El Sr. Aldekoa, presidente del MCC, dice que las cooperativas del grupo hoy por hoy crecen creando más puestos en régimen cooperativo, y que la participación de las personas es lo que diferencia al grupo (GARA, 18-7-07). Para muestra un botón, y aquí en Lea-Artibai hay una cooperativa, Cikautxo, que hace unos años, y por presión del mercado, tuvo que poner en fabricación un nuevo producto, y dado el gran volumen de negocio, se estudió crear una nueva planta; pero fue desechado y se optó por generar talleres satélite en los que subcontratar la producción y obtener mayores beneficios. Lógico, puesto que las personas que trabajan en estos talleres cobran entre la mitad y un tercio de lo que cobra un socio cooperativista por el mismo trabajo. Pagar menos por por el mismo trabajo va en contra de la Declaración Universal de Derechos Humanos; entonces, Sr. Aldekoa, a este nivel, ¿qué dicen los «valores cooperativos»?

Por otro lado, cuando la asamblea de Cikautxo modificó el reglamento por la nueva Ley de Prevención y Salud Laboral, el gerente comunicó que a pesar de ello iba a hacer las cosas a su manera, instaurando una dictadura, permitida por los socios cooperativistas, pero dictadura. Así se manifiesta al negar a los trabajadores eventuales la participación en las elecciones a representantes en la mesa de Prevención y Salud Laboral, derecho reconocido por ley y por el reglamento de Cikautxo.

Conculcación de derechos, precariedad, sueldos bajos... ésta es la realidad de la gestión cooperativa, y los «valores cooperativos» no son más que mercadotecnia, imagen, una forma de ocultar la realidad, ya que el único eje de la gestión de las cooperativas del MCC es, según ellos mismos expresan en sus textos internos, la máxima eficacia empresarial, por lo tanto el máximo beneficio, como cualquier otra empresa capitalista, y por encima de los derechos de los trabajadores.