Muchos dirigentes políticos gustan de repetir que a la ciudadanía no le importan la independencia o la Ley de Partidos, sino cómo pagar la hipoteca, lo que cuestan los libros de texto y el precio de la barra de pan. Con ello están diciendo exactamente a los ciudadanos que voten cada cuatro años y se callen. Y, sin embargo, hay mo- mentos en los que debiéramos atender especialmente a los movimientos políticos que se gestan en las alturas, porque ahí nos van a mostrar, mejor que nunca, cómo afrontan la res publica y, por lo tanto, los asuntos que nos afectan a todos. En ese sentido, la composición de los ayuntamientos está siendo un proceso con muchas lecciones a las que atender.

Por ejemplo, está sirviendo para ver la cara y la cruz de un PSOE que tiene militantes como el alcalde de Sartaguda, empeñado en ser coherente con sus compromisos ante la ciudadanía, y ese PSN que de la mano de Madrid está dispuesto a dejar, a pesar de sus promesas de cambio, que la derecha navarra siga desgobernando Nafarroa. Otra lección nos la está dando el PNV, donde esos militantes de Ondarroa empeñados en no ser la mano que ejecuta la legalidad en un pueblo en el que ANV tiene la mayoría son la cara, que tiene su cruz en un ejecutivo que sólo hace cuentas, impone a su propia militancia que se convierta en brazo tonto de la ley de partidos y ataca a otros porque «no respetan» a las listas más votadas cuando son del PNV.

Debiéramos ser capaces de aprender de todas las situaciones, y de reconocer que también entre las esferas políticas de este país hay quienes están demostrando ser capaces de luchar por no reeditar pasados errores. Pero quienes tienen en sus manos las riendas de la situación, en Madrid o en Bilbo, parecen empeñados en repetir una y otra vez la partida, a la espera de que algún día les entre una buena mano y puedan arrasar. Aunque todo buen jugador de mus podría haberles dicho hace ya muchos años que no es necesario que alarguen tanto la partida y sus consecuencias, porque para ganar no es imprescindible tener buenas cartas, lo único que es imprescindible es saber jugar.