El PNV dio a conocer ayer una declaración de la dirección del partido en el que, con constantes referencias al pasado, critica con dureza a ETA -le llama «fascista»- y a la izquierda abertzale y proclama la importancia de «reivindicar la libertad frente al totalitarismo» de quienes «amenazan con asesinar a personas por el hecho de pensar diferente».

El comunicado al que dio lectura el presidente jeltzale, Josu Jon Imaz -quien estuvo acompañado por la secretaria del EBB, Josune Ariztondo, y su portavoz, Iñigo Urkullu-, afirma que el anuncio de ETA es «una falacia» porque considera que el alto el fuego se rompió el 30 de diciembre en Barajas. «Desde entonces, todas las comunicaciones de ETA y de la izquierda radical han ido dirigidas a justificar ante su propio mundo una decisión ya tomada previamente», resalta.

Tras recordar las «trágicas situaciones» que siguieron al final de la tregua de 1998, la formación jelkide indica que en marzo de 2006 «creíamos que se abría una nueva oportunidad. La hemos trabajo desde nuestra responsabilidad y lealtad a nuestro compromiso con este pueblo, y con la paz y la libertad», aunque agrega que «desde hace meses sabemos ya que esta nueva ocasión ha vuelto a resultar fallida».

«El único culpable» de ello es ETA, según el PNV, porque es «la que ha roto un principio democrático básico, basado en que los problemas y los objetivos políticos tienen que ser resueltos o logrados a través de la palabra, el diálogo, el acuerdo y la voluntad ciudadana».

«El drama de la sumisión»

Para los jeltzales, «uno de los dramas» de este proceso ha sido la «constatación de la sumisión de Batasuna a la estrategia de ETA». De hecho, acusa a los dirigentes de la izquierda abertzale de «traicionar» la propuesta de Anoeta. Por ello, asegura que «hoy no conocemos interlocutores válidos en Batasuna» porque en su seno «no hay nadie con capacidad y coraje para apostar por la política y la democracia».

Tras expresar su apoyo a las personas amenazadas y a sus familias, el PNV vuelve a incidir en que «un atentado de ETA no nos puede pillar con los puentes rotos». En esa línea, se compromete a «buscar unas bases mínimas para hacer frente al terrorismo, apoyar a las víctimas sin utilizaciones partidistas, trabajar conjuntamente un discurso de deslegitimación del terrorismo y llegar a acuerdos sobre la aplicación de los mecanismos del Estado de Derecho sin políticas de excepción».

«No renunciamos a alcanzar la paz», apunta, para sentenciar a continuación que ese escenario es sólo posible con «diálogo democrático y estrategias claras compartidas. Con voluntad decidida pero sin voluntarismos». Y advierte: «No vamos a aceptar nunca la imposición totalitaria de una ETA que pretende imponer objetivos políticos a través de la violencia y la amenaza».