Silencio, se rueda en Bilbo «Almas sin dueño» de Tinieblas González
Bilbo, doce menos cuarto de la noche. Las grandes verjas que cierran la entrada a la boca del metro de Basarrate se abren de un modo algo fantasmal. Los periodistas allí congregados vamos a vivir una noche del rodaje de «Almas sin dueño», el primer largometraje de Tinieblas González.
Descendemos las escaleras, y junto a nosotros esperan ilusionados algunos extras y figurantes, entre ellos trabajadores del Metro de Bilbo, a los que les espera toda una noche por delante. Entramos en el interior del inmenso plató en el que se ha convertido la estación de metro. Sus habitualmente impolutas paredes ahora están decoradas con grafitti, llevan cuatro semanas de rodaje y las ojeras afloran en las caras de los técnicos y demás personal que deambula por los subsuelos de la capital vizcaina.
De pronto y precedido por el humo de los efectos especiales, sale de uno de los túneles un metro diferente. Los graffiti han dado vida a los vagones llenándolos de color. Dos puertas se abren y de ellas salen los actores, productores y demás familia de ASD. Sonrientes comienzan a charlar con los periodistas y a dejarse embaucar por las cámaras presentes. Tinieblas nos habla de la historia que están tratando de llevar al cine, un argumento que habla de jóvenes, graffiti, autoridades, el metro como escenario y un alma sin dueño que los aguarda en los subsuelos. Un antiguo capitán de la Guardia Civil convertido en vigilante jurado y de violento temperamento, seres mostruosos y jóvenes rebeldes en una película de aventuras en las que no faltan toques de terror clásico.
Así define su tan esperado largometraje Tinieblas González, al que no le falta tiempo para halagar a su equipo técnico y actores. «Se nos esta haciendo muy duro», dice, «más de lo que pensábamos; los actores están afrontando situaciones muy complicadas porque les estamos haciendo meterse en lugares sucios, complicados. El rodaje esta siendo más duro de los que pensaba: después de esto, me retiro». Por la forma en la que lo dice es difícil creerle. Su mirada, por muy cansada que esté, refleja el entusiasmo que siente por su «criatura». «El equipo con el que estoy trabajando tiene un corazón enorme: en ningún otro rodaje he tenido tantos corazones en mis manos. Es una gran responsabilidad». No lo dudamos, cualquiera no tiene a su alcance la posibilidad de rodar y además hacerlo con alguien con la capacidad de su director de fotografía y supervisor de efectos digitales, Stefan Lange. «El hermanamiento con Stefan está siendo increíble. Trabajar con alguien que ha tomado parte en películas como `Alejandro', de Oliver Stone, o `Tomb Rider'... Tenerlo aquí codo con codo iluminando y pintando la película está proporcionando una factura al rodaje que es impresionante». A lo que el americano responde: »Me siento afortunado de poder trabajar con Tinieblas, de trabajar en Euskadi, con gente de aquí, con Tinieblas, en estas localizaciones impresionantes».
Veremos los resultados, pero cierto es que el trabajo de Lange promete. Alguien que como director de efectos visuales ha trabajado con Terry Gilliam en «Brazil» o con Ridley Scott en «Alien» merece mucho respeto. En cuento a los actores, Tinieblas no se cansa de elogiar la capacidad de todos los jovencitos llegados del casting de California. «Estos chicos son jóvenes, pero con un talentazo increíble». Entre ellos, Brendan Coughlin (se le ha podido ver en algún capítulo de «CSI»), Deance A. Wyatt (al que hemos reconocido en las series «Lizzie Mc guire» y «Judging Amy»), Dough Haley («Midnight movie» o «Harold») y Francia Raisa («American Family»). El de Laudio no se olvida de los eternos secundarios del cine. «Grandes secundarios que hemos sacado de las tinieblas para hacerles brillar aquí», dice. Entre ellos, Robert Miano, que ha compartido cartel con Robert de Niro, Al Pacino, Johnny Deep o Christopher Walken.
Y tras las presentaciones de los actores, del equipo y el catering de medianoche, el trabajo continúa. Y el movimiento nos ofrece la oportunidad de enterarnos de algún que otro cotilleo y de charlar con dos de los productores. Sobre todo teniendo en cuenta las quejas de Tinieblas en cuanto a la falta de ayudas monetarias. Merece la pena acercarse a saber algo más sobre estos dos «valientes» productores, que nada más empezar a charlar nos explican que «este proyecto es arriesgado. Con este largometraje lleva dos años y con otros no lo ha conseguido, pero nosotros somos algo inconscientes. Es un poco locura». Uno, José María Calleja, de Orduña, lo tiene clarísimo. «La película está dirigida a jóvenes de entre 15 y 25 años de edad, que es la franja de edad en la que la gente acude el cine. Por eso hemos escogido la temática de cine de género fantástico». Ante las dudas de si los jóvenes continúan acudiendo a los cines, él insiste: «Ellos son los potenciales espectadores». Por otro lado, y sobre la cuestión de rodar en inglés, apunta que «la hemos rodado en inglés para que pueda entrar en el mercado anglosajón, porque si no, no es posible entrar en sus mercados, salvo las excepciones de Almodóvar o alguno otro, que en realidad no llegan tampoco al público americano de forma masiva». Al mismo tiempo se muestra molesto con la falta de apoyo institucional. «Nos gustaría realizar un estreno mundial en Bilbao, pero desde las instituciones no terminan de entender el potencial que puede tener un acto como este. Mira Almodóvar: estreno en La Mancha..».
Rafael Valentín Pastrana, el otro «osado productor», se muestra a su vez convencido de la necesidad de regenerar la estructura industrial cinematográfica. «Hay que procurar que los directores de aquí no se vayan fuera. No les han apoyado para que hayan podido llevar aquí su carrera adelante». Dice que los tejidos industriales son la base todo y que la Ley del Cine ha dejado la puerta entreabierta para la picaresca. «La regularidad se consigue con cine de todo tipo, con cine independiente, comercial... Sin maquillar números sería un verdadero revulsivo ante la dramática situación que vive nuestro cine. Las televisiones se han aprovechado de todo esto para crear sus propias productoras, las obligaciones las cumplen con ellos mismos; invierten en una gran superproducción, como `Alastriste', en lugar de hacerlo en muchas pequeñas, en crear tejidos». Tras dejar atrás a los productores, desde el equipo de rodaje nos llaman la atención, han de despejarse espacios y el silencio se vuelve necesario, el rodaje va a comenzar. Desde lo alto de las escaleras vemos cómo se eleva la cámara.
Iratxe FRESNEDA