El Gobierno ruso anunció ayer la expulsión en los próximos diez días de cuatro diplomáticos británicos como respuesta a una decisión similar tomada por el Ejecutivo de Gordon Brown después de que Moscú se negara a extraditar al espía Andrei Lugovoi, principal sospechoso para Scotland Yard de la muerte por envenenamiento radiactivo del ex espía y disidente Alexander Litvinenko el pasado noviembre en Londres.

Los movimientos de una y otra parte en torno a esta crisis recuerdan a prácticas dignas de la Guerra Fría.

Moscú va más allá y anunció que no concederá visados a representantes británicos en espera de recibir notificación concreta por parte de Londres de las medidas que anunció en esta materia.

En la misma línea, el portavoz del Ministerio de Exteriores ruso Mijail Kamynine aseguró que Moscú «dejará de cooperar con Gran Bretaña en la lucha contra el terrorismo».

El Ministerio ruso defendió las medidas como «ponderadas y mínimas. La posición tomada por el nuevo Gobierno laborista contra Rusia está fundada en todo menos en el buen sentido, el tradicional pragmatismo británico y el respeto a la ley», concluyó irónico Kamynine.

Moscú asegura que su Constitución prohíbe la extradición a un tercer país de toda persona con ciudadanía rusa y propuso juzgar a Lugovoi en su país.

Apoyo de EEUU y la UE

El ministro británico de Exteriores, David Miliband, calificó la reacción rusa de «injustificada» y se mostró «decepcionado».

Con todo, destacó el hecho de que, tras varios días de tímidas reacciones, tanto EEUU como la UE se han posicionado en las últimas horas a su favor.

La secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, señaló ayer que Rusia debería «responder positivamente a la demanda de extradición y cooperar plenamente».

La Presidencia portuguesa de turno de la Unión Europea salió a la palestra ayer para mostrar su «decepción» porque Rusia «no coopera de forma constructiva con el Gobierno británico».

Moscú reaccionó anunciando posibles respuestas a la UE en un momento en el que las relaciones bilaterales se hayan en crisis por el contencioso ruso-polaco sobre la carne.

«Esta declaración ha sido una mala sorpresa para nosotros y afectará inevitablemente en las relaciones entre la UE y Rusia», anunció el representante oficial de Moscú en Bruselas, Vladimir Tchijov.