GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

Terapias ante el cáncer de mama

La «quimio» no es la única respuesta efectiva

Un oncólogo que estrecha la mano de la paciente, alguien que escucha el torbellino de emociones que la asaltan tras el diagnóstico, la ayuda del cannabis para soportar esas náuseas y vómitos que sólo ellas sufren... Afectadas por cáncer de mama y expertos reclaman más comprensión y apoyo emocional por parte de la sanidad institucional.

Joseba VIVANCO

AMaite Medrano el cáncer la «golpeó» -es la expresión que ella utiliza- hace once años. Lo hizo en una de sus mamas. Fue con 39 años. Una más de esas, cada vez más, mujeres que se encuentran por debajo del umbral que Osakidetza se niega a rebajar para generalizar las mamografías periódicas, los 50 años. Aquella revolución celular de su cuerpo y la consiguiente revolución en su propia vida han dejado paso hoy a una «revolución tranquila», como ella misma narra. «La mitad de mi recuperación ha sido el tratamiento quirúrgico, la quimioterapia, la radioterapia y otras muchas más `apias'. Pero la otra mitad se la debo al apoyo afectivo de muchas personas, al acompañamiento», reconoce. Ella, como otras muchas afectadas por el cáncer de mama, encontró en la haptoterapia, la llamada ciencia de la afectividad, una respuesta al vacío que la medicina hospitalaria sigue sin terminar de rellenar.

«Cada vez más profesionales médicos ponen una coraza frente a sus pacientes y se olvidan de esa parte afectiva», les echa en cara esta mujer. Porque, «qué distinto nos resulta en las consultas, en los pasillos del hospital, en los quirófanos cuando nos tratan con cariño; qué distinta sensación cuando nos tratan con tacto... Los médicos que dan la mano a sus pacientes curan más, lo dicen los estudios. Y ninguna de nosotras olvida a esas personas».

«En la Sanidad Pública no hay ningún servicio que te haga llevar el mal trago», se lamenta Mari Jose Macaya, a quien le detectaron un tumor en una mama hace seis años -hoy tiene cincuenta-, un año después de sufrir la incompetencia de su ginecóloga, que se negó a pedir una prueba que sólo costaba 30 euros. Haptoterapia, tratamientos sicológicos, cuidados paliativos, consumo terapéutico del cannabis... La medicina hospitalaria llega hasta donde llega, pero la paciente necesita más. Necesita acompañamiento, alivio, a sus dolores internos y externos. «Somos víctimas del dolor, pero responsables del sufrimiento», sentencia el sicoterapeuta Eduardo Roselló. Su trabajo profesional, como él resume de manera sucinta, es escuchar. Escuchar, «porque no tenemos todas las respuestas, pero sí orejas».

El autor de libros como ``Salir de la botella'' reconoce que para la paciente son «momentos difíciles», pero insiste en que el profesional debe trasmitir la idea de seguridad, «pero sin dirigir, es decir, que quien lleve el timón de su propia vida sea la persona. Se trata de caminar sin prisas, escuchando». Herramientas como la relajación, el trasmitir la idea de vivir la vida de una manera más rica, de apoyar emocionalmente a esa `golpeada' por el cáncer, son elementos que a juicio de este experto «deberían manejar también los oncólogos, los ginecólogos, los profesionales que las van a tratar».

La sicóloga de la Asociación vizcaina de mujeres con cáncer de mama suscribe cada una de esas palabras. Miren Barrutia colabora desde hace poco más de tres años con estas mujeres y coincide en que «lo primero que quieren o necesitan es que las escuches. La mujer suele poner en orden sus emociones a través de las palabras y cuando una recibe un diagnóstico de cáncer, le surgen un torbellino de emociones como miedo, ansiedad, culpa, soledad, ira, tristeza... y normalmente vienen a asesorarse buscando ayuda para ordenar ese torbellino. Necesitan aprender a reconocer y a efrentarse a esas emociones».

Acompañar hasta el final

Jacinto Batiz también sabe mucho de emociones, de tacto, de dar la mano. No en vano es jefe desde hace años de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi. Él sabe lo que es acompañar al paciente hasta el final del trayecto. «El cáncer muchas veces no se puede ganar, pero podemos hacer mucho hasta el final. ¿El qué? Seguir acompañándole... o simplemente, tocarle».

Este veterano profesional reconoce que palabras como éstas «quizá resulten nuevas para los médicos. El médico en estas situaciones tiende a echar a correr, porque no tiene tiempo, porque no es tarea suya... cuando lo que debería hacer es no abandonar. Porque el médico debe ser más cercano y llegar hasta el final, el médico debería estar comprometido con la vida de la enferma».

