Un año más decenas de navarros acudieron a Getze (Salinas de Galar) para conmemorar la Batalla de Noain, acontecida en 1521. El punto de encuentro fue la colina donde se sitúa una enorme escultura representando al navarro defensor que vigila el campo que se abre a sus pies, escenario de la batalla que supuso la pérdida de la soberanía de Nafarroa.

Nabarralde es hoy en día quien se encarga de organizar la jornada, y ayer quisieron destacar la importancia del patrimonio, la herencia legada por los antepasados. La cultura y el idioma han llegado hasta nuetros días y la memoria histórica se ha mantenido; es más, cada vez salen a la luz más retazos de la historia que han sido obviados y muchos trabajan en la recuperación de esos conocimientos. La Asociación Ortzadar es un ejemplo de ello: su actuación se basa en la recuperación de la cultura y otros aspectos del patrimonio. Desde Nabarralde explicaron que «cuando se creó la asociación, en 1964, la cultura euskaldun sufría el ataque que intentaba destruirla, y Ortzadar ha hecho posible que hoy día se mantenga y sea fuerte, ya que ha trabajado en su recuperación y en su defensa. En sus palabras, el patrimonio es lo que somos, y el hecho de que haya llegado hasta hoy deja en evidencia que «hace quinientos años perdimos la soberanía pero la identidad sigue viva».

Edurne Ibero y Ramon Balentzuela, miembros de Ortzadar, leyeron el pregón que por la mañana había abierto la jornada en el antiguo Palacio de los Reyes de Nafarroa. En Getze volvieron a hacerlo al pie del monumento: «La batalla de Noain es el hecho más importante en la historia de Nafarroa: supuso el fin virtual de Nabarra, y la ocupación ha durado hasta hoy. Es un hecho recordado con un poso de amargura en la memoria colectiva y no ha sido tratado con justicia por las autoridades al haber sido obviado».

Balentzuela explicó ese desinterés por parte de la Administración: «Estamos en manos de los herederos del Duque de Alba -responsable de la conquista de Nafarroa-, y es por ello que los que perdieron la vida en este campo no tienen el debido reconocimiento». Desde Nabarralde consideran que «las autoridades se molestan con actos de este tipo, donde se evidencia que asimilaron el pueblo pero no a sus habitantes. Ante la imposibilidad de aniquilar actos que evidencian la identidad del pueblo, desde el poder optan por hacer suyos elementos históricos convirtiéndolos en actos religiosos».

La importancia de la cultura como parte de la identidad se hizo notar durante la jornada de ayer: Ortzadar dio la bienvenida a Getze con una actuación de dantzaris y, más tarde, la llegada de los participantes al monumento se hizo al son de la txalaparta. Una vez leído el pregón, Balentzuela depositó flores al pie de la escultura como ofrenda a los que cayeron defendiendo Nafarroa, y se bailó el aurresku. Uno de los momentos más emocionantes tuvo lugar cuando el mismo Balentzuela interpretó la canción «Baldorba». El gran sentimiento transmitido por su voz contagió a los asistentes dando lugar a una melodía que explicaba la razón de aquella reunión en la colina de Getze.

En el acto también intervino un representante de una jornada similar que se celebró en Gaztelu, en Aralar. En ella participaron vecinos de Zizurkil, Billabona, Usurbil y otros pueblos de la zona, y se reivindicó la unidad de Euskal Herria como nación y Nafarroa como Estado. Se manifestó que mediante un estado libre se defendería al pueblo frente al afán de poder de las autoridades. Mikel Sorauren también incidió en esa idea al ofrecer una reflexión sobre la actual situación, y llamó a superar diferencias y actitudes sectarias para conseguir el objetivo de una Euskal Herria libre.