Ramón Zallo Profesor de la UPV-EHU
Una (posible) «hoja de ruta»
Visto el punto de reflexión de los partidos con más peso, sólo podemos confiar las dinámicas hacia la paz y los derechos humanos y políticos al protagonismo de la sociedad civil. Y a su vez las salidas democráticas habrán de buscarse desde los partidos, instituciones y sociedad, sin que deban aplazarse porque no haya proceso de paz
Tras la ruptura del alto el fuego se ha oscurecido el camino a transitar para un cambio, tanto en el sentido de la paz como del contencioso. Empecemos por un balance.
Un modelo erróneo de negociación. Ha habido un póquer tramposo. Para ETA lo prioritario era la mesa política y no el acercamiento de presos o el proceso de paz. Vendría de suyo, como consecuencia. Un objetivo secundario. Por su parte Zapatero -al que no le pedían un acercamiento de presos- no movió ficha penitenciaria, a pesar de que le hubiera quitado argumentos a ETA para volver a las andadas alegando ausencia de resultados.
ETA dejó todo (pacificación y normalización) colgado de la mesa tripartita (PSE-Batasuna-PNV) pero, de hecho, ha estado en las dos mesas: en una dando largas (en la de Zapatero), y en la otra, cuando ya había un acuerdo (identidad nacional, respeto de la decisión colectiva y de los derechos nacionales, igualdad de oportunidades, conferencia de paz, órgano institucional con Navarra...), escribiendo el guión final, desandando lo andado por todos y subiendo el listón. Una prueba de que así ha sido es que cuando la mesa tripartita se ha caído, ETA en mayo del 2007 ha propuesto una (imposible) negociación política directa a Zapatero exigiendo «un único marco jurídico-político para los cuatro territorios». O sea, la paz a cambio de Navarra.
ETA, que nunca separó la mesa política y la mesa para la paz, ha destruido así el esquema defendido por Otegi en Anoeta, que sostenía que ETA debía negociar con el Gobierno sólo sobre las condiciones de su desmilitarización. Y el PSOE jugó el juego. La paz se ha arruinado porque al final la colgaron todos (PSOE y PSE, por un lado, y ETA y Batasuna por otro) de la mesa política tripartita. Y para no quedarse fuera, el PNV aceptó el sobredimensionado rol de aquella mesa que era, de hecho, la de la política y la de la paz. Se repite, de otra manera y con distintos agentes, lo ocurrido en Lizarra: confundir y vincular mesas y planos distintos.
ETA se ha levantado estos años tantas veces de la mesa que sólo quiere un final del proceso mediante una imposible victoria sobre el Estado. Para ello recurre siempre a subir el listón hasta un punto inasequible para la lógica democrática. En esta ocasión ese listón ha sido la vuelta al modelo de la Asamblea Nacional Constituyente para todo Hegoalde que ya defendió en 1999.
En efecto, en el texto compartido por la mesa estaba previsto un órgano de cooperación CAV-Navarra como institución con las funciones ejecutivas que le dieran para los cuatro territorios. Pero la exigencia de ETA fue un «Consejo Navarro-Vasco» con un órgano de carácter legislativo, con capacidad de modificación del ordenamiento jurídico, y conformado como Asamblea de Parlamentarios (mitad procedente del Parlamento Vasco y mitad del Parlamento de Navarra) y convertido de hecho en Asamblea Constituyente por encima de los Parlamentos. Hubiera elaborado un nuevo Estatuto de Autonomía para los cuatro territorios, sometiéndolo simultáneamente a referéndum para el 2010. ¡Una alternativa impensable para la terca realidad navarra!
Desde los agentes ha habido una notable falta de iniciativa política y con mensajes contradictorios. Por una parte, el lehendakari montaba la interesante red social de base municipal Konpondu, pero quedaba desplazado del proceso de negociaciones y recordaba de forma propagandista la idea programática de la consulta. Por su parte Imaz, con un mensaje bien distinto, renunciaba a intermediar entre agentes, en una equívoca línea de palos para Batasuna y de adaptación al PSOE. El modo (sin reivindicación) de la necesaria seducción en España se ha saldado con la desmovilización del nacionalismo histórico. Para terminar la faena, Egibar ha tenido varios sonados errores en Gipuzkoa.
