amnistia egun nazionala
Una semana en la que la amnistía se tiñó de luto
MAYO DE 1977. EL CLAMOR POR LA AMNISTÍA Y POR UN CAMBIO POLÍTICO SACUDE EUSKAL HERRIA. LA II SEMANA PRO AMNISTÍA SE PREVÉ EXITOSA, PERO LA BRUTALIDAD POLICIAL TIÑE DE LUTO AQUELLAS JORNADAS.
Oihana LLORENTE
Treinta años. El tiempo pasa sin cesar y, a su ritmo imparable, son muchos los cambios acontecidos en nuestro entorno. Treinta años dan para mucho, las personas envejecen y se marchitan en este período de tiempo, las modas se quedan obsoletas, la tecnología avanza a pasos agigantados... pero, por desgracia, en Euskal Herria parece que hay cosas que nunca cambian.
Esta pequeña nación ubicada entre las orillas de los ríos Aturri y Ebro ha sido testigo directo de una infinidad de guerras, injusticias y vulneraciones. El conflicto que padece Euskal Herria y sus gentes viene de lejos, de muy lejos; y según se dice, el pueblo que olvida su pasado está obligado a vivirlo de nuevo. Precisamente, con el fin de evitar que esta ya popular reflexión se convierta en una pesadilla insuperable, Orereta Euskal Herria 1977-2007 Ekimena ha querido echar la vista atrás.
Hurguemos en nuestra memoria y situémonos en una de las semanas más trágicas de la historia reciente de Euskal Herria: entre el 8 y el 15 de mayo de 1977.
Vientos de reivindicación y esperanzas de cambio recorren Hego Euskal Herria. La muerte del dictador Francisco Franco trae consigo un clima revuelto y el clamor en favor de la amnistía y la libertad; pero en la segunda semana de mayo esas reivindicaciones se tiñen de luto.
Lunes 9 de mayo de 1977. Arranca en Euskal Herria la «Segunda Semana pro-Amnistía». La primera se había celebrado a finales de febrero de ese mismo año, con inmensas movilizaciones que reclamaban la liberación de los presos políticos vascos. El fatal desenlace comienza a registrase dos días después. El miércoles día 11, numerosas localidades vascas son escenario de grandes sentadas y asambleas populares. En Errenteria, por ejemplo, son más de 6.000 los vecinos que acuden a la asamblea popular, donde deciden desarrollar una huelga general al día siguiente. La convocatoria se extienden como la pólvora por buena parte de Euskal Herria.
Con un paro casi total despierta la mañana siguiente. Manifestaciones, barricadas y enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad del Estado se repiten durante una jornada que resultará sangrienta. Al mediodía, cerca de seis mil personas secunda otra asamblea en Orereta y, a continuación, parten en manifestación hacia la calle Biteri. Allí la Guardia Civil los espera, reprimiendo la manifestación y viviéndose situaciones de pánico. Algunos de los manifestantes resultan detenidos, por lo que un grupo de personas se dirige al cuartelillo del instituto armado con objeto de exigir su inmediata liberación.
Fuego real contra manifestantes
La Guardia Civil recibe con fuego real a los manifestantes, hiriendo con balas a decenas de personas. Julio Marqués sufrió un disparo en la pierna, lo que le llevo a estar más de diez meses ingresado en el hospital. Sus recuerdos sobre aquellos acontecimientos no son extensos tres décadas después, pero no puede olvidar las preocupantes noticias que recibía durante los primeros días de su ingreso, ya que tres vecinos de Orereta morían a causa de la brutalidad policial. Marqués asegura haber realizado todo tipo de trámites para recibir algún tipo de indemnización por aquellos hechos, pero todos los esfuerzos fueron en vano. La causa quedó archivada sin que los responsables tuvieran que responder por ello.
Ya por la tarde, también en Errenteria, otra bala disparada por agentes del instituto armado alcanza mortalmente a Rafael Gómez Jauregi, de 78 años de edad.
Y la tragedia se recrudece aún más pocas horas después. El viernes 13 de mayo amaneció de luto. Una concentración que intentaba recordar a Gómez y denunciar su muerte se salda con una nueva carga policial. Gregorio Maritxalar Ayestaran, de 72 años, recibe un nuevo impacto de bala, que diez días después acaba con su vida. Otro oreretarra, José Luis Cano, corre la misma suerte, ya que muere a consecuencia de la brutalidad policial, esta vez en Iruñea.
Su hermano, Angel Cano, recuerda como cuando José Luis intentaba escapar de la policía y se disponía a entrar en un bar, los agentes le obstaculizaron el camino y lo cogieron. «Le aporrearon todo lo que quisieron y más» -relata- y al final le dispararon, matándolo».
También en la capital navarra, Luis Santamaría Mikelena, de 72 años, murió en su casa a consecuencia de un infarto, mientras presenciaba los enfrentamientos entre los manifestantes y los agentes de la Policía.
Toda Euskal Herria y en especial el pueblo de Orereta queda perplejo. En menos de 48 horas, eran tres los oreretarras muertos por la brutalidad policial. Los próximos días también se presumen duros.
El sábado 14 de mayo, hacia el mediodía, una gran manifestación parte hacia el barrio de Beraun, donde residía José Luis Cano. Por la tarde, miles de personas se agolpan en el exterior de la iglesia para dar su último adiós a Rafael Gómez. Tras la misa, otra manifestación parte desde la iglesia hasta el lugar donde las balas segaron la vida de Gómez y una multitud entona un emocionado «Eusko Gudariak». Pero la sombra de la brutalidad policial no tarda en reaparecer y los incidentes se reproducen.
