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El campo de Nahr al Bahred es atacado por tierra y aire

El bisoño Ejército libanés, reforzado con suministros occidentales, continuaba ayer bombardeando el campo de refugiados palestino de Nahhr al-Bared, en un intento de «ablandar» la resistencia de la milicia islamista de Fatah al-Islam para acometer su ofensiva final. Frente a las poco creíbles promesas de un juicio justo por parte del Gobierno pro-occidental libanés, el grupo armado vinculado a Al Qaeda prometió aguantar «hasta la última gota de sangre».

Salim YASSINE |

El Ejército libanés castigaba sin tregua ayer al campo de refugiados palestinos de Nahr al-Bahred, en el norte del país. Cada cinco minutos, cañones de 155 milímetros lanzaban su carga explosiva contra las ya castigadas viviendas de este barrio. Por primera vez desde el estallido de la crisis hace justo una semana, un helicóptero Gazelle, de fabricación francesa, disparó con ametralladoras contra las casas cercanas a la costa y lanzó dos misiles aire-tierra contra objetivos en esta zona.

«La batalla continuará hasta que consigamos erradicar este fenómeno», señaló un portavoz del Ejército, en referencia a los milicianos de Fatah al-Islam, organización armada islamista que, siempre según el Gobierno pro-occidental libanés, tendría vínculos con la red Al Qaeda.

Columnas de humo surgían de entre los destrozados edificios del campo, sitiado desde el viernes por la noche por el Ejército libanés en el contexto de la hasta ahora mayor ofensiva militar para desalojar a los milicianos islamistas resistentes.

Un portavoz de estos últimos, Abu Salim Taha, rechazó la rendición y anunció que estarían dispuestos a combatir «hasta la última gota de sangre».

Los combatientes islamistas respondían desde el interior con lanzagranadas RPG y ráfagas de fusiles. No se escuchaba respuesta con mortero, como en días precedentes, lo que daba pie a versiones sobre la creciente debilidad de la resistencia.

No obstante, el Ejército libanés reconoció seis bajas mortales en las últimas 24 horas, a las que habría que sumar una cifra indeterminada de heridos por disparos de francotiradores instalados en el interior del campo.

Y eso que, pese a haber anunciado lo contrario, el Ejército libanés tuvo que reconocer que no había penetrado en el campo de refugiados.

Sí anunció la Armada libanesa que sus soldados progresaban por la parte norte y este del campo en medio de barrios residenciales alrededor de Nahr al-Bared, campo que no tiene los contornos definidos.

«No nos hemos fijado ningún plazo para la batalla. Nuestro objetivo es no castigar a los civiles», señaló un portavoz militar, que añadió que «si no fuera por los civiles, acabaríamos esta operación en dos horas».

Por contra, los diarios libaneses aseguraban que el asalto final al campo tendrá lugar en un plazo de 48 horas.

Miles de refugiados

Alrededor de 5.000 refugiados se hallaban en el interior del campo, que albergaba antes de la crisis a más de 30.000 personas. La mayoría de los que decidieron quedarse o no pudieron huir se hallaban en el sur de Nahr al-Bared. Con todo, la situación humanitaria era ayer catastrófica.

Abu Imad Helwani, portavoz en el campo de la organización palestina oficial al-Fatah -que apoya los bombardeos- aseguró que sus hombres establecieron puestos de control en la parte sur para impedir la llegada de milicianos islamistas.

Estos últimos, siempre según esta fuente, habrían concentrado sus fuerzas en la parte noroeste del barrio, duramente castigada por el fuego artillero.

Abu Imad Helwani aseguró que los milicianos islamistas habrían sufrido bajas mortales desde el inicio de esta, al parecer, última ofensiva militar, el pasado viernes. «Todo un grupo de Fatah al-Islam fue liquidado el viernes», aseguró.

Clérigos próximos al movimiento también oficial de Hamas exigieron ayer el establecimiento de un alto el fuego para negociar una salida.

RENDICIÓN

El primer ministro libanés, Fuad Siniora, aseguró que los sitiados no tienen otra opción que rendirse. «Es un grupo terrorista que no tiene alternativa alguna (...) Terminaremos una intervención quirúrgica para extirpar Fatah al-Islam», anunció.

RESISTENCIA

Abu Salim Taha, portavoz de la guerrilla islamista, aseguró que el campo de refugiados «no caerá pese a los bombardeos destructores. El Ejército libanés no logrará entrar nunca», añadió.

Israel deja sin agua y luz a miles de personas en Naplusa

El Ejército israelí dinamitó varias barreras de hormigón en el casco antiguo de la ciudad cisjordana de Naplusa, hiriendo a diez palestinos y dejando sin agua y luz a miles de vecinos. El consejo municipal de Naplusa, ciudad de 180.000 habitantes, cifró en por lo menos 100.000 dólares los daños. El ministro de Información de la ANP, Mustafah Barguthi, denunció el acoso constante que sufre esta ciudad, que desde el estallido de la segunda Intifada ha perdido a 564 vecinos a manos de los soldados israelíes.

El Ejército israelí justificó los graves daños de la voladura de los muros debido a que la barrera fue levantada en una zona con alta densidad de población e insistió en que en la casbah de Naplusa han sido descubiertos laboratorios de explosivos, arsenales de armas y cinturones de dinamita.

«Naplusa es la capital número uno del terrorismo palestino», insistió un portavoz militar israelí.

Sin salir de Cisjordania, dos palestinos fueron secuestrados de madrugada por el Ejército israelí, que aseguró haber herido a otro palestino que habría intentado agredir a soldados con una piedra GARA

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