Jacinto Batiz insiste en dejar claro que «la persona que no ha ganado al cáncer no es un número, ni un caso. Es alguien. Y nuestros enfermos lo que desean es que no les abandonemos cuando más nos necesitan». En el final de la vida y en el día a día de la lucha contra la enfermedad, a la que se puede vencer. «La actitud de paliar debería estar presente en todos los médicos», no se resiste a demandar de todos sus colegas. «Cuando hablamos de ese tacto, hablamos de decirle a la paciente que `aquí estoy yo para cuando me necesites'. Suele pasar que cuando el paciente te llama a la consulta y te dice que quiere hablar, el médico suele responder que mañana, un espacio de tiempo que a él le puede parecer corto, pero que para esa paciente es toda una vida».

El uso terapéutico del cannabis

Vacíos emocionales que también duelen a estas mujeres, pero vacío también cuando la enferma acude a su especialista por unos hormigueos en las piernas o por el estreñimiento derivados del tratamiento, y el médico no ofrece respuestas prácticas a esos u otros síntomas, como los efectos secundarios de las náuseas y los vómitos, o los dolores musculares. Y aparece el cannabis, la palabra innombrable para muchos. ¿Puede ser terapéutico? ¿Realmente ayuda a estas mujeres a superar algunas de esas secuelas?

Asociaciones vascas de mujeres de cáncer de mama han exigido su legalización para uso médico al Parlamento de Gasteiz hasta en dos ocasiones. Pero nada. «Hasta que lo logremos, las enfermas seguiremos consumiendo el cannabis ilegalmente, siempre que tengamos necesidad de ello y siempre que tengamos la oportunidad de conseguirlo, porque no queremos sufrir un dolor innecesario», evidencia sin medias tintas Mari Jose Macaya, cuyas palabras sobrevuela el espíritu reivindicativo de la recordada Maite Zarandona, vicepresidenta de Acambi.

Martín Barriuso, presidente de la asociación vasca Pannagh, sabe de lo que habla. Desde hace unos años colabora con la agrupación vizcaina de afectadas -«informando, que no suministrando», matiza- sobre el consumo con fines paliativos de esta sustancia. Hoy por hoy, en el mercado legal existen hasta cuatro posibilidades de uso de cannabinoides, pero en la práctica «son inaccesibles e inoperantes», porque no hay manera de encontrarlas en las farmacias.

Necesidad de un discurso diferente

Cada vez más profesionales médicos, como corrobora Barriuso y las propias demandantes, recomiendan de palabra el uso del cannabis. Muchas mujeres, desde hace tiempo, llaman a la puerta de asociaciones como Pannagh, pero también de Ganjazz en Lasarte-Oria o Amigos de María en Gasteiz.

En la que preside Barriuso, el año pasado registraron 153 consultas sobre este tema. De ellas, un 35% correspondía a mujeres afectadas por un tumor de mama. «Muchas de estas personas ni se atreven a decir la palabra cannabis y no digamos marihuana. Pero esto no va de fumar porros, es más, lo desaconsejamos por el humo», aclara. En realidad, existe mucha desinformación en torno a esta alternativa. «Lo que nosotros estamos haciendo es una chapuza, así es. Trabajamos con la planta entera, con un sistema que es muy primitivo, pero como no existe otra manera de hacerlo...».

Iñaki Markez es siquiatra de Osakidetza y defensor también del uso del cannabis con fines terapéuticos. «¿Riesgos? Como cualquier medicamento, pero también salir de casa tiene sus riesgos. Pero el mayor riesgo lo desencadena la prohibición», no duda en sentenciar. «Lo que no son de recibo son las situaciones ambiguas como las de las administraciones, donde sí, pero no. Necesitamos un discurso diferente», reclama. Este experto defiende que existen ya numerosos estudios bien documentados que avalan este uso «y no lo dicen unos cualesquiera».

En el reciente congreso estatal celebrado el pasado fin de semana en Bilbo, se invitó a todas las asociaciones a reclamar esta alternativa a los responsables sanitarios. «La enfermedad la paso yo», como argumentó en vida Maite Zarandona.

«Porque no estás sola...», es la invitación de las asociaciones a las afectadas

Georgina Sánchez es el alma mater de la asociación vizcaina de mujeres con cáncer de mama -www.acambi.org-, que reúne a más de medio millar de socias, 53 nuevas en 2006. «Una chica de 26 años, a la que le acababan de diagnosticar un tumor, nos escribió el otro día al e-mail. No se lo había dicho aún a su pareja, se preguntaba cómo se lo iba a decir, y quería saber si podría tener hijos o no», recuerda. Es la realidad de las afectadas. Les dan el diagnóstico, pero nadie les habla de los «efectos colaterales». Por eso el lema de las asociaciones es «porque no estás sola». J.V.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo