SITUACIÓN DE LOS REFUGIADOS PALESTINOS EN LÍBANO
Casi seis décadas de resistencia sin apenas derechos en una tierra ajena
Obligados por Israel a dejar su tierra y su hogar en 1948, casi seis décadas después, aquellos palestinos y las generaciones nacidas y criadas en el campo de refugiados de Nahr al- Bared, en Líbano, se enfrentan a un nuevo desplazamiento forzado. Cerca de 15.000 personas han huido a Bedaui. Pero, más allá de la lucha que libran el Ejército libanés y Fatah al-Islam, hay una dura realidad caracterizada por la restricción de derechos que sufren los cerca de 400.000 refugiados.
Ainara LERTXUNDI | DONOSTIA
Cerca de 400.000 palestinos viven o malviven en los doce campos de refugiados instalados en Líbano, desde el norte al sur. Hace seis décadas que llegaron allí expulsados de sus tierras por Israel y aún siguen pagando las terribles consecuencias de aquel desplazamiento forzado que comenzó allá por 1948. Ya en 1992, la Agencia de las Naciones Unidas para la Ayuda a los Refugiados Palestinos (UNRWA) alertó de que el 60% de los refugiados vive por debajo del umbral de la pobreza y sin ningún derecho. Los combates que se están registrando en el campo de Nahr al-Bared han atraido la atención mundial de los medios, pero detrás de estos duros bombardeos está una población que se vuelve a enfrentar con dureza al fantasma del exilio.
En los últimos días, cerca de 15.000 personas han huido con tan sólo lo puesto de Nahr al-Bared aprovechando los escasos momentos de tregua. Algunos, sin embargo, no han podido o querido huir hacia un futuro incierto. Muchos ancianos han optado por quedarse porque ya una vez perdieron sus tierras y su patria, y ahora no están dispuestos a dejar su hogar, que muchos han visto impotentes cómo se derrumbaba.
«Es una repetición de lo que ocurrió en Palestina en 1948, cuando se creó el Estado de Israel», subrayó Murtaja El-Hajj a la cadena Al Jazeera, que ha logrado entrar en este campo y hablar con los palestinos. Este funcionario de la UNRWA en el área de sanidad, nació en Nahr al-Bared, donde vive con su esposa e hijos. Ahora, se niega a huir porque, sencillamente, «no tengo otro lugar adonde ir»,
Pero, en absoluto es fácil resistir sin suministro eléctrico, sin agua, sin leche infantil, sin medicinas...
Nahr al-Bared cuenta con siete centros médicos en los que, prácticamente, hace falta de todo. «Necesitamos sangre porque nuestro banco está vacío. Estamos operando a los pacientes en el suelo. El centro se ha visto envuelto en medio del fuego cruzado y muchos lloran pidiendo ser atendidos, pero no tenemos capacidad para llegar a todos», relataba al inicio de los combates el médico Omar Keenan. La situación, desde entonces, ha empeorado.
«Los suministros médicos son escasos. Las pocas clínicas que tenemos están funcionando sin anestesia», resaltó el-Hajj.
El olor de los cadáveres también se hace «insoportable». «Hay cuerpos atrapados debajo de los escombros y no tenemos forma alguna de sacarlos. Es una terrible masacre», remarcó. Mezquitas, escuelas y clínicas han quedado destruidas. Y ni siquiera el cementerio se ha librado de los bombardeos.
Protegidos por una manta y enarbolando una bandera de color blanco, Fadwa Sanadaqa, estudiante de universidad, y su hermano emprendieron junto a varios vecinos la huida hacia Bedaui que, en pocos días, ha duplicado su población.
Este campo, situado a orillas del Mediterráneo y cerca de Trípoli, fue creado en 1950. De albergar a unos 15.000 palestinos ha pasado a tener más de 30.000 personas en sus estrechas callejuelas. Este éxodo ha complicado aún más si cabe el ya de por sí complicado panorama. Hasta el espacio escasea. Ahora, entre 40 y 50 personas tienen que compartir una misma habitación y el baño. «No hay suficiente comida para todos, ni agua. Nos falta incluso ropa y casi no se puede dormir, no hay condiciones para ello. ¡Queremos volver a casa!», exclamaron varios jóvenes entrevistados por la cadena qatarí.
Las aulas se han convertido en alojamientos improvisados donde duermen entre 10 y 14 personas. Por la mañana, simplemente, recogen las mantas.
Ayer se sucedieron los llamamientos de las organizaciones no gubernamentales para que se garantice la seguridad de los civiles y se habiliten corredores humanitarios seguros.
