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Fede de los Ríos

La rebelde Arnaldina, el cocinero y las aves de corral

Recuerdo una fábula que Eduardo Galeano relata como metáfora del mundo que, más o menos, dice así:

El cocinero del rey convocó a las aves de corral a una reunión. Acudieron gallinas, pavos, faisanes, patos, codornices y perdices. Después de darles una calurosa bienvenida, tomó la palabra y les dijo: «Os he llamado para que me digáis con qué salsa queréis ser comidas».

Una de las aves, la gallina, se atrevió a decir: «Nosotras no queremos ser comidas de ninguna manera».

El cocinero puso las cosas en su lugar: «Eso está fuera de la cuestión».

¿Qué fue de la gallina Arnaldina, así se llamaba la volátil, ante el acto de insumisión? Fácil, la acusaron de estar contaminada de gripe aviar y, apartándola del corral, la metieron presa. ¿Y el resto de las aves hicieron algo al respecto? Sí, denunciar la intransigencia gallinácea que ponía en peligro el ser cocinadas con exóticos ingredientes para la elaboración de delicadas salsas.

Los faisanes querían ser cocinados a la catalana, con ciruelas y piñones. Los pavos no, ésos querían ser amejorados un poquito con diferentes rellenos para agradar al mayor número de comensales. Los patos ansiaban seducir al chef de gran talante, se hartaban de ingerir maíz desencadenante de cirrosis para poder ofrecerle un foie gras excepcional. Codornices y perdices se conformaban con la plancha.

Los amigos de las gaviotas reían de contentos sabiendo que éstas tendrían el basurero a su entera disposición. No en vano una de ellas, Alfonsina Guevara, había enviado a prisión a la rebelde Arnaldina, si bien, anteriormente, había dejado en libertad al cuervo militar argentino Miguel Cavallo, al que se le acusaba de genocidio, terrorismo y torturas, pedían para él 17.000 años de condena. Sabido es, queridos niños, que la justicia de las gaviotas no es del todo ciega, sólo lleva un parche en el ojo derecho.

Ahora el cocinero del rey, los amigos de las gaviotas y el resto de las aves de corral nos ruegan que no hagamos caso de las águilas porque son de naturaleza malas. Las quieren guisar con la salsa que habitualmente acompaña a las palomas y no se dejan.

¿Y el rey? El rey, más partidario de los plantígrados, se dedica en cuerpo y alma a los osos, para gran regocijo de ellos.

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