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A ver qué caprichos tiene el millonario que llega

Jon ORMAZABAL

El Alavesismo acudió ayer a Mendizorrotza con la intención de asegurar y celebrar no sólo la permanencia en Segunda, sino también el más que probable punto final a la etapa más negra de su historia. Visto lo visto y después de haber sufrido todo lo que se ha sufrido, es normal una reacción así, sin embargo, el destino y el futuro de la entidad sigue dependiendo de los antojos del próximo propietario del 51%, salvo una más que improbable atomización de títulos. Y es que el Alavés no ha sido sino la primera y más perjudicada víctima de la conversión de los clubes en SAD, un cambio que permite no sólo la compra de equipos como si fueran inmuebles sino incluso posibilidades tan remotas al espíritu deportivo como la venta de plazas. Guardando mínimamente las formas, los nuevos propietarios tendrán un apoyo incondicional de público y de las arcas públicas, pero como nos vuelva a salir raro...

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