En este sentido, Amnistía Internacional exigió que se permita la entrada «inmediata y sin restricciones» a Nahr al-Bared.
Su secretaria general, Irene Khan, expresó el temor de AI por el uso de artillería y otras armas pesadas, como fuego de carros blindados, por parte del Ejército libanés en zonas densamente pobladas.
«Los países que tienen influencia en el Gobierno libanés deben asegurarse de que las armas que se entreguen al Ejército libanés no contribuyan a que se cometan abusos contra los derechos humanos», remarcó.
Advirtió del «peligro real de que los enfrentamientos se conviertan en una oleada de violencia política generalizada en Líbano». «Con independencia de su causa inmediata, estos incidentes ponen de relieve el hecho de que la comunidad internacional lleva mucho tiempo sin resolver el conflicto entre Palestina e Israel. El Consejo de Seguridad tardó cuatro semanas en pedir un alto el fuego en Líbano durante el conflicto de 2006: La ONU debe actuar con más urgencia esta vez», afirmó.
Estos últimos combates han recrudecido las extremas condiciones de vida de los palestinos refugiados en Líbano, donde carecen de derechos básicos y sufren una discriminación a casi todos los niveles. La ley que regula la propiedad inmobiliaria, por ejemplo, les prohíbe específicamente tener propiedades. Las autoridades libanesas tampoco les permiten la entrada de material de construcción o mantenimiento en los campos del sur del país. Además, varios miles de palestinos están sin registrar por lo que carecen de documentos de identidad válidos ni residencia legal, así que en su caso las restricciones se multiplican por mil. Líbano intenta justificar esta falta de derechos alegando que una sustancial mejora de los campos y la consolidación de la población palestina sería como reconocer el reasentamiento forzado.
El campo de Bedaui, a orillas del Mediterráneo y cerca de Trípoli, fue construido en 1950. Sus primeros ocupantes vivieron en tiendas de campaña. Algunos emigraron y con las remesas de dinero que enviaban, levantaron pequeños habitáculos.
En un informe publicado el 2 de junio de 2006, el Comité de los Derechos del Niño de la ONU expresó su preocupación por la discriminación de facto que sufren los niños palestinos y recomendó al Gobierno libanés que sean registrados nada más nacer.
Según la Agencia de las Naciones Unidas para la Ayuda de los Refugiados Palestinos, los 400.000 palestinos exiliados en Líbano cuentan con el índice más elevado de «pobreza absoluta» respecto a los refugiados en otros países.
Tras una larga e intensa noche de combates en Nahr al-Bared, ayer a las 10.00 de la mañana hora local (una hora antes en Euskal Herria), aterrizaron en el aeropuerto de Beirut dos aviones de transporte del Ejército de Estados Unidos cargados de armamento. Fuentes militares indicaron que en su interior guardaban varias toneladas de munición, armas ligeras, misiles antitanque y gafas de visión nocturna. Los dos aeroplanos forman parte de una avanzadilla de seis aviones de ayuda militar que el Pentágono se ha comprometido a enviar a Líbano.
En la noche del jueves al viernes, el conflicto entró en una nueva y sangrienta fase tras dos días de un precario alto el fuego. Al atardecer, unidades de infantería libanesas apoyadas por carros de combate ligero reanudaron su ofensiva contra la maraña de edificios desvencijados de Nahr al-Bared, donde todavía permanece el 50% de la población.
El Ejército libanés guarda silencio sobre el número de víctimas y los organismos humanitarios carecen de datos al no poder contactar con sus colaboradores en el interior del campo. «Desde el amanecer, intentamos localizar a nuestros colegas, pero es imposible. No hay conexión y la falta de electricidad complica la situación», manifestó Ahmad al-Hach, portavoz de la Media Luna Roja Palestina. «Ni siquiera las ambulancias han podido entrar», añadió mientras mostraba una lista con el nombre de trece civiles cuya muerte pudieron confirmar a través de familiares desde el pasado domingo. Según diversas fuentes, los combates más de un centenar de muertos. La portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja en Beirut, Virginia de la Guardia, subrayó que las aproximadamente 15.000 personas que aún quedan en el campo «necesitan comida, agua, mantas y velas. Además, es necesario comenzar con el tratamiento de aguas residuales para evitar que broten enfermedades».
La Comisión Europea anunció que enviará 370.000 euros en ayuda humanitaria. GARA
El total de la población palestina en el mundo se estima que supera los nueve millones de personas, de las cuales, más de cuatro millones han sido expulsadas de sus tierras en las sucesivas guerras protagonizadas por Israel.