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Maite SOROA

Sartaguda, en el ojo del huracán

PSN y UPN se han encontrado en Sartaguda con la piedra que les va a doler en el zapato durante los próximos cuatro años. Total, que al cabeza de lista del PSN le parece intachable apoyarse en el edil de ANV para desalojar a los requetés de la alcaldía del que fue conocido como «el pueblo de las viudas», y algunos han empezado ya a rasgarse las vestiduras.

En «Diario de Navarra» ofrecían ayer un editorial al asunto en el que lamentaban con dolor de tripas que «veinticuatro horas antes de que se constituyan los ayuntamientos, la sigla más citada es ANV, éxito que no debemos atribuir a la inteligencia de los abertzales, sino a la torpeza de quienes les hacen el juego». Se refiere al caso de Sartaguda, sobre el que sentencia que «pase mañana en Sartaguda lo que pase, han bastado pocos días para saber que la decisión del PSN sobre el ayuntamiento de Pamplona vino dictada expresa y minuciosa- mente desde Madrid. La política no se vive lo mismo desde un despacho lejano que en la convivencia diaria de un pueblo de 1.300 habitantes. Seguro. Pero no resulta menos cierto -y visible en este caso- que la disciplina interna de un partido depende en grado sumo de la capacidad, consistencia y energía de sus dirigentes».

La crítica se extiende también a Aralar por renunciar a las concejalías que hubieran correspondido en base a los resultados de las elecciones a ANV porque «ANV es un partido formalmente legal, pero no leal con la Constitución; una sigla que no acepta el marco estatutario de Navarra y que no ha condenado el último comunicado etarra. Hacen falta tragaderas descomunales para ver cómo el PSN negocia a diario con los mismos que aceptan y ceden ante las `razones' de tal partido». Ya ven lo alarmados que andan.

Y en «La Razón» también ponían su lupa editorial sobre Sartaguda y aplaudían la actitud de la dirección del PSOE que ha expedientado a su cabeza de lista por tratar de desalojar a los hijos políticos de quienes dejaron el pueblo sin hom- bres aquel verano del 36. Lo decían así de jacarandosos los de la fachongada: «No se puede estar más de acuerdo con este plantemiento, que trasciende la pura táctica política para inscribirse en una exigencia ética. No pactar con los partidos desleales debería ser la primera condición de las formaciones constitucionales, y Sartaguda bien puede ser el símbolo del pacto infame o de la firmeza democrática. Ahora cabe esperar que el PSOE sea coherente y aplique los mismos criterios en el resto de Navarra, analice quién ha sacado más votos y si Nafarroa Bai es leal a la Constitución». O sea, en plan prueba del algodón.

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