día internacional del refugiado
El ACNUR eleva a diez millones los refugiados en el mundo
Un poema escrito con una bella caligrafía persa adorna un pasadizo bajo uno de los puentes de París: «Hemos venido a Europa, somos prisioneros de una maldición, nos odiamos por haber venido». Muchos refugiados, mal informados y frustrados, pierden la ilusión rápidamente.
Michaëla CANCELA-KIEFFER
A semejanza de la mayor parte de los países europeos, la demanda de asilo en el Estado francés no deja de bajar. Las asociaciones de defensa de los derechos de los extranjeros han denunciado en repetidas ocasiones esta situación, denuncia que reiterarán con más fuerza si cabe coincidiendo con el Día Mundial del Refugiado, instituido por la Organización de Naciones Unidas en 2001.
Primera tierra de acogida para los solicitantes de asilo entre los países industrializados hasta el año 2005, el Estado francés ocupa hoy la segunda posición en esta particular clasificación, detrás de Estados Unidos, aunque por delante, todavía, de Gran Bretaña y de Alemania.
Bajo el puente de París, la inscripción al final del poema, datado el día 6 de junio de 2007, muestra la firma de Daoud Attai, un afgano que todavía sobrevive en una de las tiendas de campaña colocadas por la asociación Amigos del Quijote para las personas sin hogar a lo largo del canal Saint-Martin.
Como Daoud Attai, son centenares las personas que han atravesado medio mundo para quedar varadas en las calles de este barrio del este parisino. Muchos, la mayoría, provienen de países en conflicto o en guerra abierta, especialmente de Irak y de Afganistán, pero también de oltros muchos países de África, Oriente Medio o Asia.
Como en tantas y tantas ciudades europeas, muchos de estos refugiados tratan de escapar de la miseria que asola sus países, pero otros muchos llegan huyendo de situaciones de violencia muy reales, a pesar de que la mayoría de los gobiernos europeos pongan mil y una excusas para no concederles los tan anhelados papeles de asilo. Las administraciones se escudan en el hecho de que, a veces, demasiadas veces, los solicitantes de asilo encuentran dificultades para poder probar los hechos que denuncian con argumentos, la realidad que padecen. A veces esos hechos son muy personales. A veces, simplemente, el interlocutor no quiere creerlos, o no le interesa hacerlo.
El trabajo de los voluntarios
Algo parecido sucede con Kheder, kurdo de 21 años. Duerme en la calle, cerca de una plaza. Hoy tiene una cita con Sophie Boubakeur, miembro de la asociación Francia Tierra de Asilo; Sophie le informa de sus derechos mientras un intérprete traduce sus palabras. Kheder asegura que su padre era miembro del Partido Democrático de Kurdistán y que estaba amenazado, al igual que toda su familia, por la Unión Patriótica de Kurdistan. Pero él no puede presentar nada que pruebe sus palabras.
Un poco más tarde, una quincena de afganos se presenta y se acerca a la voluntaria. Vienen de un país con una tasa de analfabetismo del 80% y juran que la mayoría estaban realmente en peligro de muerte en su país. Pero, como es fácil de entender, tampoco pueden demostrarlo.
Ellos ignoran absolutamente todo de la legislación y muestran a Sophie Boubakeur documentos que no comprenden, principalmente los relativos a las demandas de asilo, que no han contestado ni renellado, faltos como están de toda información sobre sus derechos.
«Tienen derecho a un intérprete, un abogado, no hay que dejar pasar el tiempo», insiste la voluntaria.
Aunque a estas personas no les ha sido aplicado el procedimiento prioritario cada vez más frecuente que reduce los tiempos disponibles para que los solicitantes de asilo puedan presentar su demanda, deben ahora demostrar, tal y como la ley exige, que están «personalmente amenazados». La «protección subsidiaria» a la cual tendrían derecho a acogerse al ser originarios de un país en guerra apenas se aplica ya.
El derecho de asilo es para ellos una «lotería», que depende de lo que decida la Oficina francesa de Refugiados y Apátridas.
Abdoul Rachid, uno de estos refugiados que se arremolina en torno a Sophie, ha salido de Afganistán tras haber logrado escapar de la familia de la joven con la que se ha casado sin el consentimiento de sus padres. Sus hermanos, asegura, quieren darle muerte «para salvar el honor de la familia».
Para él, esta violencia es suficiente para que las autoridades francesas le concedan asilo. Pero su petición ha sido ya rechazada, tras lo cual ha interpuesto recurso. «Si es desestimado no importa -afirma-. Estoy harto de esta vida. Volveré y mataré a mis cuñados, porque son culpables de mi desdicha».
El detalle sobre las aventuras y desventuras de unos pocos refugiados en París sirve para ilustrar lo que ahora mismo está ocurriendo en esta parte de Europa. Más lejos, en el sur, la situación es mucho peor, como refleja el informe que ayer hizo público el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Problema que va en aumento
Según los datos aportados ayer por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, el número de refugiados en todo el mundo creció en 2006 por primera vez en cinco años. Según la ACNUR, la guerra de Irak es una de las principales causas de este hecho.
Según recoge ACNUR en su informe «Tendencias Mundiales en 2006», el número de refugiados creció un 14% en ese año, es decir, que ascendió de los 8,7 millones registrados en 2005 hasta los 9,9 millones de personas refugiadas.
El hecho de que más de 1,5 millones de iraquíes se vieran forzados a buscar refugio en otros países -especialmente en Siria y Jordán- durante 2006, como consecuencia de la invasión y posterior ocupación de Irak, repercutió significativamente en el número total de refugiados. Sin embargo, el mayor número de refugiados sigue siendo el de los afganos que se han visto obligados a abandonar su país: 2,1 millones de personas. Así, tras Afganistán e Irak, los países más afectados son Sudán, con 686.000 desplazados; y Somalia, con 460.000. En los primeros lugares de esta triste lista figuran también la República Democrática del Congo y Burundi, cada uno con 400.000 ciudadanos refugiados en otros países.
Las cifras recogidas por el informe de ACNUR, sin embargo, no tiene en cuenta los 4,3 millones de palestinos que viven en Jordania, Líbano y Siria principalmente, ni los desplazados de Cisjordania y Gaza, que dependen en buena medida de la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA). De sumarlos a las cifras anteriores, el cómputo total alcanzaría los 14 millones de refugiados en el mundo.
Tampoco se han contabilizado a los 24,5 millones de desplazados que han dejado sus hogares escapando de algún conflicto, pero que no han abandonado su país.
Generaciones perdidas
La red internacional World Visión denunció ayer la situación precaria en la que viven los 200.000 niños iraquíes refugiados en Jordania, a los que calificó de víctimas «ocultas» de la crisis de refugiados generada por la guerra en Irak. En un informe bajo el título «Atrapados», esta organización no gubernamental subraya que sólo el 10% de los niños iraquíes refugiados en este país asisten a clase, el 43% de ellos han sido testigos de actos violentos y el 25% no se sienten seguros en su nuevo país.
El informe, dado a conocer con motivo de la celebración, hoy, del Día Internacional del Refugiado, pretende llamar la atención sobre la realidad de los niños iraquíes refugiados en Jordania y en él se desvela el miedo, la incertidumbre y la precariedad en la que viven estos menores cuyas familias se han visto obligadas a desplazarse hasta Jordania huyendo del conflicto.
Según World Vision, el 43% de los niños y niñas que viven como refugiados en Amán han sido testigos de actos violentos y el 39% ha perdido a algún familiar o conocido durante el conflicto. Durante la elaboración del informe, el personal de la ONG ha encontrado que la mayoría de las familias refugiadas pertenecían a la clase media de su país y ahora no tienen dinero ni para los alimentos básicos.
Además, el 25% de los niños iraquíes se sienten inseguros en Jordania y dicen que cargan con un estigma social al ser refugiados. «Estos niños han vivido experiencias muy difíciles como la de secuestro, han sido testigos de crueles invasiones a sus hogares, de asesinatos y de hombres que se inmolan», explicó Ashley Clements, una de las autoras de «Atrapados».
Según las organizaciones locales que trabajan en Jordania, menos de 20.000 niños iraquíes, de los más de 200.000 que se han refugiado en este país, tienen la posibilidad de ir a la escuela. «Como la mayoría de familias refugiadas no tienen un estatus legal, sus hijos no pueden asistir a las escuelas públicas», indicó Clements.
Por todo ello, World Vision hace un llamamiento a la comunidad internacional para que provea de la atención necesaria a los niños, que por su condición, «son las víctimas más vulnerables«. En este sentido, la ONG subraya la necesidad de que se les permita tener acceso a la educación, porque en este tipo de situaciones es una de las mejores estrategias para devolver a los niños parte de la normalidad y ayudarles a superar los traumas psicológicos.
Llamamiento sin resultados
«Hace dos meses que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) hizo un llamamiento internacional para atender a los dos millones de iraquíes refugiados, pero hasta ahora no ha habido respuesta», lamentó Clements. «Los niños iraquíes refugiados necesitan acceso inmediato a algún tipo de educación y a una atención médica adecuada. Tenemos que ayudarles a reconstruir su esperanza y a darles razones para luchar por su futuro», conminó.
Según los últimos datos de ACNUR, 2,2 millones de iraquíes se han refugiado en países cercanos, de los que entre 500.000 y 700.000 se encuentran en Siria y Jordania. A estos se suman los 1,7 millones de desplazados internos que hay en el país. De acuerdo con la agencia de la ONU, se calcula que entre 20.000 y 30.000 iraquíes cruzan la frontera cada mes huyendo de la violencia.
World Vision, en cooperación con organizaciones no gubernamentales locales, está desarrollando desde hace tres meses un operativo de emergencia para asistir a las familias iraquíes refugiadas en Irak. Las prioridades de la ayuda son la distribución de comida -paquetes con arroz, galletas, azúcar, aceite...- y la atención médica.
Por primera vez en cinco años aumenta el número de refugiados en el mundo. O mejor dicho de las personas consideradas como tales, ya que no se computan los 4,3 millones de refugiados palestinos ni los 24,5 millones de refugiados internos.
En 2006 había en el mundo 9,9 millones de personas refugiadas. El alza obedece a la crisis humanitaria causada por la invasión de Irak por tropas occidentales, una decisión política que ha desembocado en una larga y cruenta guerra.
Los demandantes se encuentran muchas veces imposibilitados para cumplir con los trámites de solicitud de asilo. No basta que huyan de países en conflicto, deben probar que están amenazados personalmente. Ello en tiempo récord.
Según recoge el informe «Tendencias mundiales en 2006» hecho público por ACNUR, en 2006 el grupo más importante de refugiados bajo su mandato fue el de los 2,1 millones de afganos, seguido de iraquíes (1,5 millones) y sudaneses (686.000).
El presidente de CEAR-Euskadi, Javier Galparsoro, ofreció ayer una rueda de prensa en Bilbo para denunciar que se está «ante una situación de crisis del derecho a asilo «ya que los resultados son «absolutamente decepcionantes».
En su opinión, con unos porcentajes «tan bajos» de concesión de cualquier tipo de protección, «Europa no pueden hablar de una autentica protección internacional en los términos que se fijaban en la convención de Ginebra».
Galparsoro señaló que en el periodo de tiempo 1995-2005 «se ha producido una caída de prácticamente el 50% en las cifras de protección internacional. En 1995 en la Unión Europea se reconoció el estatuto de asilo a 47.108 personas, mientras que en 2005, únicamente 25.000 personas obtuvieron el estatuto y no ha disminuido el numero de refugiados» que, sin embargo, «ha crecido en 2006», apuntó, llamando la atención sobre esa drástica reducción.
Además, reiteró la «reivindicación histórica» de que se garantice la «asistencia la letrada efectiva» y que no sea «solo una realidad virtual», ya que «hay personas que no saben utilizar las palabras mágicas de soy un refugiado o demando la protección internacional del asilo».
La delegación en Euskadi de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado tramitó en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa 78 solicitudes de asilo en 2006 y a sólo cuatro personas se les reconoció el estatuto de refugiado y a cinco la protección complementaria. Ningún organismo aportó ayer datos relativos a Nafarroa.
De las solicitudes admitidas a tramite en los otros tres territorios de Hego Euskal Herria, a cinco personas se les concedió el estatuto por motivos humanitarios, concretamente, a cuatro hombres de Costa de Marfil y a una mujer de Nigeria. Además, otras cuatro personas provenientes de Colombia, Cuba y Rusia consiguieron el estatus de refugiado por diferentes motivos.
200.000
Es la cifra de niños iraquíes refugiados en Jordania. Pertenecen a familias de clase media que, sin embargo, hoy no disponen de dinero para su alimentación. Tampoco acuden a la escuela. Son las víctimas invisibles de una guerra impuesta.