Cada vez que el cine comercial adapta a Philip K. Dick hay que echarse a temblar, porque su literatura de anticipación suele ser utilizada como mera base argumental para el consabido thriller de acción futurista, en vista de que la ciencia-ficción brilla por su ausencia. Solamente se ha salido del redil Richard Linklater con la experimental «A Scanner Darkly», en un solitario intento por traducir a imágenes alucinantes el visionario mundo del autor. En esta ocasión hay que esperar algo parecido a lo que John Woo hizo con «Paycheck»: otra mirada vacía que desaprovecha el potencial especulativo del relato original. De adaptar «The Golden Man», un cuento de treinta páginas publicado en 1954 y que trata sobre el desarrollo de un nivel de vida superior a partir de poderes precognitivos, se ha encargado Gary Goldman, quien ya se ocupó de hacer lo propio con «Desafío total» y «Minority Report». En el colmo de la originalidad ha trasladado la acción al tiempo presente, así que esa facultad de ver el futuro es aplicada a la previsión de atentados, que parece ser que es lo que preocupa ahora mismo al público norteamericano.

Para dar más emoción a la narración, el protagonista es un mago que utiliza su don natural dentro de la profesión, sin necesidad de recurrir a trucos. La tensión constante se debe a que es capaz de adelantarse a lo que va a suceder en dos minutos, un margen mínimo para conseguir cambiar el destino contra el reloj cuando sus servicios sean requeridos para misiones más importantes. El hecho de que tan peregrino papel recaiga sobre Nicolas Cage no augura nada nuevo, ya que el sobrino de Coppola lleva una racha interpretativa en películas fantásticas de segunda fila que mueve a risa, empezando por sus ridículos peinados. Menos mal que de ciento en viento interviene en alguna buena película, y su presencia vital en la extraordinaria «El hombre del tiempo» le otorga crédito para una temporada, aunque ya se le está acabando. En la dirección, otro que tal baila; el travestido Lee Tamahori que, como maorí que es, no termina de integrarse en el decadente Hollywood.

Dicen que quien tuvo oficio retuvo, por lo que hay que esperar que saque algo del nervio mostrado en «Muere otro día», porque pedirle que recupere la chispa inicial de «Guerreros de antaño» y «La brigada del sombrero» sería excesivo.