Félix Soto, uno de los fundadores de las gestoras pro amnistía, nos trae a colación esas «inmensas» movilizaciones en favor de la amnistía y recuerda que fueron «muchísimas» las personas que en esa época encontraron la muerte en la brutalidad policial.
Días antes, el 8 de mayo, ya entrada la noche, Clemente del Caño Ibañez, empleado de la autopista Bilbo-Behobia, muere atropellado por un vehículo cuando, obligado por la Guardía Civil, se disponía a retirar una barricada. El 14 de mayo, el miembro de Comisiones Obreras Manuel Fuentes Mesa era abatido a tiros por la Guardia Civil en Ortuella, cuando abandonaba junto a sus amigos el restaurante en el que habían cenado. El bilbaino Francisco Javier Núñez fue objeto de una brutal paliza a manos de un grupo de «descontrolados». Cuando se disponía a interponer la denuncia por estos hechos, el mismo grupo de fascitas le obligó a ingerir coñac y aceite de ricino; a consecuencia de todo ello falleció poco después.
Ocasión repleta de oportunidades
En el trigésimo aniversario de aquellas muertes, Orereta Euskal Herria Ekimena ha querido traer a la memoria aquellos días porque, aun habiendo transcurrido tanto tiempo, a juicio de esta iniciativa aquellos acontecimientos tienen especial trascendencia en la Euskal Herria de hoy.
La iniciativa mira con ilusión al futuro y señala que «vivimos una ocasión repleta de oportunidades» por lo que aboga por no repetir los errores del pasado y sentar unos pilares reales y firmes para un acuerdo definitivo que supere el eterno conflicto de Euskal Herria. Orereta Euskal Herria Ekimena recuerda como en aquel período la sociedad exigía el cambio político y entendía la amnistía como «objetivo ineludible» en ese camino. Pero como recoge con tristeza en su comunicado, «no hubo ni amnistía ni cambio político».
Treinta años después, los promotores de esta jornada consideran que la sociedad vasca exige ese cambio político y entiende que la amnistía «tiene un valor y un sentido insoslayable», permitiendo brindar soluciones políticas y posibilitando la superación de las consecuencias del conflicto.
Con objeto de reivindicar alto y claro la necesidad de «una verdadera amnistía», las calles de Errenteria, al igual que lo hicieron hace treinta años, esperan acoger este domingo de nuevo a cientos y cientos de ciudadanas y ciudadanos vascos. Esta vez les espera el Día Nacional de la Amnistía, convocado por la iniciativa Orereta Euskal Herria 1977-2007. Una jornada para refrescar la memoria o conocer el pasado reciente.
Mañana, Errenteria será escenario de la celebración del Día Nacional de la Amnistía organizado por la iniciativa Orereta Euskal Herria 1977-2007.
La jornada arrancará a partir de las once de la mañana con herri kirolak. Una hora más tarde, la actuación del mago Txan, en la plaza Koldo Mitxelena, y los bertsolaris, en la plaza de la música, cogerán el testigo. Durante todo el día, trikitilaris, dulzaineros y diversas charangas ambientarán la localidad, y el centro cultural Xenpelar acogerá una exposición y la emisión de un DVD. La ikastola, por su parte, será el lugar dedicado a los más pequeños.
La cita principal será a la 13.00. A esa hora la plaza de la música acogerá el acto político central. A partir de las 14.30 se llevará a cabo una comida popular, con cabida para 1.200 personas, en la plaza Koldo Mitxelena.
Tras degustar el menú preparado para la ocasión, la música tomará el protagonismo. La verbena, con el grupo Estanga Anaiak, y los conciertos de Sagarroi y Betagarri harán bailar y disfrutar a todo aquel que se acerque a esta localidad guipuzcoana.
8 de mayo de 1977
Clemente del Caño Ibáñez muere atropellado por un turismo a la altura de Oiartzun, cuando retiraba una barricada obligado por la Guardia Civil.
12 de mayo de 1977
Una bala disparada por la Guardia Civil alcanza mortalmente a Rafael Gómez Jauregi, de 78 años de edad, en Errenteria.
13 de mayo de 1977
Gregorio Maritxalar Aiestaran, vecino de Errenteria de 72 años de edad, recibe un impacto de bala de la Guardia Civil. Muere diez días después.
José Luis Cano, otro oreretarra, muere en Iruñea a manos del instituo armado. Agentes de este cuerpo le propinan una brutal paliza antes de dispararle en pleno día.
Luis Santamaría Mikelena, de 72 años de edad y vecino de Iruñea, fallece a consecuencia de un infarto mientras observaba desde su domicilio los enfrentamientos entre los manifestantes y la Policía.
14 de mayo de 1977
En Ortuella, el miembro de Comisiones Obreras Manuel Fuentes Mesa es abatido por los disparos de la Guardia Civil.
Francisco Javier Fernández Núñez es objeto de una brutal paliza por parte de un grupo de fascistas. Cuando iba a interponer una denuncia al juzgado de Bilbo, los fascistas le obligaron a ingerir coñac y aceite de recino, falleciendo a consecuencia de ello.
Siete
Siete personas murieron en los siete días que duró la «Segunda Semana pro Amnistía».