierta representación. El techo de la suma de esos dos partidos se encuentra en las generales de 2004, con 140.661 votos (Aralar se presentó en coalición con Zutik). Hace cuatro años la suma no daba cien mil, y tampoco lo hizo en las autonómicas de 2005. Acercarse al citado techo sería, claro está, señal de que la operación ha funcionado. En el reparto de escaños, mañana se sabrá si la suma de las dos fuerzas les permite aprovechar mejor el reparto que deja la ilegalización.

Otro de los elementos importantes a analizar estará en la pugna entre las dos grandes fuerzas estatales, aunque su punto de interés va más allá de nuestras fronteras, en esa suerte de primarias para las elecciones generales españolas del año que viene. En 2003, el PP tenía más votos que el PSOE en el conjunto de los cuatro territorios, aunque desde entonces la tendencia se ha invertido. Por eso, si bien lejos de los 450.000 votos de las generales de 2004, la suma entre PSE y PSN -sobre todo, gracias al primero- tendría que superar por mucho los 308.000 sufragios de hace cuatro años. La misma tendencia, pero a la inversa, se debería de dar en el PP, que en 2003 obtuvo 350.000 y que, ahora, es posible que baje significativamente en el caso de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

Dos serán los territorios que merezcan especial atención: Araba, por la dura y apretada pugna electoral, y Nafarroa, por su significación política. En el territorio alavés, las encuestas dan como primera fuerza al PP (hace cuatro años fue el PNV, pero en coalición), seguido del PSOE a muy corta distancia. Esa primera posición sería especialmente importante para cualquiera de las dos formaciones: al PP le puede mitigar el hecho de que ha perdido terreno ante su rival y al PSOE le supondría un auténtico logro, con opciones serias de liderar alguna de las principales instituciones del territorio, a lo que también podría aspirar desde el segundo puesto a través de pactos postelectorales.

Las expectativas ofrecidas al PSN en Nafarroa, en cambio, no son nada halagüeñas, pues dicen que podría quedarse en tercer lugar. Sus datos en citas anteriores dan una muestra de sus posibilidades de voto en las elecciones al Parlamento de Nafarroa: 61.531 en 1999 y 65.003 en 2003, aunque en las generales logra pasar la barrera de los 100.000, más que sobradamente en la última ocasión.

En caso de que se quede en los diez escaños que algunos le vaticinan, algo que no ocurrió ni en los peores tiempos, sólo podría hablarse de batacazo. Sin embargo, la línea con el éxito puede ser muy fina, debido a que le bastaría quedar segundo para poder hacer valer su posición, tanto hacia UPN como hacia Nafarroa Bai, que se ha mostrado dispuesta a ofrecer la presidencia a Puras aunque éste quede por detrás.

Las cifras de UPN son más sostenidas, y en las últimas confrontaciones ha rondado los 125.000 votos. Un gran aumento sería poco probable, por lo que habrá que ver si, por el contrario, sufre algún desgaste.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo