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Mikel Arizaleta Traductor

¡Le Tour de France!

Jaksche ha hablado de la vida de un ciclista profesional, de la maestría logística de Fuentes, de la epo que le proporcionaban los médicos, sobre el corticoides que intercambiaba con Riis, de lo que pasa cuando se intenta correr un tour sin epo, sobre los directores de equipo que fomentaban el doping...

Miguel Indurain, ganador del Tour de 1991 al 95, y del Giro en 92 y 93, está considerado uno de los mejores ciclistas de la historia y uno de los grandes deportistas de todos los tiempos. En el campeonato del mundo de ciclismo, en la prueba de fondo, fue medalla de bronce en 1991 y de plata en 1993 y 1995, oro en la prueba contrareloj en 1995 y en la contrareloj de lo Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996.

Este sábado sanferminero comenzó a rodar el 94 tour de Francia, que recorrerá 3.550 kilómetros, de Londres a París, tour de gloria para unos, de derrota para otros y de sacrificio para todos.

Los entendidos se acordarán de Jörg Jaksche, mocetón fornido que en años de gloria y triunfos corrió en el Polti italiano, en el Telekom de Walter Godefroot, de Erik Zabel, Jan Ullrich y Bjarne Riis por 300.000 euros por año; en el 2001 con la Once de Manolo Saiz, «ganando algo más que en Telekom» y siendo compañero de Joseba Beloki le asistió en la caída del 2003; a finales de ese año pasó al CSC de Bjarne Riis por 500.000 euros al año, regresando en 2004 con Manolo Saiz a Liberty Seguros por 500.000 euros por temporada. Jaksche se ha mantenido casi diez años entre los veinte mejores ciclistas.

El 23 de mayo de 2006 la Guardia Civil descubrió el laboratorio de Merino Batres, ayudante del médico Eufemiano Fuentes, en el mayor escándalo de dopaje en la historia del ciclismo. Liberty se queda sin sponsor y Jaksche en paro. Jaksche es un cliente de Fuentes. Es el primer corredor de la lista de Eufemiano Fuentes que ha hablado públicamente del tema en entrevista a la revista alemana «Der Spiegel». Y en su derredor se han originado desmentidos y, sobre todo, un espeso silencio. Ningún otro ha reconocido su dopaje por ahora.

Jaksche ha hablado de su vida como corredor, de la vida de un ciclista profesional, de la maestría logística de Fuentes a la hora de proporcionar sangre fresca a docenas de corredores, sobre la epo que le proporcionaban los médicos, sobre el corticoides que intercambiaba con Riis, sobre lo que pasa cuando se intenta correr un tour sin epo, sobre los directores de equipo que ha tenido como profesional y que fomentaban el doping en sus equipos.

Entró en contacto con el doping en la París-Niza de 1997, cuando tras llegar a meta luego de ascender el Mont Ventoux en cabeza le preguntó Stanga: «¿Y tú qué has tomado?». «¿Que qué qué?». Y cuando Stanga mandó extraerle sangre y vio que la tasa de hematocritos era de 41 le ofreció un contrato por cinco años. Allí había materia prima. Jaksche nunca se dopó de amateur y se maravillaba de lo rápido que se corría en Italia. El no pasaba del puesto 160. A lo sumo cuando se acercaban a la meta, para un mejor sprint, tomaba a veces cafeína, coca-cola con vino, algún estimulante, aspirina... Nada que estuviera en la lista de doping. «Pero uno se acostumbra a tomar algo para rodar mejor al día siguiente y no quedar descolgado». Se convirtió en moda entrenar en sitios altos, en México, para aumentar los glóbulos rojos que transportan el oxígeno. Y con el tiempo uno se da cuenta de que con menos sacrificio se puede conseguir lo mismo con medicamentos. Cuando en 1997 Ullrich ganó el tour apenas había controles de epo y raramente se hablaba de doping. Jaksche comenzó a inyectarse epo en junio de 1997, poco antes del tour de Suiza, en un hotel de Lucerna un asistente le inyectó con el visto bueno del director Stanga. También le recetaron synacten y medrol y otras substancias. «No me sentía bien, pero me fui acostumbrando y llegaron los primeros éxitos. Eres profesional y ante muchas cosas haces la vista gorda. Te adaptas al resto. Ves que todos lo hacen, vives en un mundo paralelo». En 1998, tres días antes del inicio del Tour en Dublín, fue detenido un masajista del equipo Festina en la frontera franco-belga con ampollas de epo y otros preparados. La cosa se iba volviendo peligrosa, si bien en el mundo en el que vivíamos no había conciencia de obrar mal. El listón de la tasa de hematocritos permitida se situó en 50; «con una tasa de 44 tú no eres competitivo, con 49'50 resultas peligroso para el equipo pero si sabes mantenerte en 48 eres un buen corredor». En junio de 1999 apareció en «Der Spiegel» un artículo sobre doping en Telekom. La drogadicción es un tránsito fluido, va de menos a más. Al detectar y sancionar la epo se empleó la transfusión de la propia sangre regenerada, enriquecida. Fuentes era un gran entendido, que prestaba un buen servicio... hasta mayo de 2006.

Jaksche este año no ha estado en Londres. Pero no ha entregado la cuchara. Se entrena seis horas al día porque espera, algún día cercano, participar en las grandes carreras en igualdad de condiciones, es decir, sin que tampoco los contrincantes se dopen. Si no le hubieran pillado hubiera seguido drogándose. Tiene 30 años, pertenece al equipo del millonario ruso Tinkoff y gana 37.500 euros al año. Debo confesar: «Actualmente sin doping uno no tiene posibilidades en la carretera, por mucho que se entrene como un poseso quedará irremediablemente descolgado. Es perverso, pero si quieres ser un buen profesional no queda más remedio que doparse porque todos se dopan. El ciclismo sin doping sólo tiene razón de ser cuando realmente nadie se dope. Pero ése es otro tema, requiere otra mentalidad» y hoy todavía, es un sueño.

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