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Floren Aoiz Escritor

Treinta años de elecciones «democráticas»

El 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones tras la muerte de Franco. Se ha convertido en costumbre que los medios de comunicación aprovechen estas conmemoraciones para abrumarnos con documentales y toda suerte de referencias debidamente aliñadas para festejar la ejemplar transición española. Como quiera que este aniversario ha llegado tras el fin del alto el fuego de ETA, se ha querido insistir en que esta organización y cuanto representa está fuera de lugar, porque en el Estado español ya son tres las décadas de plena democracia vividas.

No deja de tener su gracia que nos lo recuerden cuanto todavía resuena el pucherazo del pasado 27 de mayo, a los pocos días de los encarcelamientos de De Juana y Otegi por sendos delitos de opinión, y mientras se discute sobre nuevas medidas para la persecución de los independentistas.

Si los publicistas de la operación que Franco definiera a la perfección con aquello de atado y bien atado repiten sus sermones, no podíamos ser menos los fustigadores de esa falacia, que nunca perdemos la oportunidad de recordar que pudiendo haber ruptura hubo reforma y así han ido las cosas.

Hace ahora treinta años las fuerzas políticas se alinearon nítidamente en dos espacios, el de la transición liderada por los propios franquistas y el de quienes siguieron exigiendo cortar el cordón umbilical con el 18 de julio y la dictadura franquista. PSOE y PNV estaban entre los primeros, claro, y por eso fracasó el intento de Txiberta. El Partido Nacionalista Vasco tenía sus propios planes, que pasaban por llegar al poder y soldarse a él. A la vista está que han tenido éxito, y treinta años después, tras una escisión y grandes altibajos, siguen gobernando en Gasteiz. Pero ese éxito poltronero ha sido una catástrofe para Euskal Herria y en gran medida también para el Estado español, porque ahora podríamos estar celebrando tres décadas del fin de la lucha armada de ETA, pero estamos en un escenario muy diferente.

Se dice que el propio Juan Carlos Borbón ha redactado sus palabras en este aniversario: «Treinta años de democracia son ya muchos para dejar claro, una vez más, que la violencia terrorista nunca conseguirá sus objetivos». Según uno repite estas palabras se da cuenta de que evidencian precisamente lo contrario: treinta años son ya muchos, demasiados para repetir la receta de la represión, que sólo alarga y agrava el conflicto.

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