Los científicos se encuentran en el buque laboratorio Académico Fiodorov que, conducido, por el rompehielos atómico Rossiya, lleva a bordo los batiscafos tripulados Mir-1 y Mir-2, que en el Polo Norte efectuarán inmersiones de hasta 4.300 metros de profundidad.

Son los mismos batiscafos que el director de cine James Cameron utilizó en 1995 para el rodaje de su película «Titanic», galardonada con once premios Oscar, y que participaron, aunque infructuosamente, en los intentos de rescatar el submarino nuclear Kursk, hundido en el Ártico con sus 118 tripulantes en agosto de 2000, la mayor tragedia de la Marina rusa.

En la Tierra de Francisco José (archipiélago de Fritjof Nansen), estaba previsto que los batiscafos descendieran la pasada noche a profundidades de hasta 1.500 metros, dijo a Itar-Tass a bordo del buque laboratorio Vladimir Strugatski, vicepresidente de la Asociación de Exploradores Polares.

El jefe de la expedición, Artur Chilingarov, explicó a su vez que estos descensos inicialmente no estaban programados, pero se decidió realizarlos para poner a prueba todos los equipos técnicos antes de «la complicada y arriesgada misión» prevista para hoy.

«Tocar el fondo del Océano Glacial Ártico, el más severo de todos, en el punto donde convergen todos los meridianos en el hemisferio norte, es un viejo sueño de la Humanidad», dijo Chilingarov, conocido explorador polar y vicepresidente de la Duma (Parlamento) rusa.

Chilingarov confirmó que durante una de las inmersiones en el Polo Norte se depositará en el fondo marino una cápsula de titanio con la bandera rusa y un mensaje conmemorativo de la expedición.

Mientras, el rompehielos realizó ayer una misión colateral, al desembarcar en la isla de Kheysa, donde se encuentra la estación polar más septentrional, Krenkel, a un equipo de ornitólogos que durante una semana observará a las gaviotas blancas, incluidas en el Libro Rojo de especies en extinción.

La Tierra de Francisco José, perteneciente a Rusia y ubicada entre los 80 y 81,9 grados de latitud norte, está compuesta por 191 desérticas islas cubiertas de hielo, a una distancia de aproximadamente mil kilómetros del Polo Norte.

Tras completar las misiones previstas para ayer, la expedición tenía pensado bordear el archipiélago por el este y dirigirse hacia la cima del planeta, con la previsión de encontrarse con los primeros témpanos de hielo tras los 82 grados de latitud norte.

Ambiciones territoriales

Aunque la expedición del Académico Fiodorov se lleva a cabo dentro del programa del Año Polar Internacional, el más importante acontecimiento dedicado al Ártico y a la Antártida y en el que participan especialistas de más de 60 países, el objetivo de Rusia también es estudiar si existen posibilidades de que Moscú extienda sus aguas territoriales en el Ártico.

Rusia considera que la cadena montañosa submarina Lomonosov es una continuación de su plataforma continental, pero Canadá y Dinamarca sostienen que esta cordillera forma una continuación de sus respectivas plataformas continentales.

La cadena Lomonosov divide el Ártico y se extiende a lo largo de 1.800 kilómetros, desde las Nuevas Islas Siberianas rusas, a través de la parte central del océano, por el Polo Norte y hasta la isla canadiense de Ellesmere y hasta Groenlandia, territorio autónomo dependiente de Dinamarca.

Rusia, al igual que Canadá y Dinamarca, buscan reclamar derechos sobre los recursos del suelo marino del Ártico en una zona más amplio que las 200 millas que les corresponden.

Detrás de ello, hay un interés económico, ya que se supone que el fondo marino del Ártico es muy rico en hidrocarburos. El previsible agotamiento de los tradicionales yacimientos de gas y petróleo y el alza de los precios ha provocado que el interés por la explotación del fondo del Ártico haya aumentado en los últimos años.