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Los vinos de calidad se ven en peligro por la reforma de Bruselas

Los viticultores y las denominaciones de origen ven en peligro un modo de producción basado en la calidad por la reforma del sector del vino que presentó ayer la Comisión Europea. La propuesta eliminaría la producción sin salida en el mercado con el arranque de 200.000 hectáreas y suprimiendo algunas ayudas. En una segunda fase, plantea acabar con las restricciones actuales para plantar nuevas cepas.

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La comisaria de Agricultura, Mariann Fischer Boel, aseguró que la propuesta de reforma del mercado del vino pretende «reforzar la competitividad de los productores europeos, recuperar los mercados, vaciar parte de los excedentes, y simplificar los procedimientos», para hacer frente a la competencia. Fischer Boel recordó que la UE sigue siendo el primer productor mundial de vino, «pero estamos perdiendo cuota de mercado, al mismo tiempo que desciende el consumo y aumentan un 10% las importaciones».

Con la reforma, que Bruselas quiere que entre en vigor en julio de 2008, el presupuesto actual, unos 1.300 millones de euros anuales, se mantiene, pero se empleará de manera distinta. Desde el inicio se eliminan las ayudas para destilar el vino que no encuentra mercado y las subvenciones para la importación de mostos También la adición de azúcar al vino -chaptalización- empleada sobre todo n el norte de Europa.

Primas para el abandono

El arranque voluntario de 200.000 hectáreas se produciría a lo largo de un periodo de cinco años a partir de 2008, alentado con unas primas cuya cuantía irá descendiendo a medida que pasen los años, entre los 7.174 euros por hectárea del primer año hasta los 2.938 euros por hectárea para el quinto y último, con el fin de que el abandono se produzca cuanto antes. La comisaria aseguró que en sus visitas a distintas regiones europeas donde ha detectado un gran número de interesados. La propuesta de la Comisión autoriza a los estados miembros a limitar el arranque en montañas y pendientes muy pronunciadas, así como en regiones medioambientalmente sensibles, y a interrumpirlo si el total alcanza el 10 % de la superficie del país cultivada de vid.

Pero una vez concluido el arranque de cepas subvencionado, en 2014, Bruselas quiere eliminar el actual régimen de derechos y abrir la puerta a una plantación sin más límites que el mercado. Podrán «aumentar su producción sólo si encuentran salida para su producto», insistió Fischer Boel.

En cuanto al etiquetado de los vinos, propone que se dividirá en vinos con indicación geográfica protegida y vinos con designación de origen protegida permitiendo la indicación de la variedad de uva y cosecha en vinos sin denominación.

La propuesta legislativa fue acogida desfavorablemente por parte de los productores de vino, que rechazaron la eliminación de los derechos de plantación, porque desestabilizará el sector, así como la posibilidad de que el vino de mesa incluya datos como la añada o la variedad de el etiquetado, tal y como se hace con el vino de calidad. Por el contrario, las industrias del vino, reunidas en el Comité Europeo de Empresas del Vino dio la bienvenida a una propuesta que, a su juicio, impulsará la «competitividad y el desarrollo sostenible» del sector.

Asimismo, cinco denominaciones de origen (DO) de los Estados español, francés, italiano y portugués mostraron su desacuerdo con la propuesta porque supone «una ruptura de la relación entre la calidad de la uva, la tradición en la elaboración y la confianza que los consumidores depositan en los productos de denominación de origen».

Señalaron que «para la Comisión el origen de las uvas bastaría para conferir» una indicación de ese tipo, independientemente del lugar de transformación en vino.

También criticaron la posibilidad de que cualquier vino mencione la variedad de uva y la añada en las botellas, hasta ahora reservadas sólo a los vinos con Denominación porque «los consumidores que no sabrán qué hay en la botella».

«La solución no pasa por el abandono ni por la liberalización»

El sindicato UAGA mostró su rechazo a la propuesta de reforma de la OCM del sector vitivinícola por estar basada «en la liberalización del sector y en un fuerte sistema de arranque de viñas». UAGA advirtió de que «la solución a los problemas del sector no pasa por el abandono de los agricultores ni por la liberalización de plantaciones». Abogó por «luchar para que la renta del productor se consiga a través de los precios del producto» y añadió que «esto no es posible sin un apoyo decidido a la comercialización y modernización de estructuras».

Por ello, instó al Ministerio español de Agricultura a que, en las negociaciones en el Consejo de Agricultura, se recupere el presupuesto para el sector, «a fin de que se pueda emplear en medidas positivas de futuro y se diseñe una verdadera política vitivinícola comunitaria». De igual forma, opinó que es necesario un periodo transitorio de adaptación a las nuevas condiciones de mercado.

Por otro lado, UAGA reclamó que se mantenga la prohibición de nuevas plantaciones y la obligatoriedad de eliminar los subproductos y establecer medidas positivas de mercado.

En opinión del sindicato, para la aplicación de todas estas medidas es necesario partir de un presupuesto histórico consolidado por los estados miembros, que permita una financiación íntegramente comunitaria, sin posibilidad de cofinanciación estatal.

Como únicas medidas positivas de la propuesta destacó la prohibición del enriquecimiento artificial del vino con azúcar y de la vinificación de los mostos importados. GARA

Estados

La negociación entre estados será más una pugna por hacerse con más presupuesto para los «sobres nacionales» que una oposición a la filosofía de la reforma. Madrid dice que no es sastisfactoria, y París la calificó de «peligrosa».

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