Los iraquíes desplazados comienzan a crear campamentos en el país
Los iraquíes que han huido de sus casas debido a la guerra han empezado a crear sus propios campamentos de desplazados en el país ante la incapacidad de encontrar un refugio, explicó el ACNUR, que denunció que en Irak se dedican más recursos de la asistencia internacional a la rehabilitación y reconstrucción de infraestructuras, así como a la seguridad, que a atender las necesidades humanitarias de la población.
GARA |
El coordinador de la unidad de apoyo a Irak del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Andrew Harper, afirmó ayer que en Irak «se gasta mucho dinero, pero no en atender las necesidades humanitarias, sino en la rehabilitación, en la reconstrucción y en la guerra».
Al evaluar la situación de Irak, sostuvo que el deterioro de la situación refleja la aparición de campos de desplazados internos en el sur y en los alrededores de Bagdad, debido a que las provincias más estables y que hasta ahora los recibían les han ido cerrando sus fronteras.
Según explicó, esto se debe a que las autoridades de esas provincias consideran que los servicios básicos locales -educación, sanidad, distribución de alimentos y abastecimiento de agua- no pueden seguir soportando la presión que significa la súbita llegada de miles de iraquíes originarios de otras zonas.
Ante esa imposibilidad de encontrar refugio, los desplazados han comenzado a instalar tiendas de campaña en campamentos espontáneos en los que, con demasiada frecuencia, viven sin acceso a agua potable ni al reparto de alimentos.
«La peor situación»
Harper indicó que los residentes en esos campos reciben sobre todo ayuda de la Media Luna Roja iraquí, de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y de agencias humanitarias de la ONU, aunque «en términos burocráticos la responsabilidad recaiga en el Ministerio iraquí de Desplazados y Migración». No obstante, admitió que «no está claro quién tiene la responsabilidad de ayudarlos».
Comparó esos campamentos con barriadas pobres, en las que «no es posible la provisión adecuada de servicios básicos», por lo que estimó que se trata de la «peor situación» en la que pueden estar los desplazados.
Lamentó, además, que los países vecinos de Irak que han recibido a un total de dos millones de refugiados -Siria y Líbano, en particular, con un millón y 750.000 refugiados de Irak, respectivamente-, siguen esperando que se cumplan las promesas de financiación realizadas en abril durante la conferencia internacional de Ginebra. Harper recalcó «la importancia de mostrar a los gobiernos de la región que la comunidad internacional no les ignora».
Por su parte, la OIM hizo ayer una petición de fondos por valor de 85 millones de dólares para financiar durante dos años más su operación de asistencia a los desplazados en Irak.
«Sin una masiva inyección de recursos para proveer asistencia humanitaria a millones de desplazados internos, no habrá respiro en el flujo de iraquíes forzados a huir a los países vecinos», recalco su portavoz, Jean-Philippe Chauzy.
Ante la imposibilidad de encontrar refugio, los desplazados han comenzado a instalar tiendas de campaña en campamentos espontáneos en los que, con frecuencia, viven sin acceso a agua potable ni al reparto de alimentos.
Harper lamentó que los países vecinos que han acogido a dos millones de refugiados siguen esperando recibir la financiación prometida en abril y recalcó «la importancia de mostrar a esos gobiernos que la comunidad internacional no les ignora».
El toque de queda decretado en Bagdad y Samarra tras el ataque a la mezquita Al Askari de esta última localidad se extendió ayer a Basora después de que un grupo armado dinamitó ayer la mezquita suní de Talha Bin al-Zubair en Basora, uno de los templos suníes más importantes de Irak. La mezquita quedó totalmente destruida tras la detonación de varias cargas explosivas colocadas en el interior del santuario.
El de ayer fue uno más de los ataques a templos suníes en venganza por el atentado del miércoles contra la mezquita de Samarra. Fuentes del Comité de Ulemas de Irak (máxima instancia religiosa suní en el país) informó de que proseguían los enfrentamientos armados cerca de la mezquita suní de Anas Bin Malek, también en Basora, mientras que el ministro iraquí de Defensa, Abdelqader Al Obeidi, se comprometió a incrementar la vigilancia en las mezquitas de esta ciudad.
El líder supremo de Irán, Ali Jamenei, responsabilizó del atentado de Samarra a «los servicios de espionaje sionistas y a las fuerzas de ocupación, sean quienes sean sus autores materiales». Calificó el suceso de «gran crimen» y advirtió a todos los musulmanes del peligro de una «conspiración enemiga» con el fin de dividirles y «desatar una guerra civil en Irak».
Por otro lado, el Ejército de EEUU informó ayer de cinco nuevas bajas en sus filas. Tres soldados que participaban en operaciones de combate en Kirkuk murieron el jueves al explotar una bomba al paso de su vehículo. Un cuarto falleció el mismo día por disparos de arma ligera en Diyala, mientras que el quinto soldado murió a causa de un incidente ajeno a los combates.