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Maite SOROA

El aplauso de una conversa

No quería volver sobre el asunto, pero hay realidades tercas que se imponen. La columna de Edurne Uriarte ayer en «Abc» es una de ellas.

Decía Uriarte que «somos bastantes los vascos crecientemente persuadidos de que nuestra tierra se dirige inexorablemente hacia el suicidio social. En forma de sustitución de nuestra prosperidad por la decadencia económica, cultural y social. Por el terrorismo. Por el fin de la esperanza de cambio político con el abandono socialista de la alternativa constitucionalista. Y por la locura identitaria de un nacionalismo que sustituyó el afán de crear, de producir y de prosperar, aquello de lo que tanto nos enorgullecíamos, por el afán de ser». ¡Jopé, que mal está la cosa!

Y, sin embargo, hay salvación. La ha encontrado en el articulillo de Imaz: «El órdago de Imaz contra la radicalización de su partido y contra su creciente simbiosis con la estrategia del nacionalismo violento me suscita una pequeña esperanza».

Según la conversa que pasó de las filas abertzales a EE, al PSOE luego y pasta ahora donde Mariano, Josu Jon «ha constatado lo que muchos de sus votantes piensan en silencio desde hace mucho tiempo. Que los peneuvistas no pueden ir de la mano de los matones mientras los empresarios, bastantes de los cuales también les votan, reciben cartas de extorsión de esos mismos matones». Y cosas peores como que «sus hijos imitan la estética de Txeroki, de Jon Bienzobas o de De Juana», con lo cual «el retrato social de la juventud vasca es demoledor, y ponen delante de los ojos de los viejos nacionalistas las figuras que reemplazarán a los curtidos aldeanos, a los valientes pescadores y a los admirados emprendedores de antaño. La noble y trabajadora Euzkadi sustituida por los revolucionarios anarco-marxistas de la camiseta raída y el pendiente. Asesinos, por más señas». ¡Esta es de las buenas!

Y al final, beso en la frente al hijo pródigo: «El aspecto esencial del giro de Imaz es su claridad en la separación de esos asesinos. Que el presidente del PNV llame a la deslegitimacón social de los matones, no sólo a la lucha policial, es novedoso. Cuando tan entregado al radicalismo parecía, aún hay esperanza de que el PNV participe en la imprescindible regeneración vasca». Lo que nos queda por ver...

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