Tras los rezos del viernes, las principales ciudades de Pakistán fueron testigo de las manifestaciones de los islamistas, aunque el número de asistentes no sobrepasó el millas en ninguna de ellas.

El Muttahida Majlis-a-Amal (MMA), un conglomerado islamista de seis partidos, había instado a los musulmanes a manifestarse contra el asalto al complejo religioso que alberga la Mezquita Roja en Islamabad, en el que se estima que han fallecido centenares de personas, aunque las cifras oficiales sólo hablan de «75 extremistas» muertos.

«La tragedia de la Mezquita Roja es el capítulo más negro de la historia de Pakistán, porque ningún dictador había hecho antes este daño a la nación», dijo en la manifestación de la ciudad sureña de Karachi el vicesecretario general de la Jamaat-a-Islami (una de las fuerzas de la alianza), Chafur Ahmed.

En Islamabad, la capital del país, los participantes portaban pancartas contra el presidente, Pervez Musharraf, y en la ciudad oriental de Lahore, el presidente del MMA, Husain Ahmed, acusó a las autoridades de manipulación y aseguró que denunciará a Musharraf por «el asesinato de niños inocentes». El MMA mantiene que la «Operación Silencio» se saldó con la muerte de al menos un millar de estudiantes y fuentes de los servicios secretos apuntaron a 286 fallecidos.

Acciones de respuesta

De forma paralela a las protestas políticas se han producido ya varias acciones violentas, como las que el jueves costaron la vida a once personas en el valle norteño de Sawat y la ciudad occidental de Miran Shah. En esta última, ubicada en el cinturón tribal paquistaní, ayer murieron tiroteados tres líderes locales favorables a Musharraf, informó Geo TV, mientras que en Sawat, las fuerzas de seguridad han prohibido el movimiento de la población.

Los ataques contra las fuerzas de seguridad se registran en las áreas más proclives a los islamistas, en la provincia de la Frontera Noroeste, donde la alianza MMA, muy crítica con la relación que Musharraf mantiene con EEUU, ostenta el poder regional.

Los medios de comunicación paquistaníes criticaron ayer a los servicios de seguridad y a los servicios secretos por haber permitido el almacenamiento de de armas en el interior de la Mezquita Roja y las madrassas Jamia Hafsa y Jamia Faridia. «Ha sido el mayor fallo del espionaje», señalaron.