No desaprovechó su oportunidad el ucraniano Andrey Voronin, que en el minuto 43 marcó el gol del partido con un potente disparo con la pierna derecha desde 25 metros.

El Liverpool sólo vio peligrar su triunfo en el minuto 72, cuando el guardameta Pepe Reina respondió con una buena intervención al disparo del sueco Johan Elmander. Fue uno de los pocos zarpazos de peligro del Toulouse, que regresaba a la máxima competición europea veinte años después de su última participación..

Sevilla, en su línea

Otro de los equipos de moda de los últimos años en Europa, el Sevilla, también dejó muy encarrilada su eliminatoria al derrotar al AEK de Atenas por 2-0 en el Sánchez Pizjuán.

Dos asistencias de Jesús Navas en la segunda mitad, convertidas en gol por el brasileño Luis Fabiano y el maliense Fredrik Kanouté, depararon un resultado fantástico para el Sevilla en la ida de la previa de la Liga de Campeones ante el conjunto griego, que mucho tendrá que cambiar si, en Atenas, pretende remontar la eliminatoria.

Lorenzo Serra Ferrer, el técnico del AEK, cumplió su anuncio de la víspera y planteó el duelo con extrema prudencia, parapetándose con una línea de cuatro defensores y dos pivotes defensivos. Un entramado que, un Sevilla sin profundidad en los laterales, era incapaz de horadar. Hasta que llegó la segunda mitad. En el minuto 48, Luis Fabiano inauguró la cuenta andaluza. Kanouté aumentó la renta en el minuto 68.

Al igual que en el primer gol, que dio el pase de la muerte para que Luis Fabiano anotara, Navas fue el protagonista del segundo tanto. El canterano cogió la pelota en su propio campo y superó a dos rivales sin regatearlos, simplemente con dos brutales cambios de ritmo. Al llegar al área, conservó aún lucidez para asistir a Kanouté, que batió a Moretto con un toque sutil, de primeras. Una auténtica obra de arte que propulsa al Sevilla a la Liga de Campeones.

Rivaldo, desaparecido

Rivaldo, cambiado por asfixia, ejemplificó la impotencia ofensiva del equipo griego, que no tuvo un acercamiento digno de mención a la puerta de Palop en todo el partido hasta que Julio César, en el minuto 81, enroscó con su pierna izquierda un balón que se incrustó en el travesaño ante la mirada de Palop.

La impresión que dejó el partido, más allá del susto final, es que sólo una hecatombe puede eliminar al Sevilla.