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Cadena de testimonios autoinculpatorios

Riis confiesa que consumió EPO durante seis años

El danés convocó ayer una rueda de prensa en la que reconoció haberse dopado entre 1993 y 1998

GARA | DONOSTIA

Como una presa que se resquebraja. Las primeras fisuras en el muro de silencio que envuelve ciertos ámbitos del mundo del ciclismo amenazan con hacerlo estallar en pedazos y permitir que el agua fluya a sus anchas.

Amenaza o buen augurio, quién sabe, porque quizá nos encontremos ante el final de la hipocresía y el inicio de una nueva etapa. De momento sólo se mojan auxiliares, ciclistas y algún médico, pero por algo hay que empezar.

Y la iniciativa no la toma cualquiera. Ciclistas en activo, como Erik Zabel, ya han dado el paso. Ayer le tocó el turno a un ex ciclista, pero también con mucho que perder. No en vano, Bjarne Riis es el actual director deportivo de CSC por un lado y, por otro, la confesión que realizó ayer podría costarle la retirada de alguno de sus éxitos, incluyendo el Tour del 96.

Y es que el ex corredor danés convocó ayer a los medios para una rueda de prensa en la que lo dejó claro. «Sí, me he dopado, tomé EPO», aseguró. Y durante nada menos que seis años, entre 1993 y 1998, según explicó el propio Riis. Periodo en el que, evidentemente, queda incluido 1996, año en el que se adjudicó el Tour. «Mi maillot amarillo está en el garaje de mi casa y pueden tenerlo cuando quieran -aseguró, ante la posibilidad de que su nombre desaparezca del palmarés de la prueba tras esta confesión-. No tiene ningún valor, lo que tiene valor para mí son los recuerdos».

Respecto a la decisión de dar este paso adelante, el ex ciclista danés explicó que «hasta ahora no había sentido la necesidad de confesar nada. Pero los recientes acontecimientos en Alemania le han dado nueva actualidad al tema». Aseguró, además, que «he venido aquí como persona privada para dejar atrás el pasado y poder construir algo para el futuro».

Lo del ámbito privado lo subrayó con especial énfasis Riis, que no quiso involucrar a nadie más. «Yo compré la EPO y yo la tomé», aseguró el director de CSC, señalando que los médicos de Telekom, en el ojo del huracán ahora mismo, sólo tenían la función de controlar que los corredores que optasen por doparse no se sobrepasasen.

Riis siguió la misma línea ante las preguntas en torno a su ex compañero Jan Ullrich, del que aseguró no saber si se había dopado y al que tampoco quiso enviar consejo alguno respecto a posibles confesiones. «Jan debe hacer lo que sea mejor para él», zanjó.

Precisamente ayer, un diario alemán adelantaba la posibilidad de que Jan Ullrich compareciera igualmente en breve ante los medios. El manager del corredor lo desmentía posteriormente, asegurando que «Jan no tiene motivos para pronunciarse en público».

La UCI quiere más

Mientras tanto, siguen produciéndose reacciones y consecuencias de la avalancha de confesiones de estos últimos días.

La UCI, para empezar, califica de «muy positiva» la actual situación, al considerar que el ciclismo «está en una fase de autocrítica fundamental, base necesaria para llegar a una situación más sana. El proceso en curso debe llevarnos a un nuevo ciclismo, con un nuevo espíritu entre los corredores, managers, directores deportivos y médicos de equipo, que habrán sacado las conclusiones de las experiencias negativas del pasado. Yo soy muy optimista y exhorto a todos los actores de nuestro deporte a colaborar», aseguró Pat McQuaid. Sólo le faltó decir que la propia UCI hará algo más que perseguir y sancionar.

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