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Muere en su Zornotza natal el histórico refugiado Sabin Euba

El histórico refugiado Sabin Euba Zenarruzabeitia, «Pelopintxo», falleció ayer de madrugada en su Zornotza natal, víctima de un cáncer, tras haber pasado más de un cuarto de siglo lejos de la localidad que le vio nacer. A la espera de conocer los detalles sobre próximos actos de homenaje, ayer a la tarde se realizó una manifestación en el municipio vizcaino.

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El óbito del exiliado Sabin Euba Zenarruzabeitia, Pelopintxo, se produjo a las 4.00 de la madrugada de ayer domingo en su localidad natal, Zornotza, a la que regresó hace menos de un mes, aquejado de una grave enfermedad, después de haberse visto obligado a abandonarla hace 27 años. A sus 70 años, el veterano militante independentista llevaba un cuarto de siglo fuera de su pueblo, habiendo residido desde hace unos cuantos años en Ziburu.

La vida del refugiado político zornotzarra, al igual que la de cientos de exiliados vascos, no fue fácil desde que abandonó su pueblo. A lo largo de su vida de militancia, Sabin Euba conoció de cerca las distintas políticas con las que los sucesivos gobiernos españoles y franceses han encarado el conflicto político en Euskal Herria.

El militante zornotzarra fue detenido por la Policía francesa en las primeras redadas contra la comunidad de refugiados vascos en Ipar Euskal Herria. Uno de estos arrestos tuvo lugar el 6 de noviembre de 1982, cuando Euba fue apresado junto a los también exiliados Peio Ansola, Carlos Ibarguren e Ignacio Zabala. Fue acusado de «asociación de malhechores», por lo que permaneció durante ocho meses en prisión.

De esta forma, el ahora fallecido pudo conocer en sus propias carnes los primeros efectos prácticos de aquel «cambio de política» anunciado por el recién elegido François Mitterrand a las puertas de la proclamación de Felipe González como presidente del Gobierno español. Cuatro años después era de nuevo apresado en Donibane Lohizune por no disponer de documentación.

A mediados de esa misma década el nombre de Sabin Euba aparece, en este caso, relacionado con un proceso de diálogo. Según recoge la enciclopedia "Euskal Herria eta Askatasuna", el zornotzarra habría facilitado que se produjeran los contactos entre ETA y el PNV, en 1986.

El 28 de abril de 1992, un mes después de las detenciones de Bidarte, Euba Zenarruzabeitia era interceptado en el control de pasaportes del aeropuerto parisino Charles de Gaulle cuando, según la Policía, se disponía a tomar un avión con destino a México. La Justicia francesa le condenó a cuatro años de cárcel por estancia irregular y falsificación de documentos, siendo enviado a la prisión de Fleury.

Tras ser liberado en 1996, participó junto a un grupo de exiliados una encerrona en la catedral de Baiona para reivindicar el derecho de los vascos a vivir en Euskal Herria. Dos años más tarde fue de nuevo apresado, esta vez en Corsica, aunque quedó libre cuatro días más tarde.

Vivir en Euskal Herria

Siguiendo una práctica tristemente habitual, el Gobierno francés intentó impedir a Euba vivir en Euskal Herria, imponiéndole asignaciones de residencia y confinamientos en diferentes departamentos fran- ceses. El zornotzarra no aceptó nunca esas prohibiciones y en cuanto pudo las vulneró para regresar a su país. Ello le colocó al borde de la expulsión al Estado español, finalmente rechazada por los tribunales franceses.

Hace un par de años, en una entrevista en el suplemento dominical ``Zazpika'', Euba expresaba: «Yo no soy ni francés ni español, y sentí una gran alegría al volver a Euskal Herria». Los últimos años han sido difíciles para este militante abertzale, que superó primero una hemiplejia, aunque no pudo reponerse al cáncer que le fue diagnosticado hace ahora unos meses.

En la misma entrevista con, Pelopintxo explicaba que «la soledad es el mayor enemigo en las situaciones extremas», para remarcar el apoyo que sentía de su familia y amigos y añadir que «todo se supera teniendo la cabeza lúcida y teniendo claro que estás metido en una lucha».

Poco antes de regresar a Zornotza, confesaba a un amigo que le visitó en Ziburu: «A unos nos toca irnos, a otros venir; lo importante es que me voy sabiendo que otros siguen esta lucha».

Homenajes

Además de la manifestación de 300 personas que recorrió ayer a la tarde Zornotza, en el día final de fiestas de Baiona se le rindió un sencillo homenaje en la comida de familiares y amigos de represaliados vascos.

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