Segunda vuelta entre bipartidismo y régimen de partido único
El déficit democrático estructural de la V República y factores como la crisis de la izquierda y la abstención prefiguran una segunda vuelta a elegir entre lo malo y lo peor. O se impone un bipartidismo empobrecedor o la derecha inaugura un parlamentarismo de partido único.
GARA | PARÍS
Los resultados de la primera vuelta de las legislativas dibujan una bipolarización de la escena política francesa tan escorada a la derecha que podría incluso transmutarse tras los resultados del próximo domingo en el imperio del «partido único».
La derechista Unión por la Mayoría Popular, ya mayoritaria con 359 diputados en la Asamblea Nacional saliente, mejorará sin duda sus resultados y logrará entre 383 y 501 escaños - de un total de 577-, pese a no superar el 40% de sufragios.
«Marea azul». «Maremoto»... los titulares de la prensa coincidían ayer en destacar el alcance del triunfo de la derecha. «Le Figaro» no ocultaba su satisfacción: «La mayoría presidencial recibe un mandato claro: hacer lo que ha prometido», señalaba.
El PS, con cerca de un 25%, se perfila como la única oposición a la derecha en los próximos cinco años. Analistas como Roland Cayrol, del instituto CSA, ponen el acento en que el resultado sería similar al que cosechó en 2002 para destacar que «no es deshonroso».
Resulta, eso sí, claramente insuficiente y los socialistas corren el riesgo de sumarse a la lista de formaciones prácticamente laminadas. Con unas proyecciones abiertas que les auguran una horquilla de entre 60 y 177 escaños (tenían hasta ahora 149), el PS ha hecho un dramático llamamiento a la movilización del electorado. Y es que con la abstención del 40% registrada el domingo -la más alta en la historia de las legislativas de la V República-, no superaría el listón sicológico de los cien escaños.
Dos grupos parlamentarios
Fuera de estos dos grandes partidos, y de los aliados de Sarkozy del «Nuevo Centro» -dirigentes de la centrista UDF que no siguieron a su líder, François Bayrou- la debacle es absoluta. Ninguno logrará formar grupo parlamentario (más de 20 diputados) y varios podrían quedar fuera del hemiciclo.
El MoDem de Bayrou, quien logró el 18% de votos en la primera vuelta de las presidenciales, pierde casi un tercio (7,61%) y logrará, en el mejor de los casos, cuatro diputados.
El Frente Nacional, con un 4,29%, logra su peor resultado en unas legislativas en 25 años y podría seguir sin representación a no ser que la hija de Jean-Marie Le Pen, Marine, la única representante ultraderechista que logró pasar a segunda vuelta, obre el milagro. En 2002 una treintena de candidatos del FN pasó la primera criba.
La derecha y sus medios -casi todos- han anunciado ya la defunción de la ultraderecha y el éxito de la estrategia de fagocitación liderada por el flamante presidente electo, Nicolas Sarkozy. Por contra, el FN recuerda que ha sido «enterrado innumerables veces» y que espera «a la vuelta» al «ilusionista» Sarkozy.
Roland Cayrol asegura que, con su discurso ultra contra la inmigración, Sarkozy «ha hecho con el FN lo que Mittterrand hizo con el PC». El finado presidente fagocitó a los comunistas en 1981 con su calculada «unión de la izquierda».
La histórica formación de la izquierda francesa, que lideró la oposición hasta los ochenta, sigue en su imparable declive y perderá buena parte de sus 21 diputados salientes.
No les ha ido esta vez mejor a Los Verdes, que se las verán y desearán para revalidar sus actuales tres diputados.
Bipolarización, pero menos
«Asistimos a una bipolarización nunca vista desde 1958, asegura el politólogo Jean-Luc Parodi, quien trae a colación un dato interesante para la reflexión interna de las formaciones a la izquierda del PS. Fue en los ochenta cuando el PCF logró sólo dos diputados tras haber aceptado consensuar alianzas en las elecciones legislativas.
Triste consuelo, esta vez, para un PS que necesita «todos los votos de la izquierda» pero cuya líder, la derrotada presidenciable Ségolène Royal, insiste en sus guiños a Bayrou, a quien le queda la «honrilla« de tener la llave de buena parte del alrededor de medio centenar de escaños que UMP y socialistas se disputan por medio punto.
Pase lo que pase, la crisis en el seno del PS está servida entre los que propugnan un giro a la izquierda y los que abogan por terceras vías socialdemócratas.
La crisis es, sin embargo, general o, si se quiere, estructural. El sistema, mayoritario uninominal a dos vueltas, sobrerrepresenta a las grandes formaciones y el calendario beneficia claramente al presidente electo justo un mes antes.
Una conjunción que, unida a la crisis de la izquierda -patente en las anteriores presidenciales- y a la alta abstención, podría, en su afán de reforzar el bipartidismo «democrático occidental», desembocar, al decir del comunista «L'Humanité», en un «régimen parlamentario de partido único».