Miren Nekane Pérez Salvatierra Orreaga Fundazioa
Fiestas populares y participativas
Se oferta un modelo de fiesta basado en la diversión uniformizada, válida para una noche de fiesta universal en la que lo autóctono se relega a un segundo plano
Existe una preocupación en torno a la evolución de nuestras fiestas de Iruñea, y a la pérdida de sus rasgos identitarios y populares.
Nuestras fiestas se han diferenciado siempre por la participación activa de la ciudad. De hecho, no teníamos necesidad de comprar el programa, porque la fiesta no dependía del mismo sino de lo que entre todos/as creáramos. Era como una gran explosión de creatividad-catarsis- lúdico-colectiva al margen de ingerencias de los políticos y de los intereses económicos y comerciales. En los últimos años esto ha desaparecido. Hemos pasado de ser parte activa a convertirnos en meros espectadores de unas fiestas que en teoría son nuestras y no del Ayuntamiento.
La comercialización excesiva de las fiestas, el buscar un beneficio rápido en poco tiempo fomenta la marginación de expresiones festivas, musicales y culturales propias. Así, se oferta un modelo de fiesta basado en la diversión uniformizada, válida para una noche de fiesta universal en la que lo autóctono, la diversidad se relega a un segundo plano. Al mismo tiempo se fomenta un modelo de fiestas, dirigido hacia fuera, que aunque inicialmente parecen basarse en valores autóctonos -el encierro, el vestido de fiestas...- cada vez copia más modelos ajenos, queriendo diluir ese espíritu propio, basado en la participación popular, en la fiesta libre y en la calle. Este año se ha dado un paso más en la comercialización del encierro por parte de la Misericordia y las cadenas de televisión, que ocuparán espacios públicos alrededor del callejón restringiendo su uso a la ciudadanía.
Unas fiestas populares requieren de la participación en su diseño de todos los entes que en ella deberían estar representados, pero nuestro Ayuntamiento ha venido marginando sistemáticamente a las peñas, a los elkartes y a los colectivos vecinales. La antigua Comisión de Fiestas ha sido olvidada, por lo que nos encontramos con que todas las decisiones se toman verticalmente en despachos, al margen de quienes formamos el cuerpo social y en especial de los organismos que festivamente más activos.
En esta línea se encuentra el tratamiento que dan al euskera en fiestas, que se materializa en que aparte de no recoger la demanda de los organismos populares (trasladar la Euskal Musika desde la Media Luna a otro ámbito más céntrico) se ha producido un retroceso en lo conseguido en los dos años anteriores, al atenderse sólo parcialmente la petición de que en todos los escenarios se incluyera alguna actua- ción en euskara. Así este año, ni en la Plaza del Castillo, ni en los Fueros habrá actuaciones estelares en euskera, o de cultura vasca, como el año anterior. En el resto de escenarios no habrá actuaciones ni de grupos euskaldunes ni de grupos de animación de la cultura autóctona.
Todo lo que comentamos no responde a una casualidad, sino a la voluntad de los dirigentes políticos de marginar a la lengua originaria de Navarra y a los sectores que se han manifestado críticos con sus actuaciones municipales, entre las que se en- cuentran las fiestas de Iruñea.
Los efectos uniformadores de los tiempos que vivimos alimentan el fuego de la desnaturalización de los Sanfermines, dando paso a algo que no podemos identificar como nuestro aunque acontezca en Iruñea. Como personas amantes de nuestra cultura y dentro de la misma la fiesta, reivindicamos su recuperación con las características singulares e identitarias que propios y foráneos hemos conocido.