Treinta años de liberación GLT
Ayer se celebró el Día de Liberación de Gays, Lesbianas y Transexuales, evento que conmemora la conocida como revuelta de Stonewall, acontecida en Nueva York en 1969. Diversos actos y manifestaciones en toda Euskal Herria reivindicaron el derecho a la diferencia y denunciaron que continúan las situaciones de clara discriminación en función de la opción sexual. Se celebró, además, el 30 aniversario del movimiento de liberación de gays lesbianas y transexuales de Euskal Herria, cuyo pionero fue Euskal Herriko Gay Askapen Mugimendua (EGHAM), en plena vigencia de la Ley de Peligrosidad Social, en un tiempo en el que la OMS incluía la homosexualidad entre las enfermedades psiquiátricas. Posteriormente sería también pionero en la lucha antisida, haciendo frente a términos como «grupo de riesgo», que estigmatizaban a ciertos colectivos, o en la batalla de la igualdad legal.
Sería larga la enumeración de todas las batallas y logros en estos 30 años; en cualquier caso, es de agradecer la labor de ese colectivo, y en concreto de EGHAM, en una sociedad a la que se le impone la uniformización, en la que la influencia de la religión en la vida social aún es patente; una sociedad que todavía menosprecia y rechaza la diferencia por motivos de orientación sexual o de identidad de género, entre otros. Es de agradecer esa labor, esa lucha, porque resulta un ejemplo visible para quienes padecen otros tipos de discriminación.
Ayer fue el Día de Liberación de Gays, Lesbianas y Transexuales, pero esa lucha no puede quedar relegada a un día, toda vez que afecta tanto a esos colectivos como al resto de los ciudadanos en la medida en que deseen una sociedad más libre y más justa, es decir, en la que quepan todos independientemente de sus particularidades, o precisamente porque la hacen más diversa. Se han dado pasos, pasos importantes, pero queda mucho recorrido, muchos prejuicios y estereotipos que derribar, hasta esa meta. Acortar ese recorrido y hacerlo más llevadero es labor constante y de todos.