ANV, como sigla histórica que tiene la gloria de haber sido la primera izquierda nacionalista laica, tiene ahora un importante dilema. O ser una amama de alquiler, ocupada por dentro, y que puede acabar ilegalizada por silenciar su propio ideario, o bien, por una ironía de la historia, tiene la oportunidad de ser una amama sabia de 80 años cuando llegue el primer atentado: enseñar cómo se reclama el final definitivo de la lucha armada y se reivindica, al mismo tiempo, que el cambio político es cosa de la ciudadanía, los partidos y las instituciones. Todos le aplaudiríamos. Es una oportunidad para desarrollar Anoeta y que Otegi pueda felicitarse desde la cárcel. ¡Cosas más raras se han visto!
Visto el punto de reflexión de los partidos con más peso (el PSOE remando hacia atrás y en este momento tentado por alianzas con la derecha en Navarra y Araba, Batasuna desautorizada, el PNV desconcertado), sólo podemos confiar las dinámicas hacia la paz y los derechos humanos y políticos al protagonismo de la sociedad civil. Y a su vez las salidas democráticas habrán de buscarse desde los partidos, instituciones y sociedad, sin que deban aplazarse porque no haya proceso de paz.
-En el campo de las ideas y movimientos habría que actuar en varias direcciones: la separación radical entre los procesos de paz y de normalización; mantener líneas de comunicación calientes discretas y leales; denunciar cada acción violenta o cada abuso de poder, sin secundar ni la estrategia de ignorar las agresiones de ETA ni la estrategia antiterrorista que oculta los abusos; pedir a Batasuna que esté a la altura del momento y lidere de verdad su corriente disputándosela a ETA; mantener el apoyo a todo tipo de víctimas; crear un grupo de trabajo social e intelectual para ayudar a definir las líneas de un proyecto de salidas (principios, metodologías, agenda y algunos contenidos); establecer una unidad de acción permanente de organizaciones por la paz: Ahotsak, Lokarri, organizaciones de la juventud o de la Iglesia, Elkarbide...
-En el campo de los agentes políticos, ahora mismo las direcciones del PSE, del PNV o de Batasuna no pueden presentar propuestas de conjunto, puesto que acaban de fallar en el empeño. Es el lehendakari quien debería liderar en la parte que le toca los nuevos tiempos, basándose en la sociedad y ofreciendo una salida en los distintos temas: paz/presos; derecho de decisión (qué temática y cómo con respeto a Navarra).
-En el campo de la metodología del proceso hay algunos pasos previos a dar, a modo de hoja de ruta, que puedan vincular a una mayoría suficiente de fuerzas en el Parlamento antes de cualquier consulta o eventual discusión futura de un nuevo Estatuto en el Parlamento.
Un primer paso multipartito. El único documento que fue común a la mesa entre Batasuna, PSE y PNV, y antes de que ETA interfiriera, es el no publicado, de octubre del 2006 y que lleva el título de «Bases políticas del futuro acuerdo». Como es imposible hoy volver a sentar a los tres, podría ser interesante que ese documento se convierta en multipartito. O sea, que lo valoren EA, Ezker Batua, Aralar, EHAK y... el PP.
Un segundo paso, sería su consideración posterior en el Parlamento Vasco, para su desarrollo y mejora, y su eventual aprobación por mayoría absoluta. Otra vía podría ser una pregunta pactada para su consulta a la ciudadanía estando todos a sus resultas. Un tercer paso su consideración (una u otra fórmula) a consulta social.
Se supone que PSE, PNV y Batasuna, artífices del mismo, no dirán ahora que aquel documento solo valía porque había tregua o era su precio. Eso sería tanto como vincular la paz a la negociación política. Se supone que todos quieren dar una salida al contencioso porque lo hay, y no porque ETA esté o no en tregua o lo pida. ¿O no?
Ciertamente, ese documento incluye una propuesta de un órgano institucional común para los cuatro territorios peninsulares con atribuciones sólo ejecutivas y de propuesta legislativa, residiendo naturalmente la soberanía en los Parlamentos respectivos. Para no interferir, sería una invitación a que el Parlamento de Navarra hiciera también su reflexión que, quizás, podría ser constructiva si para entonces estuviéramos en un proceso definitivo de paz. Pero eso ya depende de la capacidad de raciocinio de ETA, de la capacidad de liderazgo de Batasuna y del avance del progresismo en Navarra.