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Dos meses de bombardeos contra Nahr Al-Bared

La oscura trama de la última crisis en Líbano

Se cumplen hoy dos meses de incesantes bombardeos contra el campo de refugiados palestino de Nahr al-Bared en Líbano. Las imágenes y los testimonios hablan por sí solos. Pero los escombros de las ruinas no ocultan del todo la oscura trama que se esconde tras esta nueva crisis libanesa.

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Dabid LAZKANOITURBURU

Se atribuye al difunto primer ministro Rafic Hariri la frase de que «En Líbano, no creas nada de lo que te dicen y sólo la mitad de lo que ves». Una sentencia perfectamente aplicable a la crisis que arrancó el 20 de mayo pasado en la ciudad de Trípoli y que ha ido, al paso del tiempo, perdiendo presencia en los medios occidentales.

Dos meses de bombardeos constantes por parte del Ejército libanés han convertido el campo de refugiados palestinos de Nahr al-Bared en un montón de ruinas. Las imágenes recuerdan al Grozni del año 2000 o, más cerca en el tiempo y en el espacio, a los suburbos chiítas de Beirut en la campaña israelí de bombardeos hace justo un año.

Decenas de miles de palestinos han huido del campo, donde vivían alrededor de 45.000 personas. Muchos de ellos se hacinan en el campo vecino de Badawi.

Hasta ahí los datos contrastados. De la cifra real de muertos poco se sabe. El Ejército libanés cifra en 200 las víctimas mortales, un centenar de ellas soldados y el resto combatientes y civiles. Las agencias humanitarias, que tienen vedado el acceso, advierten de que podría haber decenas y decenas de cadáveres sin retirar bajo los escombros.

La versión oficial asegura que decenas de milicianos de la organización yihadista sunita Fatah al-Islam resisten junto a sus familias hasta la última gota de sangre.

Quiénes son

Según algunas versiones, Fatah al-Islam es una organización que en su día se escindió de Fatah Intifada, organización palestina que vinculan a Siria. Versión que va como anillo al dedo a la tesis occidental que responsabiliza a Damasco de todos los males, desgraciadamente reales, en Líbano.

Otras versiones lo sitúan en el magma de una veintena de grupos «libaneses» que, como en todo Oriente Medio y en el Magreb, nacieron emulando a los «afganos» (origen de Al Qaeda) y a su victoriosa -y financiada por EEUU- lucha contra los soviéticos en Afganistán. Periodistas acreditados e independientes como el estadounidense Seymour Hersch -autor, entre otras, de la obra «Obediencia debida. Del 11-S a las torturas de Abu Ghraib»-, aseguran que estos grupos yihadistas sunitas han sido subvencionados por el vicepresidente de EEUU, Dick Cheney.

De dónde y cómo llegaron

Formado por varios centenares de militantes, la mayoría de ellos llegaron a finales del año pasado como «turistas». Fuentes independientes aseguran que provenían de Irak, donde se habrían bregado en la lucha contra la ocupación. Agrupados en Saida, en el sur de Líbano, fueron trasladados al norte, al campo de Nahr al-Bared en diciembre.

Por qué a Nahr al-Bared

El de Nahr al-Bared, situado a 11 kilómetros al norte de Trípoli, es el prototipo de la desolación y la falta de expectativas que reinan en la docena de campos de refugiados palestinos en Líbano. Este grupo habría sido asignado a este campo para hacer de contrapeso a otros grupos similares como Jund al-Shams, presentes en otros campos.

Con qué dinero

Investigaciones que circulan por internet (ver www.rebelion.org) aseguran que el Movimiento Futuro, liderado por el hijo de Hariri, el multimillonario Saad Hariri, se comprometió a pagar 700 dólares mensuales a cada combatiente. Sus dirigentes fueron alojados en apartamentos de lujo con vistas al mar en Trípoli propiedad «casualmente» del clan Hariri.

Objetivo, Hizbulah

Este clan, aliado de Occidente, actuaría por encargo de la Administración Bush que, enfangada en Irak y Afganistán y tras la humillante derrota de Israel frente a Hizbulah hace ahora un año, albergaría como uno de los principales objetivos debilitar a la organización chiíta. Nada mejor para ello que financiar a grupos rigoristas sunitas para los que los chiítas son apóstatas del islam. Diarios como «The Guardian» y el estadounidense «New Yorker» publican desde principios de año informes en este sentido.

El detonante, un «robo»

19 de mayo. El Movimiento Futuro, coalición sunita en el Gobierno, ha ordenado congelar el pago de las nóminas en la cuenta de Fatah al-Islam en un banco propiedad, como los lujosos apartamentos, del clan Hariri. La milicia se siente engañada al recibir los cheques sin fondo y asalta el banco. El Gobierno libanés insiste en la versión del «robo», aunque el botín no supera los 150 dólares.

Escalada armada

El Gobierno ordena en represalia a sus Fuerzas de Seguridad Interior atacar los apartamentos de Fatah al-Islam en Trípoli. Esta nueva fuerza, fiel a Hariri, fracasa y llama en su auxilio al Ejército libanés. Este último se convierte en el objetivo de los ataques de Fatah al-Islam. Comienza el sitio y los bombardeos sistemáticos contra el vecino campo de Nahr al-Bared.

El origen de la crisis

Varias son las versiones sobre el verdadero origen de la crisis entre Fatah al-Islam y sus valedores libaneses -y detrás, estadounidenses-. Una de ellas apunta a que la Administración Bush dio marcha atrás alertada por investigaciones como la del periodista Seymour Hersch. Esta tesis se complementa con la que añade que Hizbulah estaba al corriente de la operación y se preparaba para destruir a Fatah al-Islam.

A río revuelto...

Algunas fuentes apuntan a que, una vez desatada la crisis, los promotores del plan esatarían utilizándola a su vez para debilitar al Ejército libanés, única institución nacional e intercomunitaria y que se ha convertido en un dique contra las pretensiones estadounidenses en Líbano. No falta quien asegura que se ha implicado, por primera vez en la historia, al Ejército en un nuevo papel, la represión interna, en una especie de prolegómeno de un hipotético enfrentamiento futuro con Hizbulah.

...ganancia de pescadores

Un tensionamiento de la situación, en definitiva, que podría beneficiar a los intereses estadounidenses para que el Consejo de Seguridad de la ONU dé su visto bueno a una resolución -frustrada hace meses- para ampliar la presencia militar extranjera y extenderla al norte de Líbano y, lo que es más importante, a la frontera con Siria.

Y, como colofón, una base

A tiro de piedra de Nahr al-Bared, y tomando como base el viejo aeródromo de Kleiaat, el Ejército estadounidense planea construir un campo militar, eso sí, con la franquicia de la OTAN. Varios kilómetros de dunas y praderas de hierbas y maleza a lo largo de la playa que se extiende desde el campo palestino y que en su día fueron codiciados por el israelí Ariel Sharon para instalar una base ocupante en el norte de Líbano. Empresarios ligados al clan Hariri se relamen ya con los proyectos multimillonarios de miles de infraestructuras para «servir» a los aliados.

Los palestinos, otra vez los paganos

¿Volverán algún día a las ruinas de su antiguo hogar las decenas de miles de palestinos expulsados por los bombardeos? Nahr al-Bared seguirá seguramente la suerte de los otros cuatro campos de refugiados arrasados en su día por las falanges cristianas libanesas y por su aliado israelí (Tal El-Zatar, Nabatieh, Dikwaneh y Jisr el-Basha).

El Alien

Lo expuesto hasta ahora apunta a la existencia de un plan (con sus correspondientes planes de contingencia) de EEUU que estaría detrás de la génesis y el desarrollo de la última crisis libanesa. Un plan que forma parte de la «rica» tradición occidental que tanto drama y sufrimiento ha generado en el país de los cedros.

Esta vez, además, estaría volviendo a escribir con renglones torcidos pero con la inclusión, teledirigida, de un actor que se ubica en la nebulosa de la peligrosa y, a lo que se ve, fortalecida red Al Qaeda.

Sirva como colofón la reflexión-advertencia del periodista Alberto Cruz en su artículo «La Nueva estrategia de EEUU en Líbano: la guerra secreta contra Hizbulah» en la web de Rebelión. «Al Qaeda (...) aún no puede vivir por sí sólo en Líbano y necesita de un cuerpo para alimentarse. Ese cuerpo pudiera ser Fatah al-Islam».

Pero, advierte, «Al Qaeda es como el alien de la película de Ridley Scott, un bicho que crece dentro del cuerpo, se va alimentando de él y, cuando es lo suficientemente fuerte ataca a su, digamos, progenitor».

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