La central nuclear japonesa de Kariwa sigue registrando nuevas fugas radiactivas
Lo que a decir de sus responsables había sido poco más que una parada técnica se ha convertido en una fuga radiactiva en toda regla. Los expertos aseguran que la mayor central nuclear del mundo, la japonesa Kashiwazaki-Kariwa, fue construida sobre una falla tectónica activa.
GARA |
La Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial de Japón confirmó una nueva fuga radiactiva en la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, la mayor del mundo. Se detectó concretamente radiactividad en un filtro de uno de los siete reactores y una fuga de agua radiactiva de una cañería del complejo.
Pese a intentar minimizar desde un inicio las consecuencias del terremoto, la agencia oficial ha tenido que reconocer al paso del tiempo y a regañadientes que 438 bidones radiactivos resultaron afectados y que varios de ellos estaban abiertos.
Precisamente, ayer se supo que la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA) advirtió hace dos años de que la central tenía importantes deficiencias en su sistema de prevención de incendios, según informó el diario nipón «Yomiuri Shimbun».
El Gobierno ordenó ayer la revisión de urgencia de las condiciones de seguridad de las 55 centrales nucleares japonesas.
Un «modelo» de construcción
Japón había alardeado hasta la fecha de que la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa fue construida según normas antisísimas draconianas, mayores en todo caso que otras. No obstante, los expertos aseguran ahora que fue construida justo sobre una falla tectónica activa. El epicentro del seísmo, que dejó un saldo de diez muertos, se localizó a escasos seis kilómetros de la planta.
La central, que permanecerá cerrada como mínimo un año, juega un papel crucial en el suministro eléctrico de la megalópolis de Tokio (20 millones de habitantes). La compañía Tokio Electric Power ya ha comenzado a pedir suministros complementarios para intentar hacer frente, además en verano, a la ingente demanda de energía de la capital, situada a 250 kilómetros al sur de la central.
«Con vistas a garantizar un aprovisionamiento regular en electricidad, pediremos ayuda a nuestras centrales térmicas, pero es probable que debamos pedir a nuestros clientes que intenten ahorrar energía», dijo un portavoz de la compañía.
No acaban ahí las consecuencias económicas del seísmo. La firma Riken de equipamiento automovilístico ha detenido su producción. Lo mismo ha hecho Toyota con todas sus cadenas de ensamblaje hasta nueva orden. Honda, Nissan, Suzuki y Subaru siguen funcionando pero bajo mínimos.
La central juega un papel crucial en el suministro de energía eléctrica a la megalópolis de Tokio, que cuenta con 20 millones de habitantes.