En el siglo XIX, Concepción Arenal afirmó: «la sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano». Se refería a la mujer. Pues bien, más de cien años después, debo decir con tristeza y cierta desolación que en ciertos lugares y respecto a ciertas convenciones sociales nada ha cambiado.

Me estoy refiriendo al Alarde de Irun y a los retrógrados y retrógradas que impiden que se celebren unas fiestas igualitarias.

Quiero dejar claro a las personas que discriminan a la mujer, y a todos los dirigentes que les apoyan, que seguiremos reivindicando el derecho de la mujer a desfilar como le dé la gana, simplemente porque es una cuestión de derecho.

Pero las instituciones dan mayores facilidades al alarde tradicional, aquel en el que la mujer puede desfilar simplemente como cantinera. Como el Departamento de Interior, que cada año acerca más la hora de inicio del alarde en el que sólo participan hombres-soldado al mixto, con lo que reduce a un papel secundario a este último.

Para los «conservacionistas de las rancias tradiciones» no hay Ley de Igualdad, ni recomendación del Ararteko ni sentencia judicial que valgan. También hay que recordar que los alcaldes han autorizado, año tras año, el alarde tradicional.

A pesar de todas las trabas y obstáculos estas localidades guipuzcoanas tienen el honor de situarse en la vanguardia de la defensa de los derechos de la mujer. Sólo cabe felicitar a estas mujeres y hombres que también en el Alarde de 2007 lucharán por la defensa de los derechos más fundamentales.

EB-Berdeak seguirá luchando y trabajando para que las mujeres puedan participar en esta fiesta en igualdad de condiciones. Ya es hora de que las mujeres nos situemos en el mismo plano que los hombres y no en segunda división, y ya es hora también de que tengamos la fiesta en paz.