CRíTICA teatro
Teatro en tiempos de guerra
Carlos GIL
Teatro de urgencia. Teatro en tiempos de guerra. Teatro que intenta clamar por la razón, por la paz. Teatro de estructuras dramáticas simples, a base de escenas cortas, con una escenografía que recuerda lo absurdo del muro de separación que está construyendo el Gobierno israelita y que nos presenta en paralelo las vidas de dos familias -una israelí, otra palestina- que va narrando desde lo pequeño, desde lo más cercano, el desgarro de una situación de conflicto. No es un teatro de discursos, de ideas; es una teatro social, voluntarista, cercano, que recuerda estéticas de los setenta y ochenta, quizás demasiado elemental, lo que le coloca en ciertos momentos casi en simplista para intentar comprender una situación de guerra muy enquistada, muy compleja en términos estrictamente políticos, y que en esta propuesta se intenta apartar de las motivaciones para situarse, hasta con humor, en algunas de sus consecuencias. Tiene una parte muy favorable, el hecho de afrontar algo tan vivo, tan lacerante, y de colocar en un mismo plano de sufrimiento a las dos familias, en ambas con el desgarro casi encadenado del fallecimiento de dos niños: uno, el palestino, a cargo de los militares israelíes en territorios ocupados y, como consecuencia de ello, un atentado suicida que hace que la mujer de uno de los soldados, afectada por el mismo, aborte un hijo muy buscado.
Demuestra lo insufrible de la escalada de violencia, acción, reacción, el fanatismo que incuba cada acción del ejército invasor, de las acciones violentas palestinas, y cómo en ambos pueblos, en ambos lados, hay disidencia, desertores del ejército israelí en una familia con un militar, o buscadores de la paz, en el padre del niño palestino asesinado. Frente a ellos, los fanáticos y extremistas de ambos lados. Y el muro, del que son capaces de hacer humor, ya que atraviesa una vivienda de una familia palestina, por lo que deben identificarse frente a un soldado cada vez que van al lavabo. Humor sangrante, pero para desengrasar y aliviar la angustia que todo el montaje rezuma.
Es una producción israelí, se dice en hebreo y árabe, el mensaje parece intentar buscar un fiel de la balanza, un equilibrio en cuanto a responsabilidades imposible en términos históricos, políticos y militares, pero que viene a señalar una voluntad, a descubrirnos una corriente social, un pensamiento pacifista y que se hace en un escenario, asunto que siempre adquiere un valor especial, porque requiere un compromiso y un tratamiento artístico a un conflicto armado, a una guerra, a una situación insostenible que, convertida en un arte de urgencia, se dota de mayor comprensión. Su resultado artístico es loable; hay actores y actrices relevantes, capaces de amoldarse y diferenciar los variados personajes que deben afrontar, y tanto plástica como estéticamente está en claves de compromiso, de ir a buscar a los seres humanos, a los sufridores de la historias, de intentar descubrir alguna leve luz esperanzadora y dentro de tanto dogmatismo, belicismo, fanatismo y evocación de dioses y razas aparece el amor. Un teatro necesario; aunque podamos discutir sus tesis, aplaudimos el propio hecho de plantearse ahora.
Obra: «Plonter (Embrollo)»
Intérpretes: Raida Adon, Mira Awad, Yaniv Biton, Itzhak Cohen, Irit Kaplan, Tamar Keinan, Yoav Levi, Jabarin Shraida, Yusuf Sueid.
Escenografía y vestuario: Einat Plagi.
Iluminación: Karen Granek.
Música: Alon Lotringer.
Dirección: Gael Roen.
Producción: Camiri Theatre of Tel Aviv (Israel).
Lugar: Teatro Liceo, Salamanca. Festival de las Artes de Castilla y León
Fecha: 09-06-07.