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Mikel Korta, Joseba Agudo

Rafael Alvarez gogoan!

Rafael defendía los derechos por encima de cualquier coyuntura mundial, mexicana, americana o europea. Los derechos humanos habían de ser defendidos, sin hipocresías

El 13 de julio murió en México Rafael Alvarez Díaz, un gran amigo de la izquierda abertzale y de los derechos humanos en el mundo. Un gran hombre. Una de esas personas que cuando mueren dejan un hueco demasiado grande.

Durante muchos años, México fue país de acogida para los exiliados políticos vascos. Ya en la década de los 90, cuando el último Gobierno del PSOE decidió internacionalizar el conflicto político de nuestro país en clave meramente represiva, comenzaron las persecuciones, detenciones y expulsiones de México a las comisarías de Policía o Guardia Civil. Algunos compañeros denunciaban torturas y otros aún continúan en prisión.

México incumplía, incumple y seguirá incumpliendo, a la vista de lo acordado por Calderón y Zapatero en su visita a México, tratados internacionales al realizar estas expulsiones. La última vez ha sido la expulsión del azkoitiarra Andoni Aspiazu, una vez más, semanas antes de la llegada del mandatario español de turno. En la anterior expulsión, el tolosarra Xabier Gordo, Rafael Alvarez, aunque ya muy golpeado por los problemas de salud, escribió un artículo en «La Jornada» en defensa de los exiliados políticos vascos en México. No había sido el primero.

Rafael era de esas personas que siempre están cuando uno las necesita. Siempre que nos llamaban para avisar que habían detenido a alguien, o que alguien no había llegado a su casa o a su trabajo, la primera llamada era para Rafa. Hasta el CNI lo debe saber y su par mexicano, el CISSEN. Siempre con su suave voz, ¿interpusieron ya el amparo?, estará en Iztapalapa que es donde siempre los llevan... Una voz suave que contrastaba con la energía incansable con la que se desempeñaba en defensa de los derechos de las personas, de cualquier persona. Es difícil para quien no ha estado en esa situación saber lo que pasa en esos momentos, la angustia tan grande del familiar que busca al desaparecido, la de las compañeras y compañeros que sufren la misma indefensión y riesgo, y más difícil cuando ese país es tan grande. Y Rafa era siempre la voz de la calma, si algo se puede hacer, Rafa lo hará.

Siempre preguntaba por la gente que él había conocido, por su amigo Andoni, preso en Martutene, por Josemi, preso en León, por personas de la izquierda abertzale que hemos ido pasando por allí. Con el tema de los seis siempre preguntaba ¿cómo están los compañeros?

Rafael era de los que siempre defendía los derechos humanos por encima de cualquier coyuntura. Independientemente de la situación mundial, mexicana, americana o europea, los derechos humanos habían de ser defendidos, sin hipocresías.

Rafael sabía que el orígen y sentido de esos derechos humanos que han conseguido el rango de «declaración» es precisamente frenar la inercia siempre presente en los estados de poner sus intereses políticos y represivos por delante de la dignidad humana. Sabía que el respeto a los derechos es el termómetro para medir el carácter democrático o no de los gobiernos. Jamás pidió credenciales, jamás planteó falsas equidistancias ni exigió condenas previas. Y en ello estuvo toda su vida. Por eso, recordando la canción de Silvio Rodríguez, nos atrevemos a decir que Rafael es uno de los imprescindibles... Por eso, por encima de diferencias, Rafael fue un amigo y será siempre recordado por quienes necesitaron y recibieron su ayuda frente a la prepotencias de políticos, gobiernos y policías.

No es grato escribir sobre una persona que ha muerto. Menos cuando se ha ganado tanto aprecio y cariño. Dejémoslo por lo tanto. Aprovechemos estas líneas para enviar un fuerte abrazo a su familia, que ha estado volcada ayudando a este compañero de lucha, a este gran amigo. Y aprovechémoslas también para enviar un abrazo a todos los de México que siguen presos y presas en las cárceles españolas y francesas y que seguro comparten este dolor por la pérdida de Rafa.

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