«Creo que cada uno debe escribir su propio discurso y construírselo con los años»
Vive en Las Rozas (Madrid) por cuestión práctica, pero Hevia nació en Villaviciosa, una hermosa población a la orilla de la ría más grande de Asturies. Corre por sus calles el olor a sidra, salitre y el penetrante tono de la gaita. Hevia es coinventor de la gaita midi, electrónica, sin fuelle, y dispone de un taller a veinte minutos de casa, donde se fabrican instrumentos de viento tradicionales.
Pablo CABEZA | BILBO
Mendebala inicia un año más, en la localidad bizkaitarra de Sopuerta, el encuentro entre las culturas del Cantábrico. Cita que reúne a grupos de costa e interior como Mielotxin, Hevia, Sagarroi, Naheba, Milladoiro y Banda Potemkin, además de contar con una cuidada feria de artesanía. El astur Hevia, con el que charlamos a continuación, prepara nuevo disco tras cuatro años de silencio, ante la escasa necesidad de acelerar los hechos. No obstante, lleva una vida intensa y creativa tanto por sus numerosas actuaciones en directo como por la gestión de un taller de instrumentos.
Nació en Villaviciosa, Asturies, ¿de padres rurales o asalariados ?
Pues de ambos lados. Mi padre trabajaba en la Nestlé y mi madre, rural de toda la vida. De joven siempre estuve en contacto con las labores de campo y demás; hasta hice trabajos con mis abuelos, pues ellos tenían sus vacas.
¿Es usted el único hijo gaitero o hay más familia implicada?
Lo único que tengo como antecedente es mi abuelo, que era minero pero que también cantaba tonada asturiana y lo hacía muy bien. Incluso utilizamos su voz grabada hoy en día en nuestros conciertos. Y mi hermana María José toca conmigo la percusión desde hace casi veintiocho años.
¿A qué edad comenzó a estudiar gaita y por qué?
A los diez años. Desde pequeño he vivido la cultura asturiana. En mi casa se hablaba el asturiano y desde muy pequeños nuestros padres nos vestían para las romerías con los trajes típicos. Así que, si vives con una familia con apego a la cultura tradicional, en un momento dado te dices: voy a hacer música. Y, claro, yo elegí la gaita frente al piano.
¿Qué hay que hacer para diferenciarse de los demás?
Creo que cada uno debe escribirse su propio discurso y construírselo con los años, lo cual no quiere decir que no tomes elementos de aquí y de allá y que no aprendas de los ancianos, de los contemporáneos o incluso de un crío que esté estudiando gaita.
¿Qué escuchaba: sólo gaita y tradición u otros estilos?
Yo soy monográfico. Me acaba de hacer una pregunta «La Voz de Asturias» respecto a Bob Dylan, porque ha ganado el Príncipe de Asturias. Al margen de consideraciones sobre el Príncipe de Asturias, también querían que les diese el título de tres canciones de Dylan. Y no las sé. Toda mi historia ha girado a través de gaiteros viejos que no tenían grabaciones, después de gaiteros que las tenían y, por último, del folk internacional.
Pero en el folk internacional estaría Dylan ¿no?
Pero es que no me refiero a ese tipo de folk, sino a la música celta... Desde Oskorri a Chieftains, por ejemplo.
¿Su aprendizaje se inicia con maestros de la gaita?
El mejor docente que tuve en mi vida fue Armando Fernández, que era un profesor formado por transmisión oral. No se estudiaba con partitura. Y después me pasé muchas horas en la cocina de Remis Ovalle, que era el gaitero mayor en los años ochenta.
Y después de todo este aprendizaje con los veteranos maestros, forma varias escuelas de gaita...
Con dieciocho años y durante los próximos diez años fundé unas cinco escuelas de gaitas en Asturias y otras tantas bandas.
¿Y ya, por qué no ocho escuelas?
A mis 10 o 13 años existía una gran demanda para aprender gaita, sólo la tocaban los mayores de 70 años. Así que pasado el tiempo pertinente se crearon muchas escuelas. Yo pude con cinco, ¡no daba para más!
Bueno, cinco ya suena a desmesura...
¡Sí, sobre todo en kilómetros de coche! Tenía las escuelas y también las bandas, con las que tocábamos en númerosos concursos. Cada una llevaba su set diferente. Una locura.
Este relato de la gaita nos recuerda el interés renovado por la trikitixa y las múltiples escuelas que se fundan...
Sí, es un movimiento paralelo. Pero se da en toda Europa. Y si te pones con la dulzaina segoviana, pues también va así. Unos han despegado antes que otros, pero sólo es cuestión de unos años.
Usted es uno de los gestores del nacimiento de la gaita midi, ¿cómo fue este proceso?
La gaita midi nació en la escuela de gaita de Villaviciosa, de la que Alberto Arias era alumno y, además, electrónico. Siempre estábamos dándole vueltas al asunto de que si existía un teclado midi o un saxo midi, por qué no una gaita midi. El proceso fue arduo, pero junto con, Miguel Dopico, el informático, y tras dos años de investigación, dimos con todas las claves.
También gestiona un proyecto llamado ARHPA, que se dedica a la fabricación de instrumentos tradicionales.
Sí, así es. Siempre quise sacar adelante un proyecto de construcción de instrumentos tradicionales de los que yo conozco, los de viento. Y de terminar con esa onda que tenemos los folkies de que para pedir un instrumento hay que encargarlo y esperar tres años. Aquí el instrumento rey de producción es la gaita irlandesa. Bueno, creo que negocio, economía y cultura no están reñidas.
Cuatro años de espera, pero en breve llegará el nuevo disco...
Así es, saldrá en setiembre. Se llama «Obssesión». Tiene que ver con esos cuatro años, los negocios, la creación...
«A mis 10 o 13 años existía una gran demanda para aprender gaita, pues sólo la tocaban los mayores de 70 años»
Lugar: Campas de Sopuerta.
Participantes mañana: Mielotxin, Hevia y Sagarroi,
Hora: 22.00.
Participantes el sábado: Naheba, Milladoiro y Banda Potemkin. Hora. 22.00.
Precio: Entrada libre.
Información:
www.mendebalasopuerta.net.
«Estamos en un circuito donde no es necesario sacar un disco para poder trabajar. Es un lujo pertenecer a esta música. Si dependes del pop, del lanzamiento y de entrar en las radios, es probable que lo tengas más complicado», nos comenta Hevia, quien cuenta con un circuito europeo de folk extenso. Circuito donde se encuentra desde hace varios años Mendebala, Festival de carácter y filosofía diferente a lo habitual y que, incomprensiblemente, no cuenta con todas las ayudas que merece. No obstante, con lo que llega al baúl y un sacrificio desinteresado y tenaz por parte de la organización, se sacan adelante dos días de cultura folk.
«Desgraciadamente nosotros no contamos con el apoyo de Bizkaibus para llevar y traer gente», comenta Santi, parte de la organización. Desde las campas de Sopuerta, mañana se podrá escuchar a Mielotxin, sexteto de Tafalla creado en 2003. Con un año de local de ensayo comienzan a recorrer escenarios y a participar en concursos como posible medio para darse a conocer. Por méritos llegan a la final del III Concurso de Maquetas de Mendebala, que ganan y por lo que en breve tendrán su primer disco en la calle. Sagarroi no son propiamente una banda de folk, pero Mendebala tampoco se cierra en redondo a estilos que limiten, de alguna forma, con la raíz y Sagarroi suenan a ska, a reggae, a cumbia... En la actualidad presentan «Bakeike», álbum que cuenta con la voz de Miren Gaztañaga, además de la de Iñigo Muguruza. La jornada se completa con los sonidos de Hevia.
El sábado ofrece la posibilidad de conocer a dos formaciones jóvenes de Cantabria y Galiza: Naheba y Banda Potemkin. Los primeros recuperan canciones montañesas bajo un formato acústico donde suenan la gaita, el violín, la flauta, la guitarra, el bouzouki..., dejando también paso a influencias celtas. Potemkin orientan su sonoridad hacia los Balcanes y los ritmos afrocaribeños. Y, por último, los también gallegos Milladoiro, formación internacional con más de veinticinco años de carrera y una veintena de discos entregados a la tradición celta en su sentido más amplio.
P. C.
«Si vives con una familia con apego a la cultura tradicional, en un momento dado te dices: voy a hacer música. Y, claro, yo elegí la gaita»
«Toda mi historia ha girado a través de gaiteros viejos que no tenían grabaciones, después que tenían y, por último, del folk internacional»