La ingeniosa frase que figura en el titular la pronunció un funcionario de la seguridad israelí al inicio de la nueva ofensiva de su Ejército contra la población de Gaza. El comentario respondía a las críticas suscitadas por la detención de media docena de destacados representantes de Hamas, entre ellos un ministro. Ayer, las fuerzas israelíes siguieron aplicando la misma consigna y arrestaron al portavoz de Al-Fatah en el Parlamento, Jamal Tirawi, y a varios miembros más de este movimiento. Con todo, el presidente de la ANP, Abbu Mazen, insistía en reclamar a las milicias palestinas que dejen de lanzar cohetes sobre poblaciones israelíes, en un intento de que a ese gesto Israel responda, a su vez, con el cese de la actual agresión militar.

La propuesta de alto el fuego que suscribe el presidente palestino no ha despertado, de entrada, grandes apoyos entre los grupos de la resistencia palestina, fundamentalmente porque, como indica la detención de electos a que se dedica con gran celo el Gobierno israelí, no estamos ante una ofensiva aislada, sino ante el propósito de condicionar el derecho de los palestinos a gobernar las instituciones de su país. Por loables que puedan ser las intenciones de Mazen, una distensión efectiva no será posible hasta que Israel interiorice que su seguridad pasa por un acuerdo de paz por territorio.