Lucas, Spielberg, Ford y el bueno de Tom Selleck
El héroe redescubierto con Indiana Jones recupera la idea de lo importante que es el individuo para la sociedad. Hace ascos a las aventuras amorosas, siendo las mujeres una especie de gracioso pero molesto lastre que se cruza en su camino. La doble vida del hombre corriente se torna apasionante pero, fuera de las lecturas ideológico-culturales, aporta una vis cómica al héroe que lo convierte en vulnerable
Iratxe FRESNEDA
Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Como casi todo lo que tiene que ver con Hollywood, hacer publicidad de lo que aún no existe resulta ser un arte. La publicidad y los publicistas son, entre otros «entes», los que hacen que vayamos a ver esta u otra película y que este u otro actor se convierta en estrella. Hace ya un tiempo que Indiana Jones vuelve a estar de actualidad. Aun sin finalizar el rodaje de la cuarta parte, las noticias sobre la saga se multiplican y este bombardeo mediático me ha hecho recordar una conversación que mantuvimos en clase. Hablábamos de los «rompetaquillas». Y, por supuesto, entre los directores culpables de películas hiper-rentables aparecieron ellos: Lucas y Spielberg.
Curiosamente, entre los personajes que tomaron vida ante una generación algo lejana en el tiempo, resurgió Indi. Fue divertido comprobar cómo este personaje creó una fantasiosa imagen de los arqueólogos que, lejos de andar defendiéndose a latigazo limpio, pasan gran parte de su tiempo involucrados en aventuras de biblioteca nada intrépidas. Pero Indi, además de hacernos imaginar la vida de un profesor universitario como algo sumamente apasionante, se convirtió con «En busca del arca perdida» (1981) en el nuevo prototipo del hombre «corriente» involucrado en situaciones asombrosas. Conocedor de 27 idiomas, Ford encarna a un recatado profesor de arqueología de Nueva Inglaterra que viaja con su sombrero, su látigo y su fobia a las serpientes por un mundo hostil y salvaje. Ese mundo del que hablamos está lejos de su Norteamérica natal. Él es un héroe al rescate de tesoros que no pueden caer en manos de «los malos del tercer mundo»; «el bien», osease EE.UU., ha de hacerse cargo. El héroe redescubierto con Indi recupera la idea de lo importante que es el individuo para la sociedad. Con su curiosa moral y sus misiones divinas, hace ascos a las aventuras amorosas, siendo las mujeres una especie de gracioso pero algo molesto lastre que se cruza en su camino. La doble vida del hombre corriente se torna apasionante, llena de batallas, correrías y situaciones inverosímiles que salvar. Pero, fuera de las lecturas ideológico-culturales que queramos hacer, la saga de Indi, además de entretener, revisita las películas de aventuras de antaño y aporta una vis cómica al héroe que lo convierte en vulnerable. Llega incluso a equivocarse y a sangrar. ¿En qué estaría pensando Tom Selleck para no dejar «Magnum» y ponerse el sombrero?