Prisión largamente trabajada
El Tribunal Supremo español ratificó la condena de 15 meses de prisión impuesta a Arnaldo Otegi por su intervención política en un acto de recuerdo a Argala. Corría diciembre de 2003 y la izquierda abertzale acababa de hacer pública su Propuesta de Bergara, que brindó al resto de fuerzas abertzales con la intención de llevar entre todos un mensaje común a las elecciones generales españolas de marzo de 2004. La iniciativa emplazaba al reconocimiento del derecho de los vascos a decidir como llave hacia la solución del conflicto.
No deja de resultar significativo que se abrieran diligencias judiciales a Arnaldo Otegi en coincidiencia con ese proceso de socialización de una iniciativa de paz. Aquella acción judicial que ha derivado cuatro años después en el encarcelamiento del portavoz independentista no sería la única. En los tribunales españoles hay abiertas cuatro causas en su contra, una de ellas relativa, una vez más, a un acto político consagrado a favorecer un proceso de paz y normalización. Hablamos de la presentación de la Propuesta de Anoeta (2004), llamada a convertirse al poco de su presentación en un catalizador del proceso de diálogo y, dentro de ese proceso, del alto el fuego declarado por ETA el año pasado.
Sin duda, esa proliferación de procesamientos nos sitúa ante una larga y trabajada persecución de una persona referencial en el equipo de negociación de la izquierda abertzale. Desde ese punto de vista no es exagerado hablar de una agresión mayor al proceso, porque evidentemente este arresto no sólo es una «respuesta» al final del alto el fuego de ETA. El portavoz de Batasuna conoció el anuncio de alto el fuego en prisión y durante los catorce meses que ha durado el mismo ha visitado en numerosas ocasiones los juzgados. Su encarcelamiento, ayer, no viene sino a confirmar que el PSOE utilizó el proceso para tratar de desgastar a la izquierda abertzale. Los resultados electorales del 27-M reflejan el fracaso de ese intento de Zapatero que, si no aprovecha esta oportunidad de solución, se arriesgará a engrosar la lista de presidentes españoles que dejaron Moncloa sin aprobar la asignatura vasca.