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Iñaki Lekuona Periodista

La semilla del pecado

Este sábado amaneció gris y lluvioso en Baiona. De una sordidez premonitoria. La noticia no es nueva. Es demasiado vieja, rancia, mohosa. Y a la vez terriblemente actual. Por eso es sorprendente que ninguno de los grandes periódicos de la gran República francesa le haya dedicado una sola línea. Como si los sucesos fueran tema exclusivo de los diarios locales. Hay muertes de grandes titulares; otras no parecen haber existido.

El sábado encontraron a Liliane Hérault en la bañera de su casa, con la vida cercenada a cuchilladas. Presuntamente a manos de su compañero. No es una noticia nueva. Es tan vieja como la semilla del pecado que el judeocristianismo colocó en el corazón de la mujer. Como si el hombre, verdadero dios de esta religión creada a su imagen y semejanza, tuviera con qué justificarse.

Ahora, en campaña electoral, los candidatos se rasgarán las vestiduras y prometerán lo que no pueden cumplir. A ver con qué expresión trágica se nos cuela en los televisores la ministra del Interior, Michèle Alliot-Marie, tan dada a sonreír tras responder a una pregunta. A ver qué gilipollez suelta el diputado y alcalde de Baiona Jean Grenet, una de cuyas frases más gloriosas la lanzó hace un par de años tras las fiestas en las que se contabilizaron ya no sé cuántas violaciones: «cuando a las cuatro de la mañana se baila en tanga delante de los amigos, se corren más riesgos que si se queda una vestida». A ver con qué cita filosófica nos sale el jacobinosocialista Jean Espilondo, tan cercano a la República como lejano de los ciudadanos.

Nunca es buena fecha para morirse y menos de esta manera. Pero el periodo electoral es seguramente el peor de los momentos. Porque si la muerte es desagradable, aún debe de serlo más cuando le maltratan a uno su propio cadáver con demagogias que huelen a papeletas de urna, cuando le soban la esquela con manipulaciones electoralistas. Si existe la semilla del pecado, seguramente brotará el domingo, bajo la luz gris y lluviosa de la sonrisa simulada de los grandes candidatos. Seguro que lamentan profundamente disputarse un voto menos. Que con los grandes periódicos de la gran República se lo coman.

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