Mati ETXEBARRIA

Con más de veinte años de presencia en Cuba, la empresa vasca ha sabido atravesar los peores momentos económicos que vivió el país caribeño en la década de los noventa para entrar en el nuevo milenio con unas relaciones comerciales asentadas y un ganado prestigio por su gestión y seriedad, lo que comienza a aportar resultados económicos destacables. Más de una treintena de pequeñas y medianas empresas operan normalmente en la isla, manteniendo oficinas comerciales permanentes, y abarcan con sus actividades una gran diversidad de sectores como la construcción, energía, maquinaria, alimentos y proyectos tecnológicos, entre otros. Todo ello apoyado en unas buenas relaciones políticas entre el Gobierno cubano y las instituciones de la CAV, al contrario de lo que ocurre con el Gobierno de Nafarroa.

En el marco de estas relaciones económicas se producen visitas regulares de delegaciones de diferentes niveles y cuyo mayor exponente lo constituye la delegación permanente de la SPRI en La Habana.

Los empresarios vascos en Cuba se muestran optimistas y confiados respecto a las expectativas de crecimiento en sus intercambios, y subrayan las buenas perspectivas que ofrece actualmente una economía interna en plena recuperación y la cada vez más saneada capacidad financiera cubana, poniendo especial énfasis en las potencialidades que ofrece la denominada Batalla de Ideas, que desarrolla desde hace unos años el Gobierno cubano, y que incluye importantes inversiones en gastos sociales, ahorro energético y renovación de infraestructuras.

Según datos oficiales, las exportaciones a Cuba crecieron en 2006 casi un 24%, alcanzando un montante global calculado en algo más de 130 millones de euros, que coloca al mercado cubano como el tercero en importancia para la economía vasca en el continente americano, aunque aún muy distanciado de EEUU y México.

Posibilidades poco exploradas

Todas las fuentes consultadas coinciden, sin embargo, en que estas cifras son apenas una muestra de las potencialidades que existen y en que la empresa vasca, si cuenta con un adecuado apoyo financiero, posee todas las capacidades y relaciones para insertarse en otros sectores de la economía cubana.

En momentos en que la política oficial cubana insiste en la necesidad de reducir importaciones y relanzar la producción nacional, la empresa vasca deberá tener en cuenta, en un futuro cercano, posibilidades aún poco exploradas como son las empresas mixtas, producciones cooperadas y áreas productivas de alto nivel tecnológico, I+D, como la biotecnología y la industria farmacéutica. Pero tales expectativas solo serán posibles con una firme política de apoyo institucional y financiero a las empresas vascas que han apostado decididamente por Cuba como su mercado natural. Pionera en este sentido resulta la empresa Berotz, especializada en ingeniería, diseño y montaje, que desde hace años produce directamente en Cuba y destina la totalidad de su producción al mercado interno.

Sin duda, muestras destacables de la importancia que van adquiriendo estas relaciones son la existencia de la Asociación de Empresarios Vascos en Cuba, fundada en 2000, y la presencia ya tradicional de un Pabellón Vasco diferenciado (con el apoyo de las cámaras de comercio de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba) en la más importante feria económica e industrial que se celebra anualmente en La Habana. Esta feria, que se desarrollará antes de fin de año, será el marco adecuado para hacer un balance de los resultados de 2007, pero a estas alturas resulta seguro que las relaciones económicas vasco-cubanas gozan de buena salud, y todo apunta a que hay espacio y capacidad para que sigan creciendo de una manera sostenida.