Debut sin heridos de asta
Les llaman los «toros del frío», porque pastan en las altas tierras de Burgos, a 1.200 metros de altitud y en ocasiones con nieve. Pertenecen a la ganadería de Antonio Bañuelos, que ayer llegaron por primera vez a Iruñea y se estrenaron con un encierro limpio, ya que ningún corredor resultó empitonado. El único herido de consideración fue el británico B.M., de 26 años, que sufrió un traumatismo craneoencefálico en la zona de Mercaderes y quedó ingresado.
Iñaki VIGOR |
Con pesos que oscilaban entre los 520 y 620 kilos, los toros de Antonio Bañuelos salieron de los corrales cobijados tras los mansos y subieron la cuesta de Santo Domingo sin lanzar ni un solo derrote, aunque en varios momentos los dos morlacos que cerraban el grupo hicieron amagos de embestir a los corredores que les citaban a ambos lados de la calzada.
El paso por la Plaza del Ayuntamiento también fue limpio, pero en la calle Mercaderes cayó un mozo, que fue arrollado por la manada, y dos astados. A partir de ese momento el grupo quedó roto, con tres morlacos y tres mansos por delante, un toro en solitario y otros dos por detrás junto con tres cabestros.
En esta ocasión ninguno de los astados chocó contra el vallado de la Estafeta y continuaron su galopada por la calle, propiciando bonitas carreras de los mozos que se arrimaban para sentir la sensación de la cercanía de los morlacos. El momento más delicado se produjo en la zona de Telefónica, donde un toro castaño resbaló y quedó tendido en los adoquines. Varios mozos que venían detrás, seguidos por los últimos astados, tropezaron y cayeron sobre ese toro caído, aunque pudieron reponerse del sobresalto.
En la entrada al redondel se produjeron nuevas caídas de corredores, pero los bovinos no repararon en ellos y se dirigieron directamente a chiqueros.
Cuatro traslados a hospitales
Tras el encierro de ayer, cuatro corredores fueron atendidos en los hospitales de Osasunbidea, pero sólo uno de ellos quedó ingresado en observación, con pronóstico menos grave. Se trata del británico B.M., de 26 años, que fue arrollado por la manada en la calle Mercaderes.
En el Hospital de Nafarroa fue atendido J.M.F.Z., de 38 años, con traumatismo torácico leve, y en Virgen del Camino fueron atendidos C.B.C., iruindarra de 37 años con una lesión nasal leve, y J.M.G.M., de 29 años y vecino de Falces, con un golpe en la rodilla de carácter leve.
En la calle Mercaderes un mozo cayó y fue arrollado por la manada. En ese mismo punto cayeron dos morlacos y el grupo quedó dividido, con tres morlacos por delante, uno en solitario y dos a mayor distancia.
En la zona del callejón exterior de la plaza un toro castaño resbaló y quedó tendido en el suelo. Poco después varios corredores que tiraban de los últimos astados tropezaron y cayeron sobre él, pero sin consecuencias.
Rafael Estrada Avila, el mexicano de 23 años que resultó corneado en el encierro del jueves en la calle Estafeta, declaró ayer que «la mala suerte» influyó en su impresionante cogida, pero también reconoció que «desde fuera parece más fácil de lo que es» participar en la carrera con seis toros bravos.
«Yo iba corriendo y me hice a un lado para que pasara uno de los toros, pero enseguida de ese venía otro. Cuando lo ví me traté de refugiar en una puerta, con otra persona. Eramos dos pero el toro me cogió a mí», indicó.
Desde la habitación del Hospital de Nafarroa, donde se recupera de sendas cornadas en el abdomen y en un muslo por el toro «Universal», este joven mexicano dijo que era la primera vez que visitaba Iruñea y que desde que salió de su país tenía decidido correr en el encierro.
La nota curiosa del dramático encierro del jueves la pusieron los hermanos estadounidenses Michael y Lawrence Lehahan, de 23 y 26 años respectivamente, que fueron corneados al mismo tiempo por «Universal». El toro los enganchó a ambos a la vez, a cada uno con un pitón. Al más joven le entró el asta por el hueco poplíteo y al mayor por el glúteo. Ambos habían acudido a Iruñea para celebrar la recuperación de Michael de un cáncer detectado hace unos meses. Ahora se recuperan favorablemente en el hospitale, desde donde declararon que volverán a los encierros, uno para verlos y otro, el mayor, para correr. Los demás heridos en encierros anteriores evolucionan de forma